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1Pero les digo que mientras el heredero es menor de edad en nada se diferencia de un esclavo, porque es dependiente, aunque sea el dueño de todo,
2está bajo cuidado de tutores y administradores hasta que sea mayor de edad, es decir, un hombre libre.
3Lo mismo sucede con nosotros, cuando éramos menores de edad, estábamos esclavizados por las reglas de este mundo;
4pero cuando vino la plenitud del tiempo, Dios mandó a su Hijo que nació de una mujer y vivió bajo la ley;
5para que rescatara a los que estábamos bajo la ley, y para que recibiéramos la adopción como sus hijos.
6Ahora, como ustedes son sus hijos, Dios ha enviado el Espíritu de su Hijo a nuestros corazones. Por eso cuando oramos a Dios, se nos permite llamarlo: ¡Abbá Padre! Es decir, ¡Papito querido![#(Abbá), es una transliteración de la palabra aramea אַבָּא (abbá), traduce: ¡Oh Papá! ¡Oh Papacito! Unido al nominativo (patér), que también traduce padre. Para entender la expresión aramea-griega, hay que tener presente la oración de Jesús, el Padre Nuestro, oración que pronunció en arameo galiláico y no en griego; el arameo era su lengua materna y en esta oración utilizó la palabra אַבָּא (Abbá). La palabra abbá en el período intertestamentario se usaba exclusivamente para dirigirse a los padres biológicos. Era una expresión cariñosa hacia los padres, por eso la palabra aramea se puede traducir como “papito, papá, papacito”. En hebreo y arameo existe el término אֲבִי (Abbí) para dirigirse a Dios como Padre Celestial, que tiene el sentido de temor y no de cariño como sí lo tiene “Abbá”. El pueblo de Israel para no confundir la figura paterna terrenal con el Padre Celestial usaba la expresión אֲבִי (Abbí). Sin embargo, entre los judíos había tres motivos para considerar a Dios como Padre: 1. por la acción salvadora al pueblo, Él los liberó de la esclavitud en Egipto, 2. por otorgarles la ley como un acto paternal de cuidado, y 3. por la promesa mesiánica, Dios enviaría un Mesías como símbolo de redención y de protección a su pueblo. Jesús se dirigió a Dios usando el término Abbá y no el Abbí; para indicar que su intención, en relación con el Padre, era mostrar a Dios como figura cercana, familiar e íntima y que somos hijos legítimos de Él, que tenemos el derecho de llamarlo Padre, así como Jesús lo llamó.]
7Así pues, ya no eres esclavo sino hijo, y por ser hijo, Dios te ha hecho su heredero.
8En otros tiempos, cuando ustedes no conocían a Dios, eran esclavos de falsos dioses;
9pero ahora ustedes conocen a Dios, o mejor dicho, ustedes son conocidos por Dios, ¿cómo es posible que quieran volver a las pobres y débiles prácticas religiosas? ¿Quieren volver a ser esclavos de una religiosidad barata solo por tradición?
10Siguen guardando las costumbres antiguas, a través de la celebración de los días, los meses, las estaciones y los años.
11Estoy preocupado por ustedes, ¡tengo temor de que todo el trabajo duro que he hecho por ustedes haya sido inútil!
12Hermanos, por favor, pónganse en mis zapatos, así como yo fui empático con ustedes, y siempre están presentes en mis oraciones, porque sé que no me han hecho ningún daño;
13como bien saben, por motivo de una enfermedad física que tuve, les anuncié el Evangelio que transforma toda la existencia humana por primera vez;
14y aun padeciendo esta enfermedad, ustedes no me despreciaron ni me rechazaron. Al contrario, me recibieron como si yo fuera un ángel de Dios, o el mismo Jesucristo.
15En ese momento estaban muy felices, ¿dónde está ese sentimiento de inmensa felicidad ahora? Porque personalmente soy testigo de que hasta se habrían sacado los ojos para dármelos si hubieran podido.
16¿Acaso me he convertido en el enemigo de ustedes por decirles la verdad?
17Estas personas que quieren dañar su libertad, están haciendo todo lo posible por caerles bien, pero no tienen buenas intenciones, quieren alejarlos de nosotros para que los sigan a ellos y a nadie más.
18Está bien interesarse por otras personas, si lo que se desea es hacerles el bien, siempre y cuando el interés exista todo el tiempo, no solo cuando yo esté presente con ustedes.
19Hijitos míos, hasta que el carácter de Cristo no sea formado en ustedes, he de sufrir mucho, como sufre una madre con los dolores de parto.
20Me hubiera gustado estar allí con ustedes ahora, y cambiar mi tono de voz, pues no puedo creer todas estas cosas que están pasando entre ustedes.
21Algunos de ustedes quieren estar bajo la ley, díganme, ¿ustedes no entienden lo que dice la ley?
22Porque la Escritura dice que Abraham tuvo dos hijos: uno nació de una esclava y otro de una mujer libre.
23El de la esclava nació por decisión humana, pero el de la libre nació en cumplimiento de la promesa.
24Todo eso es simbólico: estas mujeres representan los dos pactos. Uno simbolizado por Agar, que representa el pacto del monte Sinaí, y tiene hijos que nacen para ser esclavos.[#El , el AT menciona que es la montaña donde Dios entregó las tablas de la Ley a Moisés (Ex. 19—20).]
25Ahora bien, Agar representa el pacto del monte Sinaí que está en Arabia, y corresponde a la Jerusalén de hoy que está en esclavitud junto con sus hijos, todos los que viven como esclavos de la ley.
26En cambio, Sara representa el nuevo pacto, que corresponde a la Jerusalén celestial que es como la mujer libre y ella es nuestra madre.
27Porque está escrito:
“Alégrate oh estéril, la que nunca tuvo hijos,
cante y regocíjese la que nunca sufrió los dolores de parto, porque más son los hijos de la desolada, que de la que tiene marido”.
28Ustedes, hermanos, al igual que Isaac, son hijos por la promesa.
29Entonces el nacido por iniciativa humana, perseguía al nacido por el poder del Espíritu; así como está pasando ahora, los que quieren seguir bajo la ley judía nos persiguen a nosotros los nacidos por el Espíritu, que queremos vivir mediante la promesa.
30¿Qué dice la Escritura?
“Echa de aquí a esa esclava junto con su hijo; porque de ninguna manera él tiene derecho a compartir la herencia con el hijo que nació de una mujer libre”.
31En conclusión hermanos, no somos hijos de la esclavitud, sino que somos hijos de la libertad que viene del Espíritu.