Salmos 36

SALMO 36 (35)

Maldad del hombre y bondad de Dios

2La maldad habla al malvado

en lo íntimo de su corazón.

Jamás tiene él presente

que hay que temer a Dios.

3Se cree tan digno de alabanzas,

que no encuentra odiosa su maldad.

4Es malhablado y mentiroso,

perdió el buen juicio, dejó de hacer el bien.

5Acostado en su cama, planea hacer lo malo;

tan aferrado está a su mal camino

que no quiere renunciar a la maldad.

6Pero tu amor, Señor, llega hasta el cielo;[#36.6 Este paso brusco de la reflexión sapiencial a la alabanza hace resaltar más la oposición entre la bondad del Señor y la maldad del impío. Cf. Sal 5.5-7.]

tu fidelidad alcanza al cielo azul.

7Tu justicia es como las grandes montañas;

tus decretos son como el mar grande y profundo.

Tú, Señor, cuidas de hombres y animales.

8¡Qué maravilloso es tu amor, oh Dios!

¡Bajo tus alas, los hombres buscan protección!

9Quedan completamente satisfechos

con la abundante comida de tu casa;

tú les das a beber de un río delicioso,

10porque en ti está la fuente de la vida

y en tu luz podemos ver la luz.

11Brinda siempre tu amor y tu justicia

a los que te conocen,

a los hombres honrados.

12No dejes que me pisoteen los orgullosos

ni que me zarandeen los malvados.

13¡Vean cómo caen los malhechores!

¡Caen para no volver a levantarse!

Texto Bíblico: Dios habla hoy © Sociedades Bíblicas Unidas, 1966, 1970, 1979, 1983, 1994.
Published by: United Bible Societies