ECLESIÁSTICO 24

II.— EXCELENCIAS DE LA SABIDURÍA (24,1—42,14)

Autoelogio de la sabiduría

1La sabiduría difunde su propia alabanza,

en medio de su pueblo proclama su grandeza.

2Abre su boca en la asamblea del Altísimo

y se engrandece en presencia de su potestad:

3“Yo salí de la boca del Altísimo

y cubrí la tierra como niebla.

4Puse mi tienda en las alturas

y asenté mi trono sobre las nubes.

5Recorrí sola la bóveda celeste

y caminé por lo profundo del abismo.

6Dominé sobre los mares y la tierra,

sobre todos los pueblos y naciones.

7Busqué un lugar de reposo en todos ellos,

una heredad donde establecer mi residencia.

8El Creador del universo me dio un mandato,

el que me hizo decidió cuál debía ser mi morada.

Me dijo: ‘Establece tu tienda en Jacob,

ten a Israel como heredad’.

9Antes del tiempo, desde el mismo principio me creó,

y por toda la eternidad no dejaré de existir.

10Rendí culto al Altísimo en su morada santa,

y así quedé consolidada en medio de Sión.

11En la ciudad bien amada me concedió descanso,

en Jerusalén hago yo resplandecer mi señorío.

12En medio de un pueblo glorioso he echado raíces,

el pueblo que el Señor escogió como heredad.

13Allí crecí como cedro en el Líbano,

como ciprés en las cumbres del Hermón,

14como palmera en el oasis de Engadí,

como plantación de rosales en Jericó,

como esbelto olivo en la llanura,

como árbol de plátanos crecí.

15Exhalé perfume como cinamomo y espliego,

como mirra escogida esparcí mi aroma,

como gálbano, resina y aceite oloroso,

como nube de incienso en el santuario.

16Como terebinto extendí mis ramas,

ramas llenas de belleza y majestad.

17Soy como vid que echa hermosos sarmientos,

mis flores producen frutos sazonados y abundantes.

19Que se acerquen a mí los que me desean

y coman de mis frutos hasta hartarse.

20Porque recordarme es más dulce que la miel,

y poseerme es más valioso que el panal de la miel.

21Los que me coman se quedarán con hambre,

los que me beban querrán beber más.

22El que me obedece no quedará decepcionado,

los que me hacen caso no pecarán”.

Ley y sabiduría

23Este es el libro de la alianza del Altísimo,

la ley que Moisés nos prescribió

como herencia para la asamblea de Jacob.

25Una ley rebosante de sabiduría como el Pisón,

como el Tigris en plena primavera;

26una ley desbordante de inteligencia

como el Éufrates o el Jordán en época de siega;

27una ley repleta de enseñanza como el Nilo[#24,27: Así según una antigua versión siriaca aceptada como más correcta por la mayoría de las traducciones modernas. La versión griega, probablemente por confusión entre los vocablos hebreos “Nilo” y “luz”, que son muy semejantes, propone: .]

o el torrente Guijón en tiempo de vendimia.

28Ni el primer ser humano conoció la sabiduría,

ni el último logrará investigarla hasta el fondo.

29Y es que su pensamiento es más vasto que el océano,

sus designios más profundos que el abismo.

Reflexiones del autor

30Yo soy como canal que parte de un río,

como acequia que se adentra en un jardín.

31Dije: “Voy a regar mi huerto,

a empapar de agua mis parterres”.

Pero el canal se me transformó en río

y el río se me convirtió en mar.

32Haré que resplandezca la instrucción

como resplandece la luz de la aurora,

difundiré su fulgor a gran distancia;

33extenderé la enseñanza como una profecía,

la transmitiré a las generaciones del futuro.

34Ya ven que no me he esforzado sólo para mí,

sino para todos los que buscan sabiduría.

La Biblia Hispanoamericana (BHTI) Traducción Interconfesional versión hispanoamericana Copyright © Sociedad Bíblica de España, 2011 Utilizada con permiso
Published by: Bible Society of Spain