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1Después de esto, miré y vi una puerta abierta en el cielo; y la voz que yo había escuchado primero, y que parecía un toque de trompeta, me dijo: «Sube acá y te mostraré las cosas que tienen que suceder después de estas.»[#4.1 La puerta abierta ofrece al profeta acceso al cielo para ver la visión de las cosas que tienen que suceder después. Las imágenes de esta visión están influidas por Ez 1 y 3; cf. Is 6.]
2En ese momento quedé bajo el poder del Espíritu, y vi un trono puesto en el cielo, y alguien estaba sentado en el trono.[#4.2 Véase Ap 1.10 nota.]
3El que estaba sentado en el trono tenía el aspecto de un diamante o de un rubí, y alrededor del trono había un arco iris que brillaba como una esmeralda;[#4.3 Con frecuencia el autor describe la belleza de personas u objetos con referencia a piedras preciosas. La equivalencia en la terminología actual no es segura. Como la más preciosa aparece la que aquí se traduce diamante, aunque, por la forma de la palabra griega, suele traducirse por jaspe .; #4.2-3 Cf. Ez 1.26-28; 10.1. El autor se limita a describir el brillo de la gloria divina sin atribuir a Dios ningún rasgo humano, para destacar su trascendencia.]
4también alrededor del trono vi otros veinticuatro tronos, en los cuales estaban sentados veinticuatro ancianos: iban vestidos de blanco y llevaban una corona de oro en la cabeza.[#4.4 El doce y sus múltiplos son números simbólicos (cf. las doce tribus de Israel, los doce apóstoles). Estos ancianos son como la corte celestial; representan a todo el pueblo de Dios ya glorificado. Algunos los interpretan como seres angélicos.]
5Del trono salían relámpagos, voces y truenos; y delante del trono ardían siete antorchas de fuego, que son los siete espíritus de Dios.[#4.5 o estruendos .; #4.5 Ap 8.5; 11.19; 16.18; cf. la manifestación de la presencia de Dios en Ex 19.16; Ez 1.4.; #4.5 Cf. Ez 1.13.; #4.5 Ap 1.4; cf. Zac 4.2.]
6Delante del trono había también algo que parecía un mar, transparente como el cristal.[#4.6 Posible alusión a Ez 1.22, o a Ex 24.10.]
En el centro, donde estaba el trono, y a su alrededor, había cuatro seres vivientes llenos de ojos por delante y por detrás.
7El primero de aquellos seres parecía un león, el segundo parecía un toro, el tercero tenía aspecto humano, y el cuarto parecía un águila volando.
8Cada uno de los cuatro seres vivientes tenía seis alas, y estaba cubierto de ojos por fuera y por dentro. Y ni de día ni de noche dejaban de decir:[#4.6-8 Los seres vivientes evocan a los «seres alados» de Ez 1.4-21; 10.1-14, y a los «seres como de fuego» de Is 6.1-7; cf. los seres alados del arca de la alianza (Ex 25.17-22; 1 S 4.4; Sal 80.1 [2]). Aquí pueden simbolizar a las criaturas angélicas.]
«¡Santo, santo, santo es el Señor,
Dios todopoderoso,
el que era y es y ha de venir!»
9-10Cada vez que esos seres vivientes dan gloria y honor y gracias al que está sentado en el trono, al que vive por todos los siglos, los veinticuatro ancianos se arrodillan ante él y lo adoran y, arrojando sus coronas delante del trono, dicen:
11«Tú eres digno, Señor y Dios nuestro,
de recibir la gloria, el honor y el poder,
porque tú has creado todas las cosas;
por tu voluntad existen y han sido creadas.»