MATEO 27

Jesús ante Pilato

(Mc 15,1; Lc 23,1-2; Jn 18,28-32)

1Al amanecer el nuevo día, los jefes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo tomaron el acuerdo de matar a Jesús.[#12,14; Mc 3,6; Lc 22,66.]

2Lo llevaron atado y se lo entregaron a Pilato, el gobernador.[#27,2: Poncio Pilato fue gobernador romano de Judea durante los años 26-36 d. C. Tenía su residencia oficial en Cesarea del Mar, pero acudía a Jerusalén en las principales fiestas judías.]

Muerte de Judas

(Hch 1,18-19)

3Entre tanto, Judas, el que lo había entregado, al ver que habían condenado a Jesús, se llenó de remordimientos y fue a devolver las treinta monedas de plata a los jefes de los sacerdotes y a los ancianos[#26,15.]

4diciendo:

— ¡He pecado entregando a un inocente!

Ellos le contestaron:

— Eso es asunto tuyo y no nuestro.

5Judas arrojó entonces el dinero en el Templo. Luego fue y se ahorcó.

6Los jefes de los sacerdotes recogieron aquellas monedas y dijeron:

— Este dinero está manchado de sangre. No podemos ponerlo en el cofre de las ofrendas.

7Así que acordaron emplearlo para comprar un terreno conocido como el Campo del Alfarero y destinarlo a cementerio de extranjeros.

8Por esta razón, aquel campo recibió el nombre de Campo de Sangre, que es el que ha conservado hasta el día de hoy.

9Así se cumplió lo dicho por medio del profeta Jeremías: Tomaron las treinta monedas de plata, que fue el precio de aquel a quien tasaron los israelitas,

10y compraron con ellas el campo del alfarero, de acuerdo con lo que el Señor me había ordenado .[#27,9-10: La cita utiliza básicamente Za 11,12-13, pero contiene también elementos tomados de Jr 18,2-3; 19.1-2 y 32,6-15. En cuanto al sentido general de la cita, ver nota a 1,22.]

Pilato interroga a Jesús

(Mc 15,1-5; Lc 23,3-5; Jn 18,33)

11Jesús compareció ante el gobernador, el cual le preguntó:

— ¿Eres tú el rey de los judíos?

Jesús le contestó:

— Tú lo dices.

12Y ya no habló más, a pesar de que los sacerdotes y los ancianos no dejaban de acusarlo.[#26,63; (ver Is 53,7).]

13Pilato le preguntó:

— ¿No oyes lo que estos están testificando contra ti?

14Pero Jesús no le contestó ni una palabra, de manera que el gobernador se quedó muy extrañado.

Jesús sentenciado a muerte

(Mc 15,6-15; Lc 23,13-25; Jn 18,39-40; 19,1.4-16)

15En la fiesta de la Pascua, el gobernador romano solía conceder la libertad a un preso, el que la gente escogía.

16Tenía en aquel momento un preso famoso, llamado Jesús Barrabás.[#27,16-17: Numerosos mss., varios de reconocido valor, dicen únicamente:]

17Viendo reunido al pueblo, Pilato preguntó:

— ¿A quién quieren ustedes que ponga en libertad: a Jesús Barrabás o a ese Jesús a quien llaman Mesías?

18Y es que sabía que a Jesús lo habían entregado por envidia.

19Mientras el gobernador estaba sentado en el tribunal, su esposa le envió este recado: “Ese hombre es inocente. No te hagas responsable de lo que le suceda. Esta noche he tenido pesadillas horribles por causa suya”.

20Pero los jefes de los sacerdotes y los ancianos convencieron a la gente para que pidiera la libertad de Barrabás y la muerte de Jesús.

21El gobernador volvió a preguntar:

— ¿A cuál de estos dos quieren que conceda la libertad?

Ellos contestaron:

— ¡A Barrabás!

22Pilato les dijo:

— ¿Y qué quieren que haga con Jesús, a quien llaman Mesías?

Todos contestaron:

— ¡Crucifícalo!

23Insistió Pilato:

— ¿Cuál es su delito?

Pero ellos gritaban cada vez con más fuerza:

— ¡Crucifícalo!

24Pilato, al ver que nada adelantaba sino que el alboroto crecía por momentos, mandó que le trajeran agua y se lavó las manos en presencia de todos, proclamando:

— ¡Yo no me hago responsable de la muerte de este hombre! ¡Allá ustedes!

