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1El rey mandó convocar a todos los ancianos de Judá y Jerusalén.
2Luego el rey subió al Templo, acompañado por toda la gente de Judá, todos los habitantes de Jerusalén, los sacerdotes, los profetas y todo el pueblo, pequeños y grandes, y allí les leyó en voz alta todo el contenido del Libro de la Alianza encontrado en el Templo.[#23,2: El mismo que en 22,8.11 ha sido llamado libro de la Ley.]
3Entonces se puso en pie junto a la columna y selló la alianza ante el Señor, comprometiéndose a seguirlo, a observar sus mandamientos, normas y preceptos con todo el corazón y toda el alma y a cumplir todas las estipulaciones contenidas en el libro de la Alianza. Y todo el pueblo se comprometió con esta alianza.[#23,3: Se trata de dos fórmulas típicamente deuteronómicas (ver Dt 4,29; 6,17; 10,12; 26,16; 30,2.10).— La alianza, concluida por el rey, es ratificada por el pueblo que, como en las grandes ocasiones del Sinaí y Siquén, se compromete a seguir exclusivamente al Señor y a cumplir la ley contenida en el libro.]
4Luego el rey ordenó al sumo sacerdote Jilquías, a los sacerdotes auxiliares y a los porteros que sacasen del Templo todos los objetos dedicados a Baal, a Astarté y a todos los astros celestes; los hizo quemar fuera de Jerusalén, en los campos del Cedrón y mandó llevar sus cenizas a Betel.[#23,4: Lit. — Su culto fue introducido por Manasés (ver 21,3.5).; #21,3-7.]
5Destituyó a los sacerdotes instituidos por los reyes de Judá para quemar incienso en los santuarios de las ciudades de Judá y alrededores de Jerusalén y a los que quemaban incienso a Baal, al sol, a la luna, a los signos del zodiaco y a todos los astros celestes.[#23,5: Ver nota a 1 Sm 9,12.; #1 Re 14,23-24; (ver Dt 12,2-7.13-14; 16,21; 23,18-19).]
6Sacó del Templo la columna sagrada, la llevó fuera de Jerusalén, al torrente Cedrón, y la quemó allí hasta reducirla a cenizas, que luego tiró a la fosa común.
7Demolió las habitaciones del Templo dedicadas a la prostitución sagrada, donde las mujeres tejían mantos para Astarté.
8Hizo venir de las ciudades de Judá a todos los sacerdotes y profanó los santuarios donde quemaban incienso, desde Gueba hasta Berseba. Destruyó los santuarios de los sátiros que había junto a la puerta de Josué, gobernador de la ciudad, a mano izquierda de la entrada a la ciudad.[#23,8: Límites norte y sur del territorio de Judá donde tal vez existían santuarios yavistas.]
9Sin embargo, los sacerdotes de los santuarios no podían servir en el altar del Señor en Jerusalén y sólo podían compartir con sus hermanos los panes sin levadura.[#23,9: Aunque la ley de Dt 18,6-8 otorga los mismos derechos a todos los sacerdotes, la reforma introduce una fuerte división entre el clero de Jerusalén y el clero proveniente de provincias.]
10Josías profanó también el quemadero del valle de Ben Hinón, para que nadie quemase a sus hijos o hijas en sacrificio a Moloc.[#23,10: En hebreo era un lugar donde se ofrecían sacrificios humanos a Moloc y que más tarde se convertiría en símbolo del infierno.]
11Retiró los caballos que los reyes de Judá habían dedicado al sol a la entrada del Templo, junto a la habitación del eunuco Natanmélec, en los anejos del Templo, y quemó los carros del sol.[#23,11: Podría tratarse de vestigios de un culto asirio.]
12Josías demolió los altares que los reyes de Judá habían construido en la azotea de la sala de Ajab y los altares construidos por Manasés en los dos patios del Templo, los pulverizó y arrojó el polvo en el torrente Cedrón.
13Profanó también los santuarios que había frente a Jerusalén, al sur del monte de los Olivos, construidos por Salomón, el rey de Israel, en honor de Astarté, diosa despreciable de los fenicios, en honor de Quemós, dios despreciable de Moab, y de Malcón, dios despreciable de los amonitas.[#23,13: Según el texto hebreo habría que traducir pero se trata tal vez de una deformación ortográfica.; #1 Re 11,7.]
14Trituró las estatuas, derribó los postes sagrados y rellenó sus huecos con huesos humanos.[#23,14: El contacto con huesos humanos implicaba profanación (23,20; ver 1 Re 13,2 y nota).]
15También derribó el altar de Betel y el santuario construido por Jeroboán, el hijo de Nabat, con el que hizo pecar a Israel; quemó el santuario hasta reducirlo a cenizas y quemó igualmente el poste sagrado.[#23,15: Símbolo por excelencia del cisma consumado por Jeroboán.; #1 Re 12,29; 13,1-2.32.]
16Josías giró el rostro y al ver los sepulcros que había en el monte, mandó recoger los huesos de los sepulcros y los quemó sobre el altar, para profanarlo, cumpliendo así la palabra del Señor proclamada por el hombre de Dios que predijo estos hechos.[#23,16: Evidente referencia a 1 Re 13,1-2. De hecho, el texto griego añade: La omisión en el texto hebreo se debe probablemente a un error de copista producido por la repetición de “hombre de Dios”.]
