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1Así pues, ahora ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús,[#8.1 Lit. en Cristo Jesús. Véase 6.11 nota.]
2porque la ley del Espíritu que da vida en Cristo Jesús, te liberó de la ley del pecado y de la muerte.[#8.2 se contrapone a la ley del pecado y de la muerte, que puede referirse tanto al principio del mal (Ro 7.21,23), como a la ley de Moisés.]
3Porque Dios ha hecho lo que la ley de Moisés no pudo hacer, pues no era capaz de hacerlo debido a la debilidad humana: Dios envió a su propio Hijo en condición débil como la del hombre pecador y como sacrificio por el pecado, para de esta manera condenar al pecado en esa misma condición débil.[#8.3 Cf. Hch 13.38-39. Debilidad humana: Véase Ro 7.14 n.; #8.3 Jesucristo, como hombre, participó de la debilidad física propia de todo ser humano y estuvo sometido a la muerte. Véase Ro 7.14 n. Cf. Jn 1.14; Heb 2.17-18; 4.15.; #8.3 traducción de una frase que en la versión griega (LXX) del AT se usa para referirse a las ofrendas por el pecado (Lv 4). También puede traducirse por causa del pecado, o para poner fin al pecado .]
4Lo hizo para que nosotros podamos cumplir con las justas exigencias de la ley, pues ya no vivimos según las inclinaciones de la naturaleza débil sino según el Espíritu.
5Los que viven según las inclinaciones de la naturaleza débil, solo se preocupan por seguirlas; pero los que viven conforme al Espíritu, se preocupan por las cosas del Espíritu.[#Ro 7.14-25.]
6Y preocuparse por seguir las inclinaciones de la naturaleza débil lleva a la muerte; pero preocuparse por las cosas del Espíritu lleva a la vida y a la paz.[#Gl 5.16-25; 6.8.]
7Los que se preocupan por seguir las inclinaciones de la naturaleza débil son enemigos de Dios, porque ni quieren ni pueden someterse a su ley.
8Por eso, los que viven según las inclinaciones de la naturaleza débil no pueden agradar a Dios.
9Pero ustedes ya no viven según esas inclinaciones, sino según el Espíritu, puesto que el Espíritu de Dios vive en ustedes. El que no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo.[#8.9 1 Co 3.16; 6.19.]
10Pero si Cristo vive en ustedes, el espíritu vive porque Dios los ha hecho justos, aun cuando el cuerpo esté destinado a la muerte por causa del pecado.[#8.10 Gl 2.19-20; Ef 3.17. Nótese el uso equivalente, en 8.9-10, de Espíritu de Dios, Espíritu de Cristo y Cristo .; #8.10 Otros traducen: el Espíritu (de Dios) es vida para ustedes .; #8.10 y espíritu designan aquí, probablemente, al hombre desde dos puntos de vista: como ser débil, está sometido a la muerte, pero como ser renovado por el Espíritu de Dios es heredero de la vida eterna. Véase Ro 7.14 n.]
11Y si el Espíritu de aquel que resucitó a Jesús vive en ustedes, el mismo que resucitó a Cristo dará nueva vida a sus cuerpos mortales por medio del Espíritu de Dios que vive en ustedes.
12Así pues, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir según las inclinaciones de la naturaleza débil.
13Porque si viven ustedes conforme a tales inclinaciones, morirán; pero si por medio del Espíritu hacen ustedes morir esas inclinaciones, vivirán.[#Gl 5.16,24.]
14Todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, son hijos de Dios.[#8.14 Cf. Gl 5.18.]
15Pues ustedes no han recibido un espíritu de esclavitud que los lleve otra vez a tener miedo, sino el Espíritu que los hace hijos de Dios. Por este Espíritu nos dirigimos a Dios, diciendo: «¡Abbá! ¡Padre!»[#8.15 Mediante el Espíritu Santo, Dios hace hijos suyos a los creyentes (cf. Gl 4.5; Ef 1.5). Si estuvieran dominados por un espíritu de esclavitud, no tendrían confianza para acercarse sin miedo a Dios como Padre. Cf. 2 Ti 1.7.; #8.15 Gl 4.6. ¡Abbá!: El griego ha tomado del arameo esta palabra, que significa «padre», y que caracterizaba la manera tan personal como Jesús se dirigía a Dios. Véase Mc 14.36 nota; cf. Lc 11.2.]
16Y este mismo Espíritu se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que ya somos hijos de Dios.[#8.16 otra posible traducción: Y este mismo Espíritu da testimonio a nuestro espíritu .]
17Y puesto que somos sus hijos, también tendremos parte en la herencia que Dios nos ha prometido, la cual compartiremos con Cristo, puesto que sufrimos con él para estar también con él en su gloria.[#8.15-17 Véase Ef 1.11 n.; cf. Gl 3.29; 4.7; Ap 21.7.]