25Y todo el pueblo a una respondió:

— ¡De su muerte nos hacemos responsables nosotros y nuestros hijos!

26Entonces Pilato ordenó que pusieran en libertad a Barrabás, y les entregó a Jesús para que lo azotaran y lo crucificaran.[#27,26: Se trata, sin duda, del suplicio que los romanos aplicaban antes de la crucifixión para acelerar la muerte del crucificado. El flagelo o látigo romano estaba provisto de trozos de hueso y de plomo; no había límite para el número de latigazos. Los judíos también aplicaban este castigo (ver 10,17; Hch 5,40; 22,19), pero con los límites que imponía su ley (ver Dt 25,3; 2 Co 11,24).]

Los soldados se burlan de Jesús

(Mc 15,16-20; Jn 19,2-3)

27Acto seguido, los soldados del gobernador introdujeron a Jesús en el palacio y, después de reunir toda la tropa a su alrededor,[#27,27: Lit. Es la mansión-fortaleza donde residía el gobernador romano en Jerusalén (ver nota a 27,2). Puede tratarse del palacio de Herodes, situado en la parte occidental de la ciudad, o de la llamada Torre Antonia, fortaleza situada junto al Templo, y donde estaba acuartelada la guarnición romana.]

28le quitaron sus ropas y le echaron un manto de color rojo sobre los hombros;[#27,28: Probablemente una de las capas que utilizaban los soldados romanos y que en el presente caso imitaba burlonamente las vestiduras color púrpura que solían usar los reyes.]

29le pusieron en la cabeza una corona de espinas y una caña en su mano derecha. Después, hincándose de rodillas delante de él, le hacían burla, gritando:

— ¡Viva el rey de los judíos!

30Y lo escupían y lo golpeaban con la caña en la cabeza.[#26,67.]

31Después de haberse burlado de él, le quitaron la túnica, lo vistieron con sus propias ropas y se lo llevaron para crucificarlo.[#27,31: La costumbre era que el condenado cargara con el madero transversal de la cruz y lo llevara hasta el lugar del suplicio.]

Jesús es crucificado

(Mc 15,21-32; Lc 23,26-43; Jn 19.17-27)

32Cuando salían, encontraron a un tal Simón, natural de Cirene, y lo obligaron a cargar con la cruz de Jesús.[#27,32: Ciudad situada en la costa del norte de África, en territorio de la actual Libia; debía tener una colonia judía bastante numerosa (ver Hch 2,10; 11,20).]

33Llegados al lugar llamado Gólgota (o sea, lugar de la Calavera),[#27,33: Pequeña colina que en tiempos de Jesús estaba fuera de las murallas de Jerusalén. Posteriormente se edificó sobre ella la basílica del Santo Sepulcro y quedó dentro de las murallas de la ciudad medieval, que son las actuales.]

34ofrecieron a Jesús vino mezclado con hiel; pero él, después de probarlo, no quiso beberlo.[#Sal 69,22.]

35Los que lo habían crucificado se repartieron sus ropas echándolas a suertes ,[#27,35: Varios mss., aunque no los más valiosos, añaden: En realidad, no se trata de ningún profeta, sino de Sal 22,19.; #Sal 22,19.]

36y se quedaron allí sentados para vigilarlo.

37Por encima de la cabeza de Jesús fijaron un letrero con la causa de su condena; decía: “Este es Jesús, el rey de los judíos”.

38Al mismo tiempo que a Jesús, crucificaron a dos ladrones, uno a su derecha y el otro a su izquierda.[#27,38: Es posible que fueran o comunes.]

39Los que pasaban lo insultaban[#Sal 22,8.]

40y, meneando la cabeza, decían:

— ¡Tú que derribas el Templo y en tres días vuelves a edificarlo, sálvate a ti mismo! ¡Baja de la cruz si eres el Hijo de Dios!

41De igual manera, los jefes de los sacerdotes, los maestros de la ley y los ancianos se burlaban de él diciendo:[#27,29.]

42— Ha salvado a otros, pero no puede salvarse a sí mismo. Que baje ahora mismo de la cruz ese rey de Israel y creeremos en él.[#Jn 1,49; 12,13.]

43Puesto que ha confiado en Dios, que Dios lo salve ahora, si es que de verdad lo ama. ¿Acaso no afirmaba que es el Hijo de Dios?[#Sal 22,9; Sb 2,13.18-20.]

