ISAÍAS 6

Teofanía y vocación de Isaías

1El año en que murió el rey Ozías, vi al Señor sentado en su alto y excelso trono. El ruedo de su manto llenaba el Templo.[#6,1: La mención de este rey de Judá sitúa la vocación de Isaías en torno al año 740 a. C.; #Ex 40,34-35; 1 Re 8,10-12; 22,19; (ver Ez 1,5-12); Ap 4,2-8.]

2Por encima de él había serafines, con seis alas cada uno: con dos se tapaban la cara, con otras dos se tapaban los genitales, y con el tercer par de alas se mantenían en vuelo.[#6,2: Término que significa “los ígneos”; eran seres mitológicos relacionados con el ámbito de las divinidades del Oriente Próximo, a cuyo servicio estaban. Se trata probablemente de los mismos “seres de fuego” de Ez 28,14.— Lit En la cultura del antiguo Israel la palabra pies tenía, en algunas ocasiones, valor eufemístico para evitar referirse abiertamente a los órganos sexuales.]

3Se gritaban entre sí, diciendo: “Santo, santo, santo, el Señor del universo; la tierra toda rebosa de su gloria”.[#Nm 14,21.]

4Los quicios de las puertas temblaron ante el estruendo de su voz, y el Templo se llenó de humo.

5Me dije entonces:

“¡Ay de mí, estoy perdido!

Soy un hombre de labios impuros,

yo, que habito entre gente de labios impuros,

y he visto con mis propios ojos

al Rey, Señor del universo”.

6Voló entonces hacia mí uno de los serafines, con un ascua en su mano; la había tomado del altar con unas tenazas[#6,6: Si los labios del profeta son “impuros”, el fuego es elemento purificador por excelencia; la imagen resulta, pues, perfectamente adecuada.]

7y la puso en mi boca diciendo: “Al tocar esto tus labios, tu culpa desaparece, se perdona tu pecado”.[#6,7: No se trata necesariamente de ofensas al Señor, sino de la indignidad que siente el profeta ante la majestad y la santidad de Yahvé. Tras quedar purificados sus labios, el profeta ya es digno de proclamar la Palabra.]

8Oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré? ¿Quién irá por nosotros? Contesté: “Yo mismo. Envíame”.[#Jr 1,5-10; Ez 2,1-7.]

9Él añadió: Ve a decir a este pueblo:

Escuchen con atención, pero no entiendan;

observen con cuidado, pero no aprendan.

10Embota el corazón de este pueblo,

endurece sus oídos y ciega sus ojos,

no sea que acaben viendo y oyendo,

que su corazón entienda,

se convierta y se cure.

11Yo pregunté: “¿Hasta cuándo, Señor?”. Me respondió:

Hasta que queden desoladas

y sin habitantes las ciudades,

las casas sin personas,

los campos devastados.

12El Señor alejará a la gente,

aumentará el abandono del país.

13Si queda una décima parte,

será de nuevo arrasada;

como una encina o un roble,

que al talarlos queda un tocón.

Semilla santa será su tocón.

La Biblia Hispanoamericana (BHTI) Traducción Interconfesional versión hispanoamericana Copyright © Sociedad Bíblica de España, 2011 Utilizada con permiso
Published by: Bible Society of Spain