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1Pablo, apóstol no enviado ni nombrado por los hombres, sino por Jesucristo mismo y por Dios Padre que resucitó a Jesús,[#1.1 Se presenta como apóstol (enviado), según su costumbre, aclarando que fue nombrado como tal por Jesucristo mismo (cf. Hch 9.3-6; 26.15-18). Por consiguiente, el mensaje que anuncia no es invención humana. Cf. también 1.11-12.]
2saluda, junto con todos los hermanos, a las iglesias de Galacia.[#1.2 región del Asia Menor, hoy perteneciente a Turquía; véase Introducción. Estas iglesias habían sido fundadas por Pablo (Gl 3.1; 4.13-14), y estaban formadas principalmente por cristianos no judíos (Gl 4.8).]
3Que Dios nuestro Padre y el Señor Jesucristo derramen su gracia y su paz sobre ustedes.
4Jesucristo se entregó a la muerte por nuestros pecados, para librarnos del estado perverso actual del mundo, según la voluntad de nuestro Dios y Padre.[#1.4 Gl 2.20; cf. Mt 20.28; Tit 2.14.; #1.4 en contraste con el venidero, que ha de empezar con el retorno de Cristo.]
5¡Gloria a Dios para siempre! Amén.
6Estoy muy sorprendido de que ustedes se hayan alejado tan pronto de Dios, que los llamó mostrando en Cristo su bondad, y se hayan pasado a otro evangelio.
7En realidad no es que haya otro evangelio. Lo que pasa es que hay algunos que los perturban a ustedes, y que quieren trastornar el evangelio de Cristo.[#1.7 Cf. Hch 15.24.]
8Pero si alguien les anuncia un evangelio distinto del que ya les hemos anunciado, que caiga sobre él la maldición de Dios, no importa si se trata de mí mismo o de un ángel venido del cielo.
9Lo he dicho antes y ahora lo repito: Si alguien les anuncia un evangelio diferente del que ya recibieron, que caiga sobre él la maldición de Dios.[#1.8-9 1 Co 16.22.]
10Yo no busco la aprobación de los hombres, sino la aprobación de Dios. No busco quedar bien con los hombres. ¡Si yo quisiera quedar bien con los hombres, ya no sería un siervo de Cristo![#1~Ts 2.4.]
11Sepan ustedes esto, hermanos: el evangelio que yo anuncio no es invención humana.
12No lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno, sino que Jesucristo mismo me lo hizo conocer.[#1.12 Pablo se refiere a su experiencia en el camino de Damasco (Hch 9.3-6; 22.6-10; 26.13-18), vista por él como una revelación y un envío (cf. v. 16).]
13Ustedes habrán oído decir cuál era mi conducta anterior en el judaísmo, y cómo perseguí con violencia a la iglesia de Dios y procuré destruirla.[#1.13 Hch 8.3; 22.4-5; 26.9-11.]
14En el judaísmo, yo dejaba atrás a muchos de mis paisanos de mi misma edad, porque era mucho más estricto en mantener las tradiciones de mis antepasados.[#Hch 22.3; Flp 3.6.]
15-16Pero Dios, que me escogió antes de nacer y por su gran bondad me llamó, tuvo a bien hacerme conocer a su Hijo, para que anunciara su evangelio entre los no judíos. Y no fui entonces a consultar con ningún ser humano;[#1.15 alusión al llamamiento de algunos profetas, enviados a dar un mensaje también a las naciones no judías (v. 16); cf. Is 49.1; Jer 1.5.; #1.16 en el camino de Damasco (Hch 9.1-6 y paralelos). Así describe lo central de su experiencia.; #1.16 Véase Hch 9.15 n.; cf. Hch 22.21; 26.17-18.]
17ni fui tampoco a Jerusalén a ver a los que eran apóstoles antes que yo. Por el contrario, me dirigí sin tardar a la región de Arabia, y luego volví a Damasco.[#1.17 probablemente el reino árabe de Nabatea, que se extendía desde el sureste de Palestina hacia el norte y que llegó a incluir por algún tiempo a Damasco. Cf. Hch 9.19-25, y véase 2 Co 11.32-33 n.]
18Tres años después fui a Jerusalén para conocer a Cefas, con quien estuve quince días.[#1.18 Parece tratarse de la visita a Jerusalén mencionada en Hch 9.26-30.; #1.18 forma aramea del nombre de Pedro; véanse Mt 16.18 nota y 1 Co 1.12 nota.]
19Pero no vi a ningún otro de los apóstoles, aunque sí a Santiago el hermano del Señor.[#1.19 otra posible traducción: fuera de Santiago. Aun sin pertenecer al grupo de los doce, Santiago era un personaje importante en la iglesia de Jerusalén (Hch 12.17 n.).; #1.19 Véase Mt 12.46 n.; cf. Mc 6.3.]
20Les aseguro delante de Dios que lo que les estoy escribiendo es la verdad.
21Después me dirigí a las regiones de Siria y Cilicia.[#1.21 provincia romana al sureste de Asia Menor; su capital, Tarso, fue la ciudad natal de Pablo (Hch 22.3). Cf. Hch 9.30; 11.25.]
22En cambio, los hermanos de las iglesias de Cristo que están en Judea no me conocían personalmente.
23Solamente oían decir: «El que antes nos perseguía, anda ahora predicando el evangelio que en otro tiempo quería destruir.»
24Y alababan a Dios por causa mía.