44Hasta los ladrones que estaban crucificados junto a él lo llenaban de insultos.

Muerte de Jesús

(Mc 15,33-41; Lc 23,44-49; Jn 19,28-30)

45Desde el mediodía, toda la tierra quedó sumida en oscuridad hasta las tres de la tarde.[#27,45: Lit. Ver nota a 20,3-6.; #Am 8,9.]

46Hacia esa hora Jesús gritó con fuerza:

— Elí, Elí, ¿lemá sabaqtaní ?, es decir: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”.

47Lo oyeron algunos de los que estaban allí y comentaron:

— Está llamando a Elías.

48Al punto, uno de ellos fue corriendo a buscar una esponja, la empapó en vinagre y sirviéndose de una caña se la acercó a Jesús para que bebiera.[#27,48: Debía tratarse de agua mezclada con vinagre o de un vino de escasa calidad (avinagrado) que las tropas romanas y la gente humilde utilizaban como bebida refrescante.; #Sal 69,22.]

49Pero los otros le decían:

— Deja, veamos si viene Elías a salvarlo.

50Jesús, entonces, lanzando otra vez un fuerte gritó, expiró.

51De pronto, la cortina del Templo se rasgó en dos de arriba abajo; la tierra tembló y las rocas se resquebrajaron;[#27,51: Había dos cortinas en el Templo: una a la entrada, grande y vistosa; y otra en el interior que era la que separaba del (ver Ex 26,31-37). La que aquí se menciona debe ser esta última.; #Ver Is 26,19; Ez 37,12; Dn 12,2.]

52las tumbas se abrieron y resucitaron muchos creyentes ya difuntos.

53Estos salieron de sus tumbas y, después de la resurrección de Jesús, entraron en la ciudad santa donde se aparecieron a mucha gente.

54El oficial del ejército romano y los que estaban con él vigilando a Jesús, al ver el terremoto y todo lo que estaba sucediendo, exclamaron sobrecogidos de espanto:

— ¡Verdaderamente, este era Hijo de Dios!

55Había también allí muchas mujeres contemplándolo todo de lejos. Eran las que habían seguido a Jesús desde Galilea para atenderlo.

56Entre ellas se encontraban María Magdalena, María la madre de Santiago y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo.

Jesús es sepultado

(Mc 13,42-47; Lc 23,50-56; Jn 19,38-42)

57Al atardecer llegó un hombre rico llamado José, natural de Arimatea, que se contaba también entre los seguidores de Jesús.[#27,57: Localidad situada a unos 35 km al noroeste de Jerusalén.]

58Este hombre se presentó a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Pilato ordenó que se lo entregaran,[#Dt 21,22-23.]

59y José, después de envolverlo en una sábana limpia,

60lo puso en un sepulcro nuevo que había hecho excavar en la roca. Después hizo rodar una gran piedra, cerrando con ella la entrada del sepulcro, y se marchó.[#Mc 6,29; Hch 13,29.]

61Entre tanto, María Magdalena y la otra María estaban allí sentadas frente al sepulcro.[#27,61: Debe tratarse de la que en 27,56 aparece como]

El sepulcro bajo custodia

62A la mañana siguiente, cuando ya había pasado el día de preparación, los jefes de los sacerdotes y los fariseos fueron juntos a ver a Pilato,[#27,62: El vocablo griego utilizado es una especie de término técnico para designar el día en que se hacían los preparativos necesarios para la celebración del sábado. Un sábado que aquel año, según Jn 19,14.31, coincidía con la fiesta de la Pascua.]

63y le dijeron:

— Señor, nos hemos acordado de que aquel embaucador, cuando aún vivía, afirmó que iba a resucitar al tercer día.

64Por eso debes ordenar que se asegure el sepulcro hasta que haya pasado el tercer día, no sea que sus seguidores vayan y roben el cuerpo, y luego digan al pueblo que ha resucitado. De donde el último engaño resultaría más grave que el primero.

65Pilato les contestó:

— Ahí tienen un piquete de soldados; vayan ustedes mismos y aseguren el sepulcro como mejor les parezca.

66Ellos fueron y aseguraron el sepulcro. Sellaron la piedra que lo cerraba y dejaron allí el piquete de soldados.

La Biblia Hispanoamericana (BHTI) Traducción Interconfesional versión hispanoamericana Copyright © Sociedad Bíblica de España, 2011 Utilizada con permiso
Published by: Bible Society of Spain