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1Vi cuando el Cordero abrió uno de los sellos, y oí a uno de los cuatro seres vivientes decir como con voz de trueno: Ven y mira.
2Y miré, y he aquí un caballo blanco; y el que lo montaba tenía un arco; y le fue dada una corona, y salió venciendo, y para vencer.[#Zac. 1.8; 6.3.]
3Cuando abrió el segundo sello, oí al segundo ser viviente, que decía: Ven y mira.
4Y salió otro caballo, bermejo; y al que lo montaba le fue dado poder de quitar de la tierra la paz, y que se matasen unos a otros; y se le dio una gran espada.[#Zac. 1.8; 6.2.]
5Cuando abrió el tercer sello, oí al tercer ser viviente, que decía: Ven y mira. Y miré, y he aquí un caballo negro; y el que lo montaba tenía una balanza en la mano.[#Zac. 6.2,6.]
6Y oí una voz de en medio de los cuatro seres vivientes, que decía: Dos libras de trigo por un denario, y seis libras de cebada por un denario; pero no dañes el aceite ni el vino.
7Cuando abrió el cuarto sello, oí la voz del cuarto ser viviente, que decía: Ven y mira.
8Miré, y he aquí un caballo amarillo, y el que lo montaba tenía por nombre Muerte, y el Hades le seguía; y le fue dada potestad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con espada, con hambre, con mortandad, y con las fieras de la tierra.[#Jer. 15.3; Ez. 5.12,17; 14.21.]
9Cuando abrió el quinto sello, vi bajo el altar las almas de los que habían sido muertos por causa de la palabra de Dios y por el testimonio que tenían.
10Y clamaban a gran voz, diciendo: ¿Hasta cuándo, Señor, santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre en los que moran en la tierra?
11Y se les dieron vestiduras blancas, y se les dijo que descansasen todavía un poco de tiempo, hasta que se completara el número de sus consiervos y sus hermanos, que también habían de ser muertos como ellos.
12Miré cuando abrió el sexto sello, y he aquí hubo un gran terremoto; y el sol se puso negro como tela de cilicio, y la luna se volvió toda como sangre;[#Ap. 11.13; 16.18.]
13y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como la higuera deja caer sus higos cuando es sacudida por un fuerte viento.[#Is. 13.10; Ez. 32.7; Jl. 2.31; Mt. 24.29; Mr. 13.24-25; Lc. 21.25.]
14Y el cielo se desvaneció como un pergamino que se enrolla; y todo monte y toda isla se removió de su lugar.[#Is. 34.4.; #Ap. 16.20.]
15Y los reyes de la tierra, y los grandes, los ricos, los capitanes, los poderosos, y todo siervo y todo libre, se escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes;[#Is. 2.10.]
16y decían a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros, y escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero;[#Os. 10.8; Lc. 23.30.]
17porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá sostenerse en pie?[#Jl. 2.11; Mal. 3.2.]