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1Un día los israelitas se pusieron a murmurar contra el Señor debido a las dificultades por las que estaban pasando. Al oírlos, el Señor se enojó mucho y les envió un fuego que incendió los alrededores del campamento.[#11.1 El tema de las murmuraciones se repite a menudo en el libro de y, con mayor frecuencia, en el de (véanse la Introducción, y también Ex 14.11-12 n.). A lo largo del relato se destacan la intercesión de Moisés por el pueblo rebelde y la compasión del Señor a pesar de esa rebeldía.]
2El pueblo gritó pidiendo ayuda a Moisés, y Moisés rogó al Señor por ellos. Entonces el fuego se apagó.
3Por eso aquel lugar se llamó Taberá, porque allí el fuego del Señor ardió contra ellos.[#11.3 En hebreo, Taberá significa quema o incendio .]
4Entre los israelitas se había mezclado gente de toda clase, que solo pensaba en comer. Y los israelitas, dejándose llevar por ellos, se pusieron a llorar y a decir: «¡Ojalá tuviéramos carne para comer![#11.4 Cf. Ex 12.38.]
5¡Cómo nos viene a la memoria el pescado que comíamos gratis en Egipto! Y también comíamos pepinos, melones, puerros, cebollas y ajos.
6Pero ahora nos estamos muriendo de hambre, y no se ve otra cosa que maná.»[#11.6 Cf. Ex 16.14-16, y véanse Ex 16.15 notas h e i ; 16.31 n.]
7(El maná era parecido a la semilla del cilantro; tenía un color amarillento, como el de la resina,
8y sabía a tortas de harina con aceite. La gente salía a recogerlo, y luego lo molían o machacaban, y lo cocinaban o lo preparaban en forma de panes.
9Por la noche, cuando caía el rocío sobre el campamento, caía también el maná.)
10Moisés oyó que los israelitas y sus familiares lloraban a la entrada de sus tiendas. El Señor estaba muy enojado. Y Moisés también se disgustó,
11y le dijo al Señor:
—¿Por qué me tratas mal a mí, que soy tu siervo? ¿Qué tienes contra mí, que me has hecho cargar con este pueblo?
12¿Acaso soy yo su padre o su madre para que me pidas que los lleve en brazos, como a niños de pecho, hasta el país que prometiste a sus antepasados?
13¿De dónde voy a sacar carne para dar de comer a toda esta gente? Vienen llorando a decirme: “Danos carne para comer.”
14Yo no puedo ya encargarme de llevar solo a todo este pueblo; es una carga demasiado pesada para mí.
15Si vas a seguir tratándome así, mejor quítame la vida, si es que de veras me estimas. Así no tendré que verme en tantas dificultades.
16Pero el Señor le contestó:
—Reúneme a setenta ancianos israelitas, de los que sepas que tienen autoridad entre el pueblo, y tráelos a la tienda del encuentro y que esperen allí contigo.
17Yo bajaré y hablaré allí contigo, y tomaré una parte del espíritu que tú tienes y se la daré a ellos para que te ayuden a sobrellevar a este pueblo. Así no estarás solo.
18Luego manda al pueblo que se purifique para mañana, y comerán carne. Ya los he oído llorar y decir: “¡Ojalá tuviéramos carne para comer! ¡Estábamos mejor en Egipto!” Pues bien, yo les voy a dar carne para que coman,[#11.18 Véase Nm 8.6 n.]
19y no solo un día o dos, ni cinco o diez o veinte. No.
20Comerán carne durante todo un mes, hasta que les salga por las narices y les dé asco, porque me han rechazado a mí, el Señor, que estoy en medio de ellos, y han llorado y han dicho ante mí: “¿Para qué salimos de Egipto?”
21Entonces Moisés respondió:
—El pueblo que viene conmigo es de seiscientos mil hombres de a pie, ¿y dices que nos vas a dar a comer carne durante un mes entero?
22¿Dónde hay tantas ovejas y vacas que se puedan matar y que alcancen para todos? Aun si les diéramos todo el pescado del mar, no les alcanzaría.
23Pero el Señor le contestó:
—¿Crees que es tan pequeño mi poder? Ahora vas a ver si se cumple o no lo que he dicho.
24Moisés salió y contó al pueblo lo que el Señor le había dicho, y reunió a setenta ancianos israelitas y los colocó alrededor de la tienda.
25Entonces el Señor bajó en la nube y habló con Moisés; luego tomó una parte del espíritu que Moisés tenía y se lo dio a los setenta ancianos. En cuanto el espíritu reposó sobre ellos, comenzaron a hablar como profetas; pero esto no volvió a repetirse.[#11.25 Se trata de palabras dichas en un estado de éxtasis o frenesí, como los descritos en 1 S 10.6,10-13; 1 R 22.6,10-12.]
26Dos hombres, el uno llamado Eldad y el otro Medad, habían sido escogidos entre los setenta, pero no fueron a la tienda sino que se quedaron en el campamento. Sin embargo, también sobre ellos reposó el espíritu, y comenzaron a hablar como profetas en el campamento.
27Entonces un muchacho fue corriendo a decirle a Moisés:
—¡Eldad y Medad están hablando como profetas en el campamento!
28Entonces Josué, hijo de Nun, que desde joven era ayudante de Moisés, dijo:
—¡Señor mío, Moisés, prohíbeles que lo hagan!
29Pero Moisés le contestó:
—¿Ya estás celoso por mí? ¡Ojalá el Señor le diera su espíritu a todo su pueblo, y todos fueran profetas!
30Entonces Moisés y los ancianos de Israel volvieron al campamento.
31El Señor hizo que soplara del mar un viento que trajo bandadas de codornices, las cuales cayeron en el campamento y sus alrededores, cubriendo una distancia de hasta un día de camino alrededor del campamento, y formando un tendido de casi un metro de altura.[#11.31 probablemente del Golfo de Akaba. Formando un tendido de casi un metro de altura : también puede traducirse volando como a un metro de altura. Véase Ex 16.13 n.]
32Todo ese día y toda la noche y todo el día siguiente la gente estuvo recogiendo codornices. El que menos recogió, recogió diez montones de codornices, que pusieron a secar en los alrededores del campamento.[#11.32 Lit. diez homeres, es decir, una cantidad enorme (véase Tabla de Pesas, monedas y medidas ).]
33Pero apenas estaban masticando los israelitas la carne de las codornices, cuando el Señor se enfureció contra ellos y los castigó, haciendo morir a mucha gente.[#11.33 otra posible traducción: pero antes de masticar .]
34Por eso le pusieron a ese lugar el nombre de Quibrot-hataavá, porque allí enterraron a los que solo pensaban en comer.[#11.34 En hebreo, Quibrot-hataavá significa tumbas del apetito (o de la gula ).]
35De Quibrot-hataavá siguió el pueblo su camino hasta Haserot, y allí se quedó.