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1¡Que se alegren la estepa y el yermo,[#35,1: Son imágenes del país desolado.]
que exulte el desierto y florezca!
¡Como el narciso
2florezca sin falta,
que exulte con gritos de alegría!
Le darán la gloria del Líbano,
la majestad del Carmelo y el Sarón;
podrán ver la gloria del Señor,
también la majestad de nuestro Dios.
3Fortalezcan las manos débiles,
aseguren las rodillas vacilantes;
4digan a los alocados:
“Sigan firmes, no teman,
que viene su Dios a vengarlos,
él les trae la recompensa
y viene en persona a salvarlos”.
5Entonces se abrirán los ojos de los ciegos,
los oídos de los sordos se destaparán.
6Entonces saltará el cojo como el ciervo,[#35,6-7: Más que de acciones taumatúrgicas, hay que pensar en imágenes de una nueva situación plena de abundancia y bienestar.]
la lengua del mudo cantará.
Pues manarán aguas en la estepa,
habrá torrenteras en el desierto;
7el páramo se convertirá en estanque,
el sequedal en lugar de manantiales.
La guarida donde sesteaban los chacales
será lugar de cañas y de juncos.
8Allí habrá una calzada consagrada,
que llevará por nombre Vía Sacra;
no será hollada por los impuros,
ni los necios caminarán por ella.
9No habrá por allí leones
ni merodearán bestias feroces;
caminarán por allí los redimidos.
10Volverán los rescatados del Señor
y entrarán con cánticos en Sión:
encabezados por eterna alegría,
seguidos de fiesta y de gozo;
penas y suspiros huirán.