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1Entonces Samuel tomó un recipiente con aceite y, derramándolo sobre la cabeza de Saúl, lo besó y le dijo:[#10.1 Nótese que es un profeta el que consagra al primer rey de Israel. Es decir, que la realeza israelita aparece desde el comienzo vinculada al profetismo. Así se quiere dar a entender que dicha institución debía estar al servicio del pueblo de Dios. En adelante, los profetas reconocerán en principio la autoridad y la misión del rey (cf. 2 S 7), pero no por eso dejarán de reprocharle sus abusos e injusticias. Cf. 2 S 12.1-14; 1 R 18.1-19; Jer 22.1-12.]
—El Señor te consagra hoy gobernante de Israel, su pueblo. Tú lo gobernarás y lo librarás de los enemigos que lo rodean. Y esta será la prueba de que el Señor te ha declarado gobernante de su pueblo:
2Ahora que te separas de mí, encontrarás dos hombres cerca de la tumba de Raquel, en Selsah, en el territorio de Benjamín. Ellos te dirán que ya se han encontrado las asnas que buscabas, y que tu padre ya no está preocupado por ellas sino por ustedes, y se pregunta qué puede hacer por ti.[#10.2 Cf. Gn 35.19.; #10.2 Podría tratarse de una población aún no identificada, aunque también es posible que el texto hebreo esté mal conservado. La versión griega (LXX) trae danzando vigorosamente .]
3Más adelante, cuando llegues a la encina de Tabor, saldrán a tu encuentro tres hombres que suben a Betel para adorar a Dios. Uno llevará tres chivos, otro tres panes, y el tercero un cuero de vino.[#10.3 Esta expresión no se refiere al monte Tabor, situado más al norte, en la llanura de Jezreel o Esdrelón. Algunos la identifican con La encina del llanto, cercana a Betel, debajo de la cual había sido enterrada Débora, la nodriza de Rebeca (Gn 35.8).]
4Te saludarán y te ofrecerán dos panes. Acéptalos.
5Después llegarás a Guibeá de Dios, donde hay una guarnición filistea. Al entrar en la ciudad, te encontrarás con un grupo de profetas en trance, que bajan del santuario. Delante de ellos irá gente tocando salterios, panderos, flautas y arpas.[#10.5 es llamada también Guibeá de Saúl (1 S 15.34; Is 10.29; cf. 1 S 11.4) y Guibeá de Benjamín (1 S 13.2,15; 14.16). Se encontraba a 6 km. al norte de Jerusalén. El complemento de Dios podría tener el valor de un superlativo, y en ese caso el significado del nombre sería Colina muy alta o muy hermosa. Pero, más probablemente, ese nombre se debía al santuario o «lugar alto» que había en sus alrededores (cf. v. 10).; #10.5 Estas agrupaciones de profetas extáticos son una de las manifestaciones más antiguas del profetismo israelita. Sus integrantes solían vivir en las inmediaciones de un santuario o «lugar alto» y practicaban cierta forma de vida comunitaria (cf. 2 R 2.3,15; 4.38-44); pero su característica más notable era el recurso a la música y a las danzas para entrar en un estado de trance o de exaltación. Su comportamiento extravagante los hacía a veces ridículos (cf. 2 R 2.23) y la exaltación colectiva solía resultar contagiosa (cf. 1 S 19.20-24). Fuera de Israel (cf. 1 R 18.19-29), e incluso dentro de él (cf. 1 R 22.10-22), esos estados de frenesí producían con frecuencia manifestaciones cercanas al delirio y la enajenación.]
6Entonces el espíritu del Señor se apoderará de ti, y caerás en trance como ellos, y te transformarás en otro hombre.
7Cuando te ocurran estas cosas, haz lo que creas conveniente, que Dios te ayudará.
8Y adelántate a Guilgal, donde yo me reuniré contigo más tarde para ofrecer holocaustos y sacrificios de reconciliación. Espera allí siete días, hasta que yo llegue y te indique lo que tienes que hacer.
9Tan pronto como Saúl se despidió de Samuel para irse, Dios le cambió el corazón; y aquel mismo día se cumplieron todas las señales.
