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1Cuando Pablo y Bernabé estaban en Antioquía de Siria, llegaron unos hombres de Judea y comenzaron a enseñarles a los creyentes: «A menos que se circunciden como exige la ley de Moisés, no podrán ser salvos».[#15:1 En griego hermanos ; también en 15:3, 23, 32, 33, 36, 40.]
2Pablo y Bernabé no estaban de acuerdo con ellos y discutieron con vehemencia. Finalmente, la iglesia decidió enviar a Pablo y a Bernabé a Jerusalén, junto con algunos creyentes del lugar, para que hablaran con los apóstoles y con los ancianos sobre esta cuestión.
3La iglesia envió a los delegados a Jerusalén, quienes de camino se detuvieron en Fenicia y Samaria para visitar a los creyentes. Les contaron —para alegría de todos— que los gentiles también se convertían.[#15:3 Gentil[es], que no es judío.]
4Cuando llegaron a Jerusalén, toda la iglesia —incluidos los apóstoles y los ancianos— dio la bienvenida a Pablo y a Bernabé, quienes les informaron acerca de todo lo que Dios había hecho por medio de ellos.
5Pero después algunos creyentes que pertenecían a la secta de los fariseos se pusieron de pie e insistieron: «Los convertidos gentiles deben ser circuncidados y hay que exigirles que sigan la ley de Moisés».
6Así que los apóstoles y los ancianos se reunieron para resolver este asunto.
7En la reunión, después de una larga discusión, Pedro se puso de pie y se dirigió a ellos de la siguiente manera: «Hermanos, todos ustedes saben que hace tiempo Dios me eligió de entre ustedes para que predicara a los gentiles a fin de que pudieran oír la Buena Noticia y creer.
8Dios conoce el corazón humano y él confirmó que acepta a los gentiles al darles el Espíritu Santo, tal como lo hizo con nosotros.
9Él no hizo ninguna distinción entre nosotros y ellos, pues les limpió el corazón por medio de la fe.
10Entonces, ¿por qué ahora desafían a Dios al poner cargas sobre los creyentes gentiles con un yugo que ni nosotros ni nuestros antepasados pudimos llevar?[#15:10 En griego discípulos .]
11Nosotros creemos que todos somos salvos de la misma manera, por la gracia no merecida que proviene del Señor Jesús».
12Todos escucharon en silencio mientras Bernabé y Pablo les contaron de las señales milagrosas y maravillas que Dios había hecho por medio de ellos entre los gentiles.
13Cuando terminaron, Santiago se puso de pie y dijo: «Hermanos, escúchenme.
14Pedro les ha contado de cuando Dios visitó por primera vez a los gentiles para tomar de entre ellos un pueblo para sí mismo.[#15:14 En griego Simeón .]
15Y la conversión de los gentiles es precisamente lo que los profetas predijeron. Como está escrito:
16“Después yo volveré
y restauraré la casa caída de David.
Reconstruiré sus ruinas
y la restauraré,
17para que el resto de la humanidad busque al Señor ,
incluidos los gentiles,
todos los que he llamado a ser míos.
El Señor ha hablado,
18Aquel que hizo que estas cosas se dieran a conocer desde hace mucho”.[#15:16-18 Am 9:11-12 (versión griega); Is 45:21.]
19»Y mi opinión entonces es que no debemos ponerles obstáculos a los gentiles que se convierten a Dios.
20Al contrario, deberíamos escribirles y decirles que se abstengan de comer alimentos ofrecidos a ídolos, de inmoralidad sexual, de comer carne de animales estrangulados y de consumir sangre.
21Pues esas leyes de Moisés se han predicado todos los días de descanso en las sinagogas judías de cada ciudad durante muchas generaciones».
22Entonces los apóstoles y los ancianos, junto con toda la iglesia de Jerusalén, escogieron delegados y los enviaron a Antioquía de Siria con Pablo y Bernabé para que informaran acerca de esta decisión. Los delegados escogidos eran dos de los líderes de la iglesia: Judas (también llamado Barsabás) y Silas.[#15:22 En griego eran líderes entre los hermanos .]
23La carta que llevaron decía lo siguiente:
30Los mensajeros salieron de inmediato para Antioquía, donde convocaron a una reunión general de los creyentes y entregaron la carta.
31Y hubo mucha alegría en toda la iglesia ese día cuando leyeron este mensaje alentador.
32Entonces Judas y Silas, ambos profetas, hablaron largo y tendido con los creyentes para animarlos y fortalecerlos en su fe.
33Se quedaron allí un tiempo, y luego los creyentes los enviaron de regreso a la iglesia de Jerusalén con una bendición de paz.[#15:33 Algunos manuscritos agregan el versículo 34: Pero Silas decidió quedarse allí .]
35Pablo y Bernabé se quedaron en Antioquía. Ellos y muchos otros enseñaban y predicaban la palabra del Señor en esa ciudad.
36Después de un tiempo Pablo le dijo a Bernabé: «Volvamos a visitar cada una de las ciudades donde ya antes predicamos la palabra del Señor para ver cómo andan los nuevos creyentes».
37Bernabé estuvo de acuerdo y quería llevar con ellos a Juan Marcos;
38pero Pablo se opuso terminantemente ya que Juan Marcos los había abandonado en Panfilia y no había continuado con ellos en el trabajo.
39Su desacuerdo fue tan intenso que se separaron. Bernabé tomó a Juan Marcos consigo y navegó hacia Chipre.
40Pablo escogió a Silas y, al salir, los creyentes lo encomendaron al cuidado misericordioso del Señor.
41Luego viajó por toda Siria y Cilicia, fortaleciendo a las iglesias.