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1Decidí, pues, no causarles de nuevo tristeza con mi visita.[#2,1: Además de la visita fundacional (ver Hch 18,1ss), Pablo debió realizar, antes de escribir estas líneas, una segunda visita a Corinto. Una visita breve, pero tormentosa y en el curso de la cual alguien ofendió gravemente al Apóstol o tal vez a alguno de sus colaboradores. A esta circunstancia alude reiteradamente Pablo en este pasaje.]
2Porque si yo los entristezco ¿quién podrá alegrarme a mí? ¡Tendría que ser el mismo a quien yo causé tristeza![#2,2: Sería el ofensor mencionado en la nota anterior, cuya identidad, así como el contenido preciso de la ofensa, nos son desconocidos.]
3Por eso precisamente les escribí como lo hice; para que cuando vaya a visitarlos, no me causen tristeza los que deben ser fuente de gozo para mí. Tanto más cuanto que estoy convencido, en lo que a ustedes respecta, que mi alegría es también la de ustedes.[#2,3: Alusión a una carta de Pablo que suele llamarse “la carta de las lágrimas” (ver 2,4) y que, o bien se ha perdido, o bien se conserva, al menos en parte, en 10—13 (ver Introducción a 2 Co y nota a 1 Co 5,9).]
4Les escribí, en efecto, bajo el peso de una inmensa congoja, con el corazón lleno de angustia y anegado en lágrimas. Pero no era mi intención entristecerlos; sólo quería hacerles caer en la cuenta de que mi amor por ustedes no tiene límites.
5Y si alguno ha sido causa de tristeza, lo ha sido no sólo para mí, sino —en parte, al menos, para no exagerar— también para todos ustedes.
6La mayoría de ustedes ya le ha impuesto un castigo que considero suficiente.[#Mt 18,15-17; 1 Co 5,1-3.]
7Lo que ahora procede es que le perdonen y lo animen no sea que el exceso de tristeza lo empuje a la desesperación.
8Por eso, les recomiendo que le den pruebas de amor.
9Precisamente les escribí para comprobar si estaban dispuestos a obedecerme sin reservas.[#10,6.]
10A quien ustedes perdonaron, también yo le perdono; en realidad, lo que yo he perdonado —si algo he tenido que perdonar— lo he hecho por ustedes, y el mismo Cristo es testigo.[#2,10: Otras posibles traducciones: , o bien:]
11Hay que evitar que Satanás saque partido de esto, conociendo como conocemos sus ardides.[#Mt 4,1-11; Lc 22,31; Rm 16,17-20.]
12Me dirigí, pues, a Troas para anunciar el mensaje de Cristo y, aunque se me ofrecía allí una magnífica oportunidad de trabajar por el Señor,[#2,12: Ciudad situada en la costa noroccidental de la península de Asia Menor; allí tuvo Pablo, según Hch 16,8-9, la célebre visión del macedonio que lo invitaba a evangelizar Europa.— Lit. (ver Ap 3,8).; #Hch 14,27; 16,8-11; 20,5-12; 1 Co 16,9.]
13mi corazón estaba sobre ascuas al no encontrar allí a Tito, mi hermano. Así que me despedí de ellos y salí para Macedonia.[#2,13: Se trata de uno de los mejores colaboradores de Pablo (ver 7,6.13-15; 8,6.16-23; 12,18; 2 Tm 4,10). Probablemente fue convertido a la fe por el propio Apóstol, a quien acompaña ya en el segundo viaje a Jerusalén (ver Ga 2,1-3). Supo desempeñar con éxito las misiones que Pablo le encomendó (ver Introducción a la carta a Tito).— Este pasaje parece tener su continuación lógica en 7,5. De ahí que no pocos consideren que 2,14—7,4 es una carta aparte (ver Introducción a 2 Co).]
14Gracias sean dadas a Dios que en todo momento nos asocia al cortejo triunfal de Cristo y que, valiéndose de nosotros, esparce por todas partes como suave aroma su conocimiento.[#2,14: Es posible que Pablo evoque aquí el desfile triunfal de los generales romanos cuando regresaban victoriosos de sus campañas militares. La carroza del triunfador iba precedida de esclavos que esparcían todo tipo de perfumes.]
15Porque tanto entre los que se salvan como entre los que se pierden, somos como buen olor que Cristo ofrece a Dios:
16para los que se pierden, aroma que lleva inexorablemente a la muerte; para los que se salvan, fragancia que conduce a la vida.
Y ¿quién estará a la altura de tan gran responsabilidad?
17Porque no somos como tantos otros que trafican con la palabra de Dios. Al contrario, en la presencia de Dios y unidos a Cristo decimos con sinceridad lo que Dios nos inspira.[#4,2; 11,15.]