18Considero que los sufrimientos del tiempo presente no son nada si los comparamos con la gloria que habremos de ver después.[#2~Co 4.17.]
19La creación espera con gran impaciencia el momento en que se manifieste claramente que somos hijos de Dios.
20Porque la creación perdió su verdadera finalidad, no por su propia voluntad, sino porque Dios así lo había dispuesto; pero le quedaba siempre la esperanza[#8.20 o fue condenada al fracaso. Cf. Gn 3.17-19.]
21de ser liberada de la esclavitud y la destrucción, para alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios.[#8.21 Otra posible traducción, desde la última parte del v. 20: Dios así lo había dispuesto con la esperanza de que fuera liberada.]
22Sabemos que hasta ahora la creación entera se queja y sufre como una mujer con dolores de parto.
23Y no solo ella sufre, sino también nosotros, que ya tenemos el Espíritu como anticipo de lo que vamos a recibir. Sufrimos profundamente, esperando el momento de ser adoptados como hijos de Dios, con lo cual serán liberados nuestros cuerpos.[#8.23 Lit. primicias, palabra que se refiere a los primeros frutos de la cosecha (Nm 15.18-20). Cf. 2 Co 1.22; Ef 1.14.; #8.23 2 Co 5.2-5; Flp 3.21. Liberados: Véase Ro 3.24 nota. Liberados nuestros cuerpos: otra posible traducción: liberado todo nuestro ser .]
24Con esa esperanza hemos sido salvados. Solo que esperar lo que ya se está viendo no es esperanza, pues, ¿quién espera lo que ya está viendo?
25Pero si lo que esperamos es algo que todavía no vemos, tenemos que esperarlo sufriendo con firmeza.
26De igual manera, el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad. Porque no sabemos orar como es debido, pero el Espíritu mismo ruega a Dios por nosotros, con gemidos que no pueden expresarse con palabras.[#8.26 Cf. v. 15; Gl 4.6. Algunos ven aquí una alusión a la oración en lenguas (1 Co 14.14-19).]
27Y Dios, que examina los corazones, sabe qué es lo que el Espíritu quiere decir, porque el Espíritu ruega, conforme a la voluntad de Dios, por los del pueblo santo.[#8.27 Cf. Sal 139.1-4.]
28Sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, a los cuales él ha llamado de acuerdo con su propósito.[#8.28 otra posible traducción: todas las cosas sirven para el bien de los que aman a Dios .]
29A los que de antemano Dios había conocido, los destinó desde un principio a ser como su Hijo, para que su Hijo fuera el primero entre muchos hermanos.[#8.29 es decir, había elegido (cf. Am 3.2).; #8.29-30 Ef 1.3-12.; #8.29 Cf. Gl 4.19; Flp 3.10; 1 Jn 3.2.; #8.29 Cf. Mt 12.50 y paralelos.]
30Y a los que Dios destinó desde un principio, también los llamó; y a los que llamó, los hizo justos; y a los que hizo justos, les dio parte en su gloria.
31¿Qué más podremos decir? ¡Que si Dios está a nuestro favor, nadie podrá estar contra nosotros![#Sal 118.6.]
32Si Dios no nos negó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó a la muerte por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos también, junto con su Hijo, todas las cosas?[#8.32 En Gn 22.16 (gr.) se usa el mismo verbo; el autor parece referirse aquí al sacrificio de Isaac.; #Ro 5.8-10.]
33¿Quién podrá acusar a los que Dios ha escogido? Dios es quien los hace justos.[#8.33 Cf. Is 50.7-9.; #8.33 otra posible traducción: ¿Acaso Dios, el que los hace justos? En todo el contexto (vv. 31-35), Pablo va alternando afirmaciones y preguntas retóricas, es decir, preguntas que tienen respuestas obvias.]
34¿Quién podrá condenarlos? Cristo Jesús es quien murió; todavía más, quien resucitó y está a la derecha de Dios, rogando por nosotros.[#8.34 Sal 110.1; Ef 1.20; véase Mt 22.44 n.; #8.34 También puede traducirse como pregunta retórica: ¿Acaso Cristo Jesús, el que murió, que además resucitó y está a la derecha de Dios rogando por nosotros?]
35¿Quién nos podrá separar del amor de Cristo? ¿El sufrimiento, o las dificultades, o la persecución, o el hambre, o la falta de ropa, o el peligro, o la muerte violenta?[#8.35 Lit. espada .]
36Como dice la Escritura:
«Por causa tuya estamos siempre expuestos a la muerte;
nos tratan como a ovejas llevadas al matadero.»
37Pero en todo esto salimos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.
38Estoy convencido de que nada podrá separarnos del amor de Dios: ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los poderes y fuerzas espirituales, ni lo presente, ni lo futuro,
39ni lo más alto, ni lo más profundo, ni ninguna otra de las cosas creadas por Dios. ¡Nada podrá separarnos del amor que Dios nos ha mostrado en Cristo Jesús nuestro Señor!