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1¡Qué aflicción les espera a ustedes, asirios, que han destruido a otros,[#33:1 En hebreo ¡Qué aflicción te espera, oh destructor . El texto hebreo no menciona específicamente a Asiria como el objeto de la profecía que aparece en este capítulo.]
pero nunca han sido destruidos!
Traicionan a los demás,
pero nunca han sido traicionados.
Cuando terminen de destruir,
serán destruidos.
Cuando terminen de traicionar,
serán traicionados.
2Pero tú, Señor , ten misericordia de nosotros,
porque hemos esperado en ti.
Sé nuestro brazo fuerte cada día
y nuestra salvación en los tiempos difíciles.
3El enemigo corre al sonido de tu voz;
cuando te pones en pie, ¡las naciones huyen!
4Así como la oruga y la langosta despojan los campos y las vides,
de la misma forma será despojado el ejército caído de Asiria.
5Aunque el Señor es muy grande y vive en el cielo,
hará de Jerusalén el hogar de su justicia y rectitud.
6En aquel día, él será tu cimiento seguro,
y te proveerá de una abundante reserva de salvación, sabiduría y conocimiento;
el temor del Señor será tu tesoro.
7Pero ahora tus valientes guerreros lloran en público;
tus embajadores de paz lloran con amarga desilusión.
8Tus caminos están abandonados;
ya nadie viaja por ellos.
Los asirios rompieron su tratado de paz
y no les importan las promesas que hicieron delante de testigos;
no le tienen respeto a nadie.
9La tierra de Israel se marchita con el duelo;
el Líbano se seca a causa de la vergüenza.
La llanura de Sarón es ahora un desierto;
Basán y el Carmelo han sido saqueados.
10Pero el Señor dice: «Ahora me levantaré;
ahora mostraré mi poder y mi fuerza.
11Ustedes, los asirios, no producen más que hierba seca y rastrojos;
su propio aliento se convertirá en fuego y los consumirá.
12Su pueblo será totalmente quemado,
como los espinos que se cortan y se echan al fuego.
13¡Escuchen lo que yo hice, naciones lejanas!
¡Y ustedes que están cerca, reconozcan mi poder!».
14Los pecadores de Jerusalén tiemblan de temor;
el terror se apodera de los que no tienen a Dios.
«¿Quién puede vivir con este fuego devorador? —claman—.
¿Quién puede sobrevivir a este fuego consumidor?».
15Los que son honestos y justos,
los que se niegan a obtener ganancias por medio de fraudes,
los que se mantienen alejados de los sobornos,
los que se niegan a escuchar a los que traman asesinatos,
los que cierran los ojos para no ceder ante la tentación de hacer el mal:
16estos son los que habitarán en las alturas.
Las rocas de los montes serán su fortaleza;
se les proveerá alimentos,
y tendrán agua en abundancia.
17Sus ojos verán al rey en todo su esplendor,
y verán una tierra que se pierde en la distancia.
18Recordarán este tiempo de terror y preguntarán:
«¿Dónde están los oficiales asirios
que contaban nuestras torres?
¿Dónde están los contadores
que anotaban el botín sacado de nuestra ciudad caída?».
19Ustedes ya no verán a esa gente feroz y violenta,
con su idioma extraño y desconocido.
20En cambio, verán a Sion como lugar de festivales sagrados;
verán a Jerusalén, una ciudad tranquila y segura.
Será como una carpa con las sogas tensas
y con las estacas firmemente clavadas.
21Para nosotros el Señor será el Poderoso.
Será como un ancho río de protección
que ningún enemigo puede cruzar;
por el cual no puede navegar ningún barco enemigo.
22Pues el Señor es nuestro juez,
nuestro legislador y nuestro rey;
él cuidará de nosotros y nos salvará.
23Las velas de los enemigos cuelgan flácidas
de los mástiles rotos, junto con aparejos inútiles.
El pueblo de Dios repartirá el tesoro;
¡hasta los cojos recibirán su porción!
24El pueblo de Israel ya no dirá:
«Estamos enfermos e indefensos»,
porque el Señor perdonará sus pecados.