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1Vi luego otro ángel lleno de poder. Bajaba del cielo envuelto en una nube y el arco iris coronaba su cabeza. Su rostro resplandecía como el sol y sus piernas eran semejantes a columnas de fuego.
2Tenía abierto en su mano un pequeño libro. Puso su pie derecho sobre el mar y su pie izquierdo sobre la tierra firme,[#10,2: El diminutivo del texto original se debe tal vez a la implícita comparación con el gigantesco y poderoso ángel que lo lleva en sus manos. En los pasajes siguientes, en los que aparece varias veces el mismo término, se prescinde del diminutivo en la traducción.; #Ez 2,8—3,3.]
3y dejó oír su voz, poderosa como rugido de león. A su grito respondió el retumbar de siete truenos[#10,3: Además del número , que como se sabe significa totalidad y perfección (ver notas a 1,11 y 4,4-5), los simbolizan la voz de Dios que convoca a juicio.; #Os 10,10; Am 1,2; 3,8.]
4y una vez que resonaron los siete truenos, yo me dispuse a escribir. Pero una voz me dijo desde el cielo:
— No escribas. Mantén en secreto las palabras de los siete truenos.
5Entonces el ángel que yo había visto de pie sobre el mar y la tierra firme, levantó al cielo la mano derecha
6y pronunció este juramento:
— Por el que vive por siempre y para siempre; por el que creó el cielo, la tierra, el mar y cuanto en ellos se contiene, juro que el plazo se ha cumplido
7y que en aquel día, cuando el séptimo ángel se disponga a tocar su trompeta, Dios cumplirá su plan secreto anunciado como buena noticia a sus servidores los profetas.[#10,7: Lit. . Ver notas a Mc 1.1 y Rm 1.1.; #Am 3,7; Za 1,6; Rm 16,25; Ef 1,9; 3,3-5.9, Col 1,26-27.]
8Y la misma voz que había escuchado desde el cielo, de nuevo me hablaba y me decía:
— Vete y toma el libro que tiene abierto en su mano el ángel que está en pie sobre el mar y la tierra firme.
9Me acerqué al ángel y le pedí que me diera el libro. Él me contestó:
— Tómalo y cómetelo. Aunque te amargue las entrañas, será en tu boca dulce como la miel.
10Tomé, pues, el libro de la mano del ángel y me lo comí. Y resultó verdaderamente dulce como la miel en mi boca, pero amargo en mis entrañas una vez que me lo comí.[#Ez 3,3.]
11Y me dijo alguien:
— Debes aún proclamar un mensaje profético sobre multitud de pueblos, razas, lenguas y reinos.