Sabiduría 1

Sabiduría 1

La rectitud, garantía de vida eterna

1Gobernantes de la tierra, amen la justicia,[#1.1 El autor, hablando como si fuera el rey Salomón (véase Introducción ), puede dirigirse con autoridad a los gobernantes de la tierra. Las instrucciones que da se enderezan a ordenar rectamente toda la sociedad.; #1.1 Aquí justicia equivale a vivir de acuerdo con la voluntad de Dios, haciendo lo que él exige, tanto respecto de Dios mismo como de los hombres. En toda esta primera sección, la justicia, contrapuesta a la maldad, aparece como tema importante.]

tengan buena idea del Señor

y búsquenlo con corazón sincero.

2Los que no le exigen pruebas pueden encontrarlo;[#1.2 Cf. 1 Cr 28.9; 2 Cr 15.2.]

él se manifiesta a los que no desconfían de él.

3Los pensamientos torcidos alejan de Dios.

Su poder, cuando es puesto a prueba,

deja sin palabras a los insensatos.

4La sabiduría no entra en un alma perversa,[#1.4 Este tema es central en todo el libro (véase Introducción ). A diferencia de una sabiduría humana y sólo teórica, esta sabiduría tiene origen divino y exige condiciones morales para poder ser recibida. Se describirá más ampliamente en la segunda sección (6.1—9.18).]

ni vive en un cuerpo entregado al pecado.

5El santo espíritu, que es maestro de los hombres,[#1.5 véase 1.3 n.; #1.5 Dios enseña la sabiduría aquí descrita, la que siempre lo tiene a él como punto de partida y de referencia.]

nada tiene que ver con el engaño;

se aparta de los pensamientos insensatos

y se retira cuando está presente la injusticia.

6La sabiduría es un espíritu amigo de los hombres,[#1.6 El autor expresa con un término muy griego (cf. también 7.23) un tema central en toda la Biblia. Cf. Ex 34.6-7; Jn 3.16; Tit 3.4-5; 1 Jn 4.8-10.]

que no perdona al que injuria a Dios con sus palabras;

Dios es testigo de lo más íntimo del hombre,

es vigilante sincero de su corazón

y escucha todo lo que dice.

7En efecto, el espíritu del Señor llena la tierra,

da consistencia al universo

y conoce lo que dice el hombre.

8Por eso, quien dice cosas malas no puede esconderse,[#1.8 Cf. Eclo 39.19.]

ni podrá escapar del juicio y de la acusación de Dios.

9Los pensamientos del malo serán investigados,

y, como prueba de sus malas acciones,

llegará hasta el Señor el informe de lo que haya dicho.

10Dios lo escucha todo con oído atento;

ni aun lo dicho en voz baja por el hombre se le escapa.

11Eviten, por tanto, las murmuraciones inútiles

y no digan nada malo,

porque aun lo dicho en secreto trae sus consecuencias,

y una boca mentirosa lleva al hombre a la muerte.

12No busquen la muerte con una vida extraviada,

ni, por sus acciones, atraigan sobre ustedes la perdición.

13Pues Dios no hizo la muerte[#1.13 Cf. 2.23-24.]

ni se alegra destruyendo a los seres vivientes.

14Todo lo creó para que existiera;

lo que el mundo produce es saludable,

y en ello no hay veneno mortal;

la muerte no reina en la tierra,

15porque la justicia es inmortal.[#1.15 La idea de inmortalidad responde a las profundas aspiraciones de los lectores familiarizados con la cultura griega. En Sab se entiende como eternidad feliz en manos de Dios (cf. 3.1-4), concedida por la sabiduría (6.17-19; 8.13-17) a los que practican la justicia viviendo según la voluntad de Dios (5.15). Cf. también 15.3 y véase Eclo 14.19 n.]

Manera de pensar de los malos

16Los malos llaman a la muerte con gestos y gritos;[#1.16 En esta sección se insiste más en describir su manera de pensar y de vivir que en identificarlos como grupo social, político o religioso. Su «maldad» incluye elementos teóricos y prácticos, religiosos y morales. Cf. 2.21-22; 3.10.]

pensando que es su amiga, la buscan con afán,

y con ella han hecho una alianza,

pues merecen pertenecerle.

Texto © Sociedades Bíblicas Unidas, 1994.
Published by: United Bible Societies