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1Por amor de Sión no callaré,
no descansaré por Jerusalén,
hasta que irradie su justicia como luz
y arda como antorcha su salvación.
2Verán las naciones tu prosperidad,[#62,1-2: En perfecto paralelismo; su significado, por tanto, debe ser muy similar; ver nota a 59,9]
los reyes contemplarán tu grandeza,
y te pondrán un nombre nuevo,
designado por la boca del Señor.
3Serás corona de honor en mano del Señor
y diadema real en la palma de tu Dios.
4Ya no te llamarán “Abandonada”,
ni dirán a tu tierra “Desolada”,
pues te llamarán “Querida mía”,
dirán a tu tierra “Desposada”;
pues el Señor te quiere a ti
y tu tierra tendrá ya marido.
5Como un joven se casa con su novia,
así te desposa quien te construyó;
la alegría del novio por su novia
es la alegría de tu Dios por ti.
6Sobre tus muros, Jerusalén,
he apostado centinelas;
ni de día ni de noche
permanecen en silencio.
Los que se lo recuerdan al Señor,
no se tomen descanso alguno;
7no den descanso al Señor
hasta que la consolide,
hasta que haga de Jerusalén
tema de alabanza en la tierra.
8Lo ha jurado el Señor solemnemente,[#62,8: Lit.]
levantando su brazo poderoso:
no daré otra vez tu trigo
para que lo coman tus enemigos;
no beberán extranjeros tu mosto,
que tantos trabajos te costó.
9Lo comerán los cosechadores
y alabarán al Señor;
lo beberán los vendimiadores
en mis santos atrios.
10Pasen, pasen por las puertas,[#62,10-12: La tonalidad y el vocabulario de estos versículos hace que numerosos estudiosos atribuyan este pasaje al autor del Segundo Isaías (ver 40,3; 42,16; 49,9-11; 51,10-11).]
señalen al pueblo el camino;
allanen, allanen la calzada,
déjenla bien despedregada;
icen una enseña a los pueblos.
11El Señor proclama un mensaje
hasta el confín de la tierra:
Digan a la ciudad de Sión:
“ya está aquí tu Salvador;
con él llega su recompensa,
viene precedido de su premio”.
12Los llamarán “Pueblo del Santo”,
les dirán “Rescatados del Señor”,
y a ti te llamarán “Anhelada”,
te dirán “Ciudad no abandonada”.