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1Pasjur, hijo de Imer, el principal sacerdote supervisor del Templo del Señor, oyó a Jeremías profetizar todo aquello.
2Entonces Pasjur mandó que azotaran al profeta Jeremías y que lo metieran en el cepo que hay en la Puerta de Benjamín, la de arriba, en el Templo del Señor.
3A la mañana siguiente mandó Pasjur sacar a Jeremías del cepo. Jeremías entonces le dijo:
—El Señor ya no te llama Pasjur, sino Magor Missabib (Terror-En-Derredor);
4pues así dice el Señor: Te voy a convertir en terror para ti y todos tus allegados, que caerán abatidos por la espada enemiga delante de tus ojos. Y voy a entregar a toda la gente de Judá en manos del rey de Babilonia, que los deportará a Babilonia donde los matará a espada.[#2 Re 24,12-15; 25,11-15; Is 39,6.]
5Respecto a la riqueza de esta ciudad, a sus posesiones, a sus objetos de valor y a todos los tesoros de los reyes de Judá, voy a ponerlos a merced de sus enemigos, que los saquearán, los tomarán y se los llevarán a Babilonia.
6Y tú, Pasjur, junto con toda la gente de tu casa, irás al destierro, a Babilonia. Allí morirás y allí serás enterrado con todos tus allegados, a quienes profetizabas en falso.
7Me sedujiste, Señor, y quedé seducido;
me agarraste con fuerza y me sometiste.
Yo era objeto de mofa todo el día,
todo el mundo se burlaba de mí.
8Cuando hablo, tengo que gritar
anunciando violencia y destrucción;
la palabra del Señor me servía
de insulto y burla todo el día.
9Me decía: No me acordaré más de él,
no hablaré más en su nombre.
Pero algo ardía en mi corazón como fuego,
algo ardiente encerrado en mis huesos,
que trataba inútilmente de apagar.
10Oía a muchos murmurar:
«Este es Terror-En-Derredor,
denúncienlo, vamos a denunciarlo».
La gente que me era más cercana
andaba acechando mi traspié:
«Tal vez, seducido, lo sometamos
y podamos vengarnos de él».
11Pero el Señor está conmigo
como poderoso defensor;
por eso tropiezan al perseguirme
y son incapaces de someterme.
Quedan decepcionados al fracasar,
nunca se olvidará su eterno deshonor.
12Señor, que examinas al honrado,
que ves sentimientos y pensamientos,
¡que yo vea que te vengas de ellos,
ya que a ti he encomendado mi causa!
13¡Canten al Señor, alaben al Señor,
que libró la vida del pobre
del poder de los malvados!
14¡Maldito el día en que nací;
no sea bendito el día
en que me dio a luz mi madre!
15¡Maldito el que felicitó
a mi padre diciendo:
«Te ha nacido un hijo varón»,
dándole así una alegría!
16¡Sea ese hombre como las ciudades
que el Señor destruyó sin compasión!
¡Que oiga alaridos por la mañana
y toque de alarma a mediodía!
17¡Por qué no me mataría en el vientre!
Mi madre habría sido mi tumba,
con su vientre preñado para siempre.
18¿Para qué salí del vientre?
¿Para pasar penas y problemas
y consumir mis días deshonrado?