10Después, cuando Saúl y su criado llegaron a Guibeá, el grupo de profetas en trance les salió al encuentro. Entonces el espíritu de Dios se apoderó de Saúl, y este cayó en trance profético, como ellos.
11Pero todos los que lo conocían de antes, al verlo caer en trance junto con los profetas, se decían unos a otros: «¿Qué le ha pasado al hijo de Quis? ¿También Saúl es uno de los profetas?»[#10.11 Esta pregunta expresa el estupor de los que veían a Saúl, un joven perteneciente a una familia de buena posición, mezclado con aquel grupo de profetas en trance.]
12Uno de allí añadió: «¿Y quién es el padre de ellos?» De ahí viene el refrán: «¿También Saúl es uno de los profetas?»[#10.12 La gente se pregunta de quiénes son discípulos aquellos profetas, o bien quiere dar a entender que no tienen padre, es decir, que son de muy baja condición social.]
13Pasado el trance profético, Saúl llegó a su casa.[#10.13 traducción probable. Heb. al santuario .]
14Y su tío les preguntó a él y a su criado:
—¿A dónde fueron?
Saúl respondió:
—A buscar las asnas. Pero viendo que no aparecían, fuimos a ver a Samuel.
15El tío de Saúl contestó:
—¿Y qué les dijo Samuel? Cuéntamelo, por favor.
16Saúl respondió a su tío:
—Nos dijo claramente que ya habían encontrado las asnas.
Pero Saúl no le mencionó nada del asunto del reino, del cual le había hablado Samuel.
17Después llamó Samuel a los israelitas, para adorar al Señor en Mispá;[#10.17 El relato que se extiende hasta el final del cap. retoma el hilo de la narración que en 1 S 8.22 había quedado en suspenso. El pueblo es convocado a una asamblea sagrada, y la elección del rey se realiza por medio de la suerte (v. 21). De este modo, adquiere estado público lo que hasta el momento había sido un secreto entre Samuel y Saúl (cf. 1 S 9.1—10.16).]
18allí les dijo:
—El Señor, Dios de Israel, dice: “Yo saqué de Egipto a ustedes los israelitas, y los libré del poder de los egipcios y de todos los reinos que los oprimían.”
19Pero ahora ustedes desprecian a su Dios, que los ha librado de todos sus problemas y aflicciones, y lo han rechazado al pedir que les ponga un rey que los gobierne. Por lo tanto, preséntense ahora delante del Señor por tribus y por clanes.
20Luego ordenó Samuel que se acercaran todas las tribus de Israel, y la suerte cayó sobre la tribu de Benjamín.
21A continuación ordenó que se acercaran los de la tribu de Benjamín, y la suerte cayó sobre el clan de Matrí, y de ella la suerte cayó sobre Saúl, hijo de Quis. Pero lo buscaron y no lo encontraron,[#10.20-21 Acerca de la elección por medio de un sorteo, cf. Jos 7.16-18; 1 S 14.40-42.]
22por lo que consultaron otra vez al Señor, para saber si Saúl se encontraba allí. Y el Señor respondió que Saúl ya estaba allí, y que se había escondido entre el equipaje.
23Entonces corrieron a sacarlo de su escondite. Y cuando Saúl se presentó ante el pueblo, se vio que ningún israelita le pasaba del hombro.
24Samuel preguntó a todos:
—¿Ya vieron al que el Señor ha escogido como rey? ¡No hay un solo israelita que pueda compararse con él!
—¡Viva el rey! —respondieron los israelitas.
25En seguida Samuel expuso al pueblo las leyes del reino, y las escribió en un libro que depositó en el santuario del Señor. Después Samuel ordenó a todos que volvieran a sus casas.[#10.25 Este documento, que no se ha conservado, podría ser una especie de acta constitucional de la monarquía, destinada a reglamentar el ejercicio de la autoridad real. Cf. Dt 17.14-20.]
26También Saúl se fue a su casa, en Guibeá, y Dios influyó en el ánimo de varios valientes para que lo acompañaran.[#10.26 según un ms. hebreo antiguo y la versión griega (LXX). Heb. el ejército .]
27Pero no faltaron malas lenguas, que dijeron: «¿Y este es el que va a salvarnos?» Y lo menospreciaron y no le rindieron honores; pero Saúl se hizo el desentendido.