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1El Señor puso su mano sobre mí, y me hizo salir lleno de su poder, y me colocó en un valle que estaba lleno de huesos.[#37.1 Véase Ez 1.1-3 nota.; #37.1 El texto no sugiere la idea de un cementerio, sino más bien la de un campo de batalla, sobre el que habían quedado tendidos los cadáveres de los caídos en el combate.]
2El Señor me hizo recorrerlo en todas direcciones; los huesos cubrían el valle, eran muchísimos y estaban completamente secos.
3Entonces me dijo: «¿Crees tú que estos huesos pueden volver a tener vida?» Yo le respondí: «Señor, solo tú lo sabes.»
4Entonces el Señor me dijo: «Habla en mi nombre a estos huesos. Diles: “Huesos secos, escuchen este mensaje del Señor.
5El Señor les dice: Voy a hacer entrar en ustedes aliento de vida, para que revivan.[#37.5 La palabra hebrea traducida por aliento de vida también puede significar, según los contextos, viento o espíritu. Aquí se refiere al principio vital que procede de Dios y penetra en los cuerpos inanimados para darles vida (cf. Gn 2.7; Job 34.14-15; Sal 104.29-30). Véase también Ez 2.2 nota.]
6Les pondré tendones, los rellenaré de carne, los cubriré de piel y les daré aliento de vida para que revivan. Entonces reconocerán ustedes que yo soy el Señor.”»
7Yo les hablé como él me lo había ordenado. Y mientras les hablaba, oí un ruido: era un terremoto, y los huesos comenzaron a juntarse unos con otros.
8Y vi que sobre ellos aparecían tendones y carne, y que se cubrían de piel. Pero no tenían aliento de vida.
9Entonces el Señor me dijo: «Habla en mi nombre al aliento de vida, y dile: “Así dice el Señor: Aliento de vida, ven de los cuatro puntos cardinales y da vida a estos cuerpos muertos.”»
10Yo hablé en nombre del Señor, como él me lo ordenó, y el aliento de vida vino y entró en ellos, y ellos revivieron y se pusieron de pie. Eran tantos que formaban un ejército inmenso.[#37.10 Cf. Ap 11.11.]
11Entonces el Señor me dijo: «El pueblo de Israel es como estos huesos. Andan diciendo: “Nuestros huesos están secos; no tenemos ninguna esperanza, estamos perdidos.”[#37.11 Nótese la importancia de esta frase para comprender el significado exacto de la visión profética. Ezequiel compara a los desterrados de Israel con un montón de huesos humanos tendidos en campo abierto, y presenta la liberación de los exiliados como un retorno a la vida. La referencia expresa al pueblo de Israel indica claramente que él no habla de la resurrección de los muertos al fin de los tiempos, sino que está describiendo simbólicamente la restauración de Israel y su retorno a la tierra prometida después del exilio (cf. v. 14: los instalaré en su propia tierra ). Acerca de la resurrección personal en el AT, véase Dn 12.2 nota.]
12Pues bien, háblales en mi nombre, y diles: “Esto dice el Señor: Pueblo mío, voy a abrir las tumbas de ustedes; voy a sacarlos de ellas y a hacerlos volver a la tierra de Israel.
13Y cuando yo abra sus tumbas y los saque de ellas, reconocerán ustedes, pueblo mío, que yo soy el Señor.
14Yo pondré en ustedes mi aliento de vida, y ustedes revivirán; y los instalaré en su propia tierra. Entonces sabrán que yo, el Señor, lo he dicho y lo he hecho. Yo, el Señor, lo afirmo.”»
15El Señor se dirigió a mí, y me dijo:
16«Toma un palo, y escribe en él: “Judá y sus aliados israelitas”. Toma luego otro palo, y escribe: “José, representado por Efraín, y todos sus aliados del resto de Israel”.[#37.16 el padre de Efraín (cf. Gn 41.50-52; 48.13-14), era el antepasado de la principal entre las tribus que formaban el reino del Norte (cf. Sal 80.1-2[2-3]).]
17En seguida, júntalos en tu mano el uno con el otro, de manera que formen uno solo.
18Cuando tus compatriotas te digan: “Explícanos lo que esto significa”,
19diles: “Esto dice el Señor: Voy a tomar el palo de José, que está en manos de Efraín y de las demás tribus aliadas de Israel, y lo voy a juntar con el palo de Judá para convertirlos en un solo palo en mi mano.”[#37.19 Aquí se comienza a explicar el simbolismo de las palabras escritas en el palo (cf. v. 16).]
20Ten en tu mano, a la vista de ellos, los dos palos sobre los cuales escribiste.
21Luego diles: “Esto dice el Señor: Voy a sacar a los israelitas de entre las naciones a donde han ido a parar; los reuniré de todas partes y los haré volver a su tierra.
22Haré de ellos una sola nación en este país, en los montes de Israel, y tendrán un solo rey. No volverán a estar divididos en dos naciones, ni separados en dos reinos.
23Tampoco volverán a mancharse adorando ídolos repugnantes ni cometiendo toda clase de pecados. Yo los libraré de todas las infidelidades que han cometido, y los limpiaré de sus pecados. Ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios.[#37.23 según una versión antigua. Heb. habitaciones .]
24Mi siervo David será el rey y único pastor de todos ellos, y ellos me obedecerán y cumplirán mis leyes y decretos.[#37.24 Un solo pueblo y un solo rey, como en tiempos de David. Cf. Ez 34.24.]
25Vivirán en el país que di a mi siervo Jacob, donde también vivieron sus antepasados. Allí vivirán siempre ellos y sus hijos y todos sus descendientes; y mi siervo David será siempre su jefe.
26Haré con ellos una alianza para asegurarles una vida tranquila. Será una alianza eterna. Haré que aumenten en número, y para siempre pondré mi santo templo en medio de ellos.
27Viviré entre ellos, y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo.[#37.27 Cf. 2 Co 6.16; Ap 21.3.]
28Cuando mi santo templo esté para siempre en medio de ellos, las demás naciones reconocerán que yo he escogido a Israel como mi posesión sagrada.”»[#37.26-28 Ezequiel se refiere al nuevo templo que estará en el centro mismo del país (cf. caps. 40—44).]