17Luego preguntó:
— ¿Qué monumento es ese que veo?
La gente de la ciudad le respondió:
— Es la sepultura del hombre de Dios que vino de Judá y profetizó todo lo que acabas de hacer contra el altar de Betel.
18Entonces Josías ordenó:
— Déjenlo. Que nadie toque sus huesos.
— Y así se respetaron sus huesos junto con los del profeta que había venido de Samaría.
19Josías eliminó también todas las construcciones de los santuarios locales construidos por los reyes de Israel en las ciudades de Samaría para provocar la indignación del Señor e hizo con ellos lo mismo que había hecho en Betel.
20Luego degolló sobre los altares a todos los sacerdotes de los santuarios que había allí, quemó sobre ellos huesos humanos y regresó a Jerusalén.
21Entonces el rey ordenó a todo el pueblo:
— Celebren la Pascua en honor del Señor, su Dios, según está escrito en este Libro de la Alianza.
22No se había celebrado una Pascua como esta desde la época en que los jueces gobernaban a Israel, ni durante el período de los reyes de Israel y de Judá.[#23,22: Durante la monarquía la Pascua se había convertido en una fiesta de familia. La centralización del culto en Jerusalén permite celebrar en el Templo (ver Dt 16,6) la gran fiesta nacional de la liberación de Egipto.]
23Esta Pascua en honor del Señor se celebró en Jerusalén el año décimo octavo del reinado de Josías.
24Finalmente, Josías eliminó también a los brujos y adivinos, así como los dioses familiares, los ídolos y todas las aberraciones religiosas que encontró en el territorio de Judá y en Jerusalén, cumpliendo así las cláusulas de la ley escritas en el libro que el sacerdote Jilquías había encontrado en el Templo.[#23,24: En hebreo residuos de la primitiva religiosidad patriarcal.; #21,6; Dt 6,5; 18,11.]
25Ni antes ni después de Josías hubo un rey como él, que se convirtiera al Señor de todo corazón y con toda el alma, totalmente de acuerdo con la ley de Moisés.[#23,25: El elogio sobre la religiosidad de Josías responde al modelo que Dt 17,18-20 traza del rey ideal. Su tono optimista y su carácter de recapitulación han llevado a afirmar que 23,25 constituiría el final de la primera redacción de la Historia Deuteronomista, antes del exilio.]
26Sin embargo, el Señor no aplacó su terrible cólera contra Judá, causada por la indignación que le había provocado Manasés.[#23,26: Este añadido es como el contrapunto del elogio de Josías y pone de relieve los límites de su obra reformadora, introduciendo un último anuncio profético de la triple ruina inminente de Judá, Jerusalén y el Templo (22,27).]
27El Señor dijo:
— Expulsaré de mi presencia también a Judá, como expulsé a Israel, y rechazaré a Jerusalén, mi ciudad preferida, y al Templo en el que quise que residiera mi nombre.
28El resto de la historia de Josías y todo cuanto hizo está escrito en el libro de los Anales de los Reyes de Judá.
29Durante su reinado, el faraón Necó, rey de Egipto, subió para ayudar al rey de Asiria junto al río Éufrates, y Josías le salió al paso. Pero cuando se encontraron en Meguido, Necó lo mató.[#23,29: Tras la conquista de Nínive en el año 612 a. C. por babilonios y medos, el faraón Necó —o Necao— (609-594) se desplaza hacia el norte para ayudar al último rey asirio. Josías trata de obstruirle el paso en Meguido, intentando impedir una alianza asirio-egipcia.]
30Sus oficiales trasladaron su cadáver en un carro y desde Meguido lo llevaron a Jerusalén, donde lo enterraron en su sepultura. Entonces el pueblo tomó a Joacaz, el hijo de Josías, y lo consagró rey en lugar de su padre.[#2 Cr 35,20.24.]
31Joacaz comenzó a reinar a los veintitrés años, y reinó en Jerusalén durante tres meses. Su madre se llamaba Jamutal y era hija de Jeremías, natural de Libná.[#23,31: Conocido también por Salún, según Jr 22,11.]
32Joacaz ofendió al Señor, igual que sus antepasados.
33El faraón Necó lo encarceló en Ribla, en territorio de Jamat, impidiéndole reinar en Jerusalén, e impuso al país un tributo de cien talentos de plata y un talento de oro.[#23,33: Al regreso de su fracasada expedición al norte para ayudar al rey de Asiria (ver 33,29).— Así el texto hebreo que tal vez ha perdido la cifra exacta. De hecho la versión griega dice: Ver TABLA DE PESAS, MEDIDAS Y MONEDAS.]
34El faraón Necó nombró rey a Eliaquín, el hijo de Josías, en lugar de su padre, cambiando su nombre por el de Joaquín. Luego llevó a Egipto a Joacaz, donde murió.[#23,34: No están claros los motivos del cambio de nombre, aunque puede ser signo de sumisión. El significado de ambos nombres es prácticamente idéntico.]
35Joaquín entregó al faraón la plata y el oro. Pero tuvo que gravar con impuestos al país para satisfacer las exigencias del faraón y así recaudó de la gente, de cada uno según sus posibilidades, la plata y el oro para pagar al faraón Necó.
36Joaquín tenía veinticinco años cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén durante once años. Su madre se llamaba Zebidá y era hija de Pedaías, natural de Rumá.
37Joaquín ofendió al Señor, igual que sus antepasados.