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1El Señor afirma: «En ese tiempo yo seré el Dios de todas las tribus de Israel, y ellas serán mi pueblo.»[#31.1 Véanse las referencias en Jer 7.23 n.]
2El Señor dice:
«En el desierto me mostré bondadoso
con el pueblo que escapó de la muerte.
Cuando Israel buscaba un lugar de descanso,
3yo me aparecí a él de lejos.[#31.3 según la versión griega (LXX). Heb. el Señor se me apareció .]
Yo te he amado con amor eterno;
por eso te sigo tratando con bondad.
4Te reconstruiré, Israel.
De nuevo vendrás con panderetas
a bailar alegremente.
5Volverás a plantar viñedos[#31.5 La viña tarda varios años en dar frutos; por lo tanto, la promesa de volver a plantar viñedos sugiere la idea de un largo período de paz y seguridad. Cf. Is 65.21; Am 9.14.]
en las colinas de Samaria,
y los que planten viñas
gozarán de sus frutos.
6Porque vendrá un día en que los centinelas
gritarán en las colinas de Efraín:
“Vengan ustedes, vamos a Sión,
al Señor nuestro Dios.”»
7El Señor dice:
«Canten de gozo y alegría por el pueblo de Jacob,
la principal entre todas las naciones.
Hagan oír sus alabanzas y digan:
“El Señor salvó a su pueblo,
lo que quedaba de Israel.”
8Voy a hacerlos volver del país del norte,
y a reunirlos del último rincón del mundo.
Con ellos vendrán los ciegos y los cojos,
las mujeres embarazadas y las que ya dieron a luz;
¡volverá una enorme multitud!
9Vendrán orando y llorando.
Yo los llevaré a corrientes de agua,
por un camino llano, donde no tropiecen.
Pues soy el padre de Israel,
y Efraín es mi hijo mayor.
10»Naciones, escuchen la palabra del Señor
y anuncien en las costas lejanas:
“El Señor dispersó a Israel,
pero lo reunirá y lo cuidará
como cuida el pastor a sus ovejas.”
11Porque el Señor rescató al pueblo de Jacob,
lo libró de una nación más poderosa.
12»Vendrán y cantarán de alegría en lo alto de Sión,
se deleitarán con los beneficios del Señor:
el trigo, el vino y el aceite,
las ovejas y las reses.
Serán como una huerta bien regada,
y no volverán a perder las fuerzas.
13Las muchachas bailarán alegremente,
lo mismo que los jóvenes y los viejos.
Yo les daré consuelo:
convertiré su llanto en alegría,
y les daré una alegría mayor que su dolor.
14Haré que los sacerdotes coman los mejores alimentos
y que mi pueblo disfrute en abundancia de mis bienes.
Yo, el Señor, lo afirmo.»
15El Señor dice:
«Se oye una voz en Ramá,
de alguien que llora amargamente.
Es Raquel, que llora por sus hijos,
y no quiere ser consolada
porque ya están muertos.»
16Pero el Señor le dice:
«Raquel, no llores más;
ya no derrames tus lágrimas,
pues tus penas tendrán su recompensa:
tus hijos volverán del país enemigo.
Yo, el Señor, lo afirmo.
17Hay una esperanza para tu futuro:
tus hijos volverán a su patria.
Yo, el Señor, lo afirmo.
18He oído al pueblo de Efraín quejarse amargamente:
“Yo era como un novillo sin domar,
pero tú me has domado;
hazme volver a ti,
pues tú eres el Señor, mi Dios.
19Yo me aparté de ti,
pero estoy arrepentido;
he reconocido mi pecado
y me doy golpes en el muslo;
me siento avergonzado y humillado
por los pecados de mi juventud.”
20»El pueblo de Efraín es para mí un hijo amado;[#31.20 Véase Jer 31.6 nota.]
es el hijo que más quiero.
Aun cuando lo reprendo,
no dejo de acordarme de él;
mi corazón se conmueve
y siento por él gran compasión.
Yo, el Señor, lo afirmo.
21»Israel, marca con señales el camino,
para que vuelvas a encontrarlo fácilmente;
fíjate bien en el camino que anduviste.
¡Vuelve, pueblo de Israel,
vuelve a tus ciudades!
22¿Hasta cuándo vas a ir de un lado a otro,
como una hija descarriada?
Yo, el Señor, he creado algo nuevo en este mundo:
una mujer que corteja a un hombre.»
23El Señor todopoderoso, el Dios de Israel, dice: «Cuando yo cambie la suerte de la gente de Judá, y ellos estén de nuevo en su tierra y en sus ciudades, dirán otra vez: “¡Que el Señor bendiga este monte santo donde habita la justicia!”[#31.23 Respecto de la expresión cambié la suerte, véanse las referencias en Jer 29.14 n.; #31.23 es decir, el monte Sión, donde había sido erigido el templo de Jerusalén. Véase Sal 2.6 n.]
24La gente de Judá y de sus ciudades, los agricultores y los pastores de rebaños vivirán ahí.
25Pues daré de comer y de beber en abundancia a los que estén cansados y sin fuerzas.»
26En esto me desperté y abrí los ojos. Mi sueño me agradó.[#31.26 Acerca de los sueños como uno de los medios utilizados por Dios para comunicar su palabra, véase 1 R 3.5 n.; cf. también Jer 23.25. En el caso presente, el sueño resulta agradable porque transmite un mensaje de esperanza para el pueblo de Dios.]
