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1Jesús siguió su ministerio, y recorría ciudades y pueblos, anunciando y proclamando el Evangelio del reino de Dios que transforma toda la existencia humana; y los doce apóstoles estaban con Él,
2también le acompañaban algunas mujeres que habían sido sanadas de enfermedades y espíritus malignos, entre ellas: María la llamada Magdalena, de la cual expulsó siete demonios.[#(daimónia) sustantivo neutro, segunda declinación, segunda sección, caso nominativo, plural, traduce: demonios. Viene del nominativo (daimónion) que es una derivación de (daímon). Sustantivo con varios significados, tales como: un espíritu maligno, un plasmador (idea del demiurgo en la filosofía griega), un inspirador, una enfermedad o espíritu de enfermedad, un problema psicológico, entre otros.]
3Juana, mujer de Cuza, administrador de Herodes y Susana; así como muchas otras, quienes ayudaban económicamente a Jesús en su ministerio.
4Se juntó una gran multitud, de los que venían de cada ciudad para escucharlo, y les enseñaba con una comparación:[#(parabolés), sustantivo femenino, primera declinación, tercera sección, caso genitivo singular, traduce: de la parábola, de la comparación. Viene del nominativo (parabolé) tiene su origen en el término hebreo מָשָׁל (mashal) que significa comparación. Desde esta definición, la parábola es una comparación continuada, tiene una moraleja o enseñanza y los componentes de la parábola son verosímiles, son creíbles. La parábola es de origen judío. Los rabinos usaban esta figura literaria para ilustrar un aspecto de la ley, de la Torá. Jesucristo tomó las parábolas rabínicas y las adaptó para su enseñanza. Jesús utiliza en su predicación las parábolas, con la finalidad de ilustrar un aspecto del reino.]
5– Un agricultor salió a sembrar sus semillas; y al sembrar, unas semillas cayeron junto al camino, y fueron pisoteadas y los pájaros se las comieron.
6Otras semillas cayeron en terreno pedregoso, y cuando crecieron se secaron por no tener humedad suficiente en esta tierra pedregosa.
7Otras semillas cayeron en medio de los espinos, y al crecer juntos, los espinos las ahogaron.
8Y otras semillas cayeron en buena tierra, crecieron y produjeron frutos al ciento por ciento.
Jesús añadió:
– El que tenga oídos para oír, que oiga.
9Sus discípulos le preguntaron:
– ¿Qué significa esta comparación?
10Jesús les respondió:
– A ustedes que son mis discípulos, ha sido revelado el misterio del reino de Dios; pero a los que no son mis discípulos, les enseño por medio de parábolas o comparaciones, para que entiendan muchas cosas; “pues aunque sus ojos están abiertos, no logran ver, y aunque sus oídos están abiertos, no pueden escuchar.”
11Jesús siguió explicándoles:
– Este es el significado de la comparación: la semilla es la palabra de Dios.
12Las semillas que cayeron junto al camino representan a aquellos que, luego de escuchar la palabra de Dios, viene el diablo y les quita la palabra de sus corazones para que no crean y puedan ser salvos.
13Las semillas que cayeron en terreno pedregoso son aquellos que con gozo recibieron la palabra, creen por algún tiempo, pero como no tienen profundidad para discernirla y entenderla, vienen los tiempos de prueba y se secan y mueren ante los desafíos de la vida.
14Las semillas que cayeron entre espinos representan a los que escuchan la palabra, pero las preocupaciones de este mundo, las riquezas y los placeres de la vida, los ahogan, y no logran desarrollarse, ni crecer, así que tampoco producen frutos.
15Las semillas que cayeron en buena tierra son las personas que escucharon la palabra de Dios y la aceptaron en sus corazones con una buena actitud, la pusieron en práctica, se mantuvieron firmes a pesar de todo y por ello, producen frutos.
16Jesús les enseñó con un ejemplo más:
– Nadie enciende una lámpara y la pone dentro de una olla tapada o debajo de una cama, más bien la ponen en un candelero, para que ilumine toda la casa y los que entren vean la luz.
17Porque no hay nada oculto que no haya de ser revelado, tampoco hay secretos que no hayan de ser conocidos, todo saldrá a la luz.
18Por eso, presten mucha atención, porque a los que entienden algo acerca de los secretos del reino, se les enseñarán muchísimas cosas más. Pero a los que no entienden nada de los secretos del reino, se les hará olvidar hasta lo que creen saber.
19La madre y los hermanos de Jesús fueron a verlo, pero no pudieron acercarse a Él, por causa de la multitud.
20Le informaron a Jesús que su madre y sus hermanos estaban afuera y deseaban verlo.
21Entonces Él contestó:
– Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la palabra de Dios y la practican.
22En uno de aquellos días, Jesús y sus discípulos entraron a una barca, y Jesús les dijo:
– Pasemos al otro lado del lago.
Y partieron a aguas profundas.
23Mientras navegaban, Jesús se durmió; entonces empezó una fuerte tempestad de viento en el lago, de modo que la barca comenzó a inundarse y estaba en peligro de hundirse.
24Los discípulos se acercaron y despertaron a Jesús, diciéndole:
– ¡Maestro, Maestro!, ¡nos estamos hundiendo!
Pero Él se despertó, reprendió al viento y las olas del lago se calmaron, se terminó la tempestad, y se hizo una gran calma.
