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1A los tres días de entrar en funciones como gobernador de la provincia, Festo se trasladó de Cesarea a Jerusalén.[#25,1: Ver segunda nota a 8,40. Aunque tenía su residencia oficial en Cesarea, el gobernador romano de Palestina se trasladaba con alguna frecuencia a Jerusalén para resolver asuntos de importancia con los máximos dirigentes religiosos judíos.]
2Una vez allí, se presentaron ante él los jefes de los sacerdotes y las más destacadas personalidades judías para formular sus demandas contra Pablo. Le rogaron,[#23,30; 25,15.]
3como favor especial, que dispusiera el traslado de Pablo a Jerusalén, con la intención de preparar una emboscada y matarlo en el camino.[#23,12-22.30.]
4Pero Festo respondió que Pablo debía seguir custodiado en Cesarea y que él mismo iba a regresar allí pronto.
5Y añadió:
— Que los dirigentes de ustedes me acompañen a Cesarea y presenten acusación contra ese hombre, si es que ha cometido algún delito.
6Festo pasó ocho o diez días entre ellos y después regresó a Cesarea. Al día siguiente ocupó su puesto en el tribunal y ordenó que hicieran comparecer a Pablo.
7Cuando este se presentó, los judíos llegados de Jerusalén lo acosaron imputándole muchas y graves culpas, de las cuales no podían presentar pruebas.[#24,5-6.9; (ver Mc 14,55-56 y par.; Lc 23,14-15).]
8Pablo, a su vez, se defendió diciendo:
— No he cometido delito alguno ni contra la ley judía, ni contra el Templo, ni contra el emperador.
9Festo, que deseaba granjearse el favor de los judíos, dijo entonces a Pablo:
— ¿Quieres ir a Jerusalén para que yo juzgue allí tu causa?
10Pablo respondió:
— Apelo al tribunal del emperador, que es donde debo ser juzgado. No he cometido ningún delito contra los judíos, como tú bien sabes.
11Si verdaderamente soy culpable y he cometido alguna acción que me haga reo de muerte, no me niego a morir. Pero si los cargos que se me hacen carecen de fundamento, nadie puede entregarme a los judíos. Apelo, pues, al emperador.
12Festo cambió impresiones con sus consejeros y respondió:
— Al emperador has apelado, al emperador irás.
13Transcurridos unos días, llegaron a Cesarea el rey Agripa y Berenice para saludar a Festo.[#25,13: Se trata de Herodes Agripa II y de su hermana Berenice, hijos ambos de Herodes Agripa I (ver nota a 12,1). Aunque era de ascendencia judía por parte de su bisabuela Mariamme, no parece que Agripa II fuera precisamente un judío creyente y practicante. No obstante, Pablo se dirige a él como si realmente lo fuera. Berenice, su hermana, era conocida por sus devaneos amorosos; su actual convivencia con su hermano Agripa era objeto de todo tipo de habladurías. Ver nota a 24,24.]
14Como se quedaron allí bastantes días, Festo tuvo tiempo de referir al rey el asunto de Pablo.
— Aquí hay un hombre —dijo— a quien Félix dejó preso.
15Cuando fui a Jerusalén, los jefes de los sacerdotes y los demás dirigentes judíos presentaron una denuncia contra él y pidieron su condena.[#25,1-2.5-6.]
16Les contesté que no es norma legal romana condenar a un acusado sin previo careo con sus acusadores y sin darle oportunidad para defenderse de los cargos.
17Vinieron entonces aquí y, al día siguiente, sin demora alguna, ocupé mi puesto en el tribunal y ordené que trajeran a ese hombre.
18Pero cuando los acusadores tomaron la palabra, no presentaron cargo alguno de los que yo esperaba.[#18,14-15.]
19Todo se reducía a ciertas discrepancias concernientes a su religión y acerca de un tal Jesús, que está muerto y del que Pablo afirma que vive.
20No sabiendo cómo proseguir el desarrollo de la causa, pregunté a Pablo si estaba dispuesto a ir a Jerusalén para que se instruyera allí el proceso.[#25,20: O bien:]
21Pablo, entonces, interpuso apelación, solicitando permanecer bajo custodia en espera del fallo de su Majestad imperial. Así que he ordenado que se le custodie hasta que pueda enviarlo al emperador.[#25,21: Lit. , uno de los títulos del emperador romano, que en aquel momento era Nerón.]
Agripa dijo a Festo:
22— Desearía oír a ese hombre yo mismo.
— Mañana tendrás ocasión —contestó Festo—.
23Al día siguiente llegaron Agripa y Berenice con un fastuoso cortejo, y entraron en la sala de la audiencia en compañía de altos jefes militares y de las más destacadas personalidades de la ciudad. A una orden de Festo, condujeron allí a Pablo.
24A continuación, Festo se expresó de este modo:
— Rey Agripa y señores todos presentes entre nosotros: ahí tienen al hombre por cuya causa han venido a mí multitud de judíos, tanto aquí como en Jerusalén, pidiéndome a gritos su cabeza.
25Sin embargo, me consta que no ha cometido ningún crimen por el cual merezca la muerte. Pero como ha apelado a su Majestad imperial, he decidido enviárselo a él.[#23,29; 25,7-8.18-19; (ver Lc 23,4.14.22).]
26Ahora bien, no existiendo una causa concreta de la que pueda yo informar por escrito al emperador, he querido que comparezca ante ustedes, y particularmente ante ti, rey Agripa, a fin de que, como resultado de este interrogatorio, pueda yo escribir algo al respecto.[#25,26: Lit. Con este apelativo se reconocía el poder absoluto y casi divino del emperador.]
27Y es que me parece absurdo enviar un preso sin especificar los cargos que pesan sobre él.