27El Señor afirma: «Vendrá un día en que haré que hombres y animales abunden en Israel y en Judá.
28Y así como estuve atento para arrancar, derribar, echar abajo, destruir y causar daños, así también estaré vigilante para construir y plantar. Yo, el Señor, lo afirmo.[#31.28 Véase Jer 1.11-12 n.; #31.28 Véase Jer 1.10 n.]
29»En aquel tiempo no volverá a decirse: “Los padres comen uvas agrias y a los hijos se les destemplan los dientes.”
30Porque será que a quien coma uvas agrias, a ese se le destemplarán los dientes. Cada cual morirá por su propio pecado.»[#31.29-30 El principio expuesto en estos vv. será objeto de amplio desarrollo en Ez 18.1-20. Véase Dt 24.16 n.; cf. 2 R 14.6.]
31El Señor afirma: «Vendrá un día en que haré una nueva alianza con Israel y con Judá.[#31.31 El mensaje de esperanza contenido en el «Libro de la consolación» (véase Jer 30.1-9 n.) llega a su punto culminante con este anuncio de un nuevo pacto o alianza del Señor con Israel. La antigua alianza se había roto a causa de los pecados e infidelidades del pueblo. Pero ahora el Señor anuncia un nuevo comienzo: él no sólo va a sustituir la alianza sellada en el Sinaí por una nueva, sino que va a transformar el interior de cada uno, a fin de hacerlo dócil a la voluntad de Dios e infundirle el deseo de no apartarse nunca más de él. Esta inquebrantable fidelidad al Señor hará que el nuevo pacto sea también una alianza eterna (Jer 32.40).; #31.31 Cf. Mc 14.24; 1 Co 11.25; 2 Co 3.6.]
32Esta alianza no será como la que hice con sus antepasados, cuando los tomé de la mano para sacarlos de Egipto; porque ellos quebrantaron mi alianza, a pesar de que yo era su dueño. Yo, el Señor, lo afirmo.[#31.32 La alianza del Sinaí imponía a Israel la obligación de cumplir fielmente la voluntad de Dios, expresada de modo especial en los mandamientos y prescripciones de la ley mosaica. Al no cumplir con esta obligación, Israel había hecho que la alianza quedara reducida a letra muerta.]
33Esta será la alianza que haré con Israel en aquel tiempo: Pondré mi ley en su corazón y la escribiré en su mente. Yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Yo, el Señor, lo afirmo.[#31.33 Citado en Heb 10.16. Este v. especifica la auténtica novedad de la alianza prometida para el futuro: la ley del Señor ya no estará escrita en tablas de piedra (cf. Ex 24.12; 31.18; 34.1; Dt 4.13) sino en corazones humanos (2 Co 3.3).; #31.33 Véanse las referencias en Jer 7.23 n.]
34Ya no será necesario que unos a otros, amigos y parientes, tengan que instruirse para que me conozcan, porque todos, desde el más grande hasta el más pequeño, me conocerán. Yo les perdonaré su maldad y no me acordaré más de sus pecados. Yo, el Señor, lo afirmo.»[#31.34 Acerca del significado bíblico del verbo conocer, véanse Gn 2.9 nota; Jer 1.5 nota.; #31.34 El perdón de los pecados hará que el nuevo pacto sea una alianza de reconciliación. Cf. Is 43.25; 44.22; Jer 50.20; Ez 36.29; Zac 13.1.; #31.31-34 Este pasaje se cita entero en Heb 8.8-12, y parcialmente en Ro 11.27. Cf. Jer 32.38-40; Heb 10.16-17.]
35El Señor, que puso el sol para alumbrar de día
y la luna y las estrellas para alumbrar de noche,
que hace que el mar se agite y rujan sus olas,
que tiene por nombre el Señor todopoderoso, dice:
36«Si un día llegaran a fallar
estas leyes que he establecido,
ese día Israel dejaría de ser mi pueblo.
Yo, el Señor, lo afirmo.
37Si un día se llegara a medir el cielo
y a explorar la tierra hasta sus cimientos,
ese día yo rechazaría a Israel
por todo lo que ha hecho.
Yo, el Señor, lo afirmo.»
38El Señor afirma: «Vendrá un día en que mi ciudad será reconstruida, desde la torre de Hananel hasta la Puerta del Ángulo.
39Los límites irán, en línea recta, desde allí hasta la colina de Gareb, y luego torcerán hacia Goá.
40Todo el valle donde se entierra a los muertos y se tira la ceniza, y todos los campos que están encima del arroyo Cedrón hasta el ángulo de la Puerta de los Caballos, al oriente, me estarán consagrados, y todo esto no volverá jamás a ser derribado ni destruido.»[#31.38-40 Este oráculo profético señala expresamente los límites de Jerusalén para indicar que toda la ciudad sería reconstruida después de su destrucción en el año 586 a.C. La torre de Hananel se encontraba en el extremo nordeste (Neh 3.1; 12.39; Zac 14.10); la Puerta del Ángulo (llamada también Puerta de la Esquina; cf. 2 R 14.13; 2 Cr 26.9), en el extremo noroeste; el valle de Ben-hinom, al sur (Jer 7.31-32); y el arroyo Cedrón, al este. La Puerta de los Caballos estaba probablemente cerca del sudeste de la ciudad (2 R 11.16; Neh 3.28), y la colina de Gareb y Goá, al sudeste y sudoeste, respectivamente.]