25Entonces Jesús les dijo:
– ¿Dónde está la fe de ustedes?
Atemorizados, pero a la vez maravillados, ellos se decían unos a otros:
– ¿Quién es este, que hasta los vientos y el agua le obedecen?
26Jesús y sus discípulos llegaron a la región de los gerasenos, que está al otro lado del lago, frente a Galilea.
27Cuando Jesús pisó tierra firme, un hombre de la ciudad, que tenía demonios, fue a su encuentro; hacía mucho tiempo que este hombre andaba desnudo y no vivía en ninguna casa, sino entre los sepulcros.
28Cuando vio a Jesús, gritó horriblemente, se postró ante Él y exclamó con fuerza:
– ¿Qué te hice, Jesús Hijo del Dios Altísimo? ¡Te ruego que no me atormentes!
29Le dijo esto porque Jesús ordenó al espíritu maligno que abandonara al hombre, porque hacía mucho tiempo que se había apoderado de él, y varias veces lo habían atado con cadenas y grilletes, pero él las rompía y se iba a lugares solitarios.
30Jesús le preguntó:
– ¿Cuál es tu nombre?
Él le respondió:
– Me llamo multitud.
Dijo eso porque eran muchos los demonios que afligían al hombre.
31Entonces los demonios le rogaban a Jesús que no les ordenara irse al abismo.[#El gran abismo era una expresión hebrea que surgió en el período intertestamentario. En la literatura rabínica se utiliza para indicar un lugar de castigo para los demonios y espíritus malos. Se describe como un lugar profundo y de oscuridad eterna.]
32Cerca de allí, en el monte, había una manada de cerdos que estaban comiendo; los demonios pidieron a Jesús que les permitiera entrar en estos cerdos. Y Jesús se los permitió.
33Así pues, los demonios salieron del hombre, entraron en los cerdos, y la manada completa se lanzó por un despeñadero al lago y se ahogó.
34Al ver todo eso, los que cuidaban a los cerdos huyeron, y contaron lo sucedido en la ciudad y por los pueblos cercanos.
35Personas de toda la región fueron a ver lo que había pasado, y cuando llegaron donde Jesús, encontraron al hombre que había sido liberado de los demonios sentado a sus pies, bien vestido y en su sano juicio. Entonces toda esta gente tuvo miedo.
36Y los que presenciaron el exorcismo, propagaron la noticia.
37Entonces, todos los habitantes de la región de los gerasenos, le pidieron a Jesús que se fuera lejos de ellos, porque estaban muy asustados; así que, Jesús entró en la barca para irse.
38Y el hombre que había sido liberado de los demonios estaba con Jesús, y le rogaba que le dejase acompañarlo, pero Jesús lo despidió, diciendo:
39– Regresa a tu casa y divulga todo lo que Dios hizo por ti.
El hombre se fue por toda la ciudad proclamando lo que Jesús hizo en su vida.
40Cuando Jesús regresó a Galilea, la multitud lo recibió con alegría; porque todas las personas lo esperaban.
41De pronto llegó un hombre llamado Jairo, era el jefe de la sinagoga. Se postró a los pies de Jesús, rogándole que fuera hasta su casa
42porque su única hija de doce años estaba muy enferma, casi muriéndose. Mientras acompañaba a Jairo a su casa, la multitud lo apretujaba.
43Había entre la gente una mujer que hacía doce años que padecía de hemorragias, había gastado todos sus recursos para ser curada, pero ningún médico había sido capaz de sanarla.
44Razón por la cual, ella se acercó a Jesús, y por detrás tocó levemente su ropa e inmediatamente se detuvo su hemorragia.
45Entonces, Jesús dijo:
– ¿Quién me tocó?
Todos lo negaron, y Pedro comentó:
– Maestro, toda esta multitud te apretuja.
46Pero Él insistió:
– Alguien me tocó, porque yo sentí un poder sobrenatural salir de mí.
47Cuando la mujer se dio cuenta de que no pasó inadvertida, se acercó temblando y se arrojó a los pies de Jesús, frente a toda la gente. Ella explicó por qué lo había tocado y cómo había sido sanada al instante.
48Jesús le dijo:
– Hija, tu fe te ha sanado, vete en paz.
49Jesús no había ni terminado de hablar cuando llegó un mensajero que venía de la casa de Jairo, y le dijo:
– Tu hija ya murió, no molestes más al Maestro.
50Cuando Jesús escuchó eso, le dijo a Jairo:
– No tengas miedo, solamente ten fe, y será sana y salva.
51Cuando llegaron a la casa, no dejó que nadie entrara con Él, solo dejó entrar a Pedro, Juan, Santiago y a los padres de la niña.
52Todos los que estaban en el lugar lloraban y hacían duelo por la niña muerta, mas Jesús dijo:
– No lloren más, ella no está muerta, apenas duerme.
53La gente se burlaba de Jesús, porque estaban seguros de que la niña estaba muerta.
54Pero Él la tomó por la mano y le dijo:
– ¡Muchacha, levántate!
55Ella recobró la vida e inmediatamente se levantó. Luego Jesús ordenó que le dieran algo de comer.
56Los padres de la niña estaban maravillados; pero Jesús les pidió que no le contaran a nadie lo sucedido.