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1Poco tiempo después, el rey envió a un senador ateniense para que obligara a los judíos a apartarse de las leyes de sus antepasados y a vivir en contra de las leyes de Dios;[#6,1: Otros traducen “al anciano Ateneo”.]
2debía también profanar el Templo de Jerusalén y consagrarlo a Zeus Olímpico; en cuanto al Templo del monte Garizín, debía dedicarlo a Zeus Hospitalario como pedían los habitantes del lugar.[#6,2: Zeus es el Dios supremo de los griegos. Este Zeus Hospitalario sería un protector de los extranjeros.]
3De este modo se recrudecieron los males y se hicieron insoportables para todos;
4el propio Templo se llenó de libertinaje y de orgías de paganos que se divertían con prostitutas. Fornicaban con ellas en los atrios sagrados e introducían en el Templo objetos prohibidos.
5Incluso el altar estaba lleno de cosas ilícitas, prohibidas por las leyes;
6no se podía guardar el sábado ni celebrar las fiestas tradicionales, y ni siquiera declararse judío.
7Cada mes tenían que comer por fuerza de los animales que se ofrecían en sacrificio para celebrar el natalicio del rey; y al llegar las fiestas de Baco, la gente, coronada de hiedra, se veía forzada a ir en procesión.[#6,7: El día 25 de cada mes (1 Ma 1,59).]
8A propuesta de los habitantes de Tolemaida se promulgó un decreto, según el cual, en las ciudades griegas vecinas, se debía proceder del mismo modo contra los judíos, obligándolos a tomar parte en los banquetes rituales.[#6,8: Esta ciudad (ver nota a 1 Ma 5,15) era hostil a los judíos.]
9Los que rehusaran acomodarse a las costumbres griegas serían degollados, todo lo cual hacía prever la inminencia de una gran calamidad.
10Dos mujeres fueron denunciadas por haber circuncidado a sus hijos: las hicieron pasear públicamente por la ciudad con los niños colgados de los pechos; después las arrojaron desde lo alto de la muralla.[#1 Ma 1,60-61.]
11Otros, que se habían reunido en las cavernas cercanas para celebrar el sábado en secreto, fueron denunciados a Filipo. A todos estos los quemaron juntos, pues, por respeto a la santidad del día, no quisieron defenderse.[#1 Ma 2,32-38.]
12Ruego a los lectores de este libro que no se escandalicen por estas desdichas, sino que piensen más bien que no se trata de castigos para arruinar a nuestro pueblo, sino para corregirlo.[#5,17-20; 7,16-19.3238.]
13Porque es señal de gran misericordia no tolerar por mucho tiempo a los impíos, sino castigarlos rápidamente.
14Para imponer un castigo a las demás naciones, el Señor aguarda con paciencia que llenen la medida de sus pecados; pero con nosotros ha resuelto actuar de otro modo[#Sb 11,9-10; 12,2.22.]
15y no esperar a castigarnos más tarde, cuando hayamos llegado ya al colmo de los nuestros.
16Por eso nunca aparta de nosotros su misericordia, y ni siquiera nos abandona cuando atrae la adversidad sobre su pueblo a fin de corregirlo.
17Baste este paréntesis para recordar lo dicho. Tras él, prosigamos la narración.
18Eleazar, uno de los principales maestros de la ley, hombre de edad muy avanzada y de aspecto venerable, fue obligado a comer carne de cerdo, abriéndole la boca por la fuerza.
19Pero él, prefiriendo una muerte honrosa a una vida infame, se dirigió voluntariamente al suplicio[#Lv 11,7-8.]
20después de haber escupido la carne. Hizo lo que deben hacer quienes, aun poniendo su vida en peligro, rechazan los alimentos prohibidos.
21Los que presidían aquel banquete prohibido por la ley, movidos por la antigua amistad que tenían con este hombre, lo llevaron aparte y le rogaron que se hiciera traer carne permitida y preparada por él mismo, y que fingiera comer de esa carne ofrecida en sacrificio, tal como el rey lo había ordenado.
22De ese modo se libraría de la muerte, y ellos, dada su vieja amistad, lo tratarían humanitariamente.
23Pero Eleazar, tomando una honrosa decisión, digna de su edad, del prestigio de su ancianidad, de sus blancos cabellos y de la intachable conducta que observó desde su niñez y, especialmente, de la santa ley establecida por Dios, respondió que prefería ser enviado sin dilación al lugar de los muertos.
24A mi edad —dijo— no es digno fingir. Y no quiero que muchos jóvenes piensen que yo, Eleazar, a mis noventa años, me he pasado al paganismo;
25serían inducidos a error a causa de mi simulación y apego a la poca vida que me queda; no quiero, ya en mi vejez, traer sobre mí la infamia y el deshonor.
26Además, aunque pudiera librarme del castigo humano, ni vivo ni muerto lograría escapar de las manos del Todopoderoso.
27Por eso, doy ahora mi vida con valor para mostrarme digno de mi ancianidad;
28de esta manera, muriendo valientemente y con honor por nuestras venerables y santas leyes, dejaré a los jóvenes un noble ejemplo.[#6,28: Esta expresión pertenece al mundo jurídico griego, pero el autor va a hacer una trasposición dónde las “leyes” pasan ahora a ser la Ley (7,30; 10,26; 12,40; 15,9), expresión de la Alianza (1 Ma 2,20) y manifestación de la bondad de Dios (7,36; 8,35).]
Dicho esto, se encaminó resueltamente al martirio.
29Quienes lo conducían, al escuchar aquellas palabras que les parecieron insensatas, cambiaron en furor su anterior actitud afable.
30A punto de morir por los golpes que recibía, dijo entre gemidos:
— El Señor, que está en posesión del santo conocimiento, sabe muy bien que, aun cuando pude escapar de la muerte, estoy sufriendo en mi cuerpo el terrible suplicio de los azotes. Pero también sabe que padezco con alegría por el respeto que le tengo.
31De esta manera murió Eleazar, quien con su muerte dejó un memorable ejemplo de generosidad y virtud, no sólo a los jóvenes, sino a la nación entera.