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1Entre tanto, Saulo, que seguía respirando amenazas de muerte contra los discípulos del Señor, se dirigió al sumo sacerdote[#9,1: Ver nota a 8,1.— Ver nota a 6,1.; #8,3.]
2y le pidió cartas de presentación para las sinagogas de Damasco. Su intención era conducir presos a Jerusalén a cuantos seguidores del nuevo camino del Señor encontrara, tanto hombres como mujeres.[#9,2: El vocablo , característico de Lucas, se convierte en el libro de los Hechos prácticamente en término técnico para designar el nuevo estilo de vida propio de los cristianos (ver 16,7; 18,25-26; 19,9.23; 22,4; 24,14.22). La imagen del para referirse a la conducta o comportamiento de una persona es muy frecuente en el AT, sobre todo en Salmos y Proverbios (ver Is 30,21; Sal 1,1.6; 27,11; Pr 15,10). El , con mayúscula y por excelencia, es el propio Jesús (Jn 14,6).]
3Se hallaba en ruta hacia Damasco, a punto ya de llegar, cuando de pronto un resplandor celestial lo deslumbró.
4Cayó a tierra y oyó una voz que decía:
— Saúl, Saúl, ¿por qué me persigues?
5— ¿Quién eres, Señor? —preguntó Saulo—.
— Soy Jesús, a quien tú persigues —respondió la voz—.
6Anda, levántate y entra en la ciudad. Allí recibirás instrucciones sobre lo que debes hacer.
7Sus compañeros de viaje se habían quedado mudos de estupor. Oían la voz, pero no veían a nadie.
8Saulo se levantó del suelo y, cuando abrió los ojos, no podía ver. Así que lo llevaron de la mano a Damasco,
9donde pasó tres días privado de la vista, sin comer y sin beber.
10Residía en Damasco un discípulo llamado Ananías. En una visión oyó que el Señor lo llamaba:
— ¡Ananías!
— Aquí estoy, Señor —respondió—.
11El Señor le dijo:
— Vete rápidamente a casa de Judas, en la calle Recta, y pregunta por un tal Saulo de Tarso. Ahora está orando
12y acaba de tener una visión en la que un hombre llamado Ananías entra en su casa y le toca los ojos con las manos para que recobre la vista.[#6,6; Mc 8,23-25.]
13— Señor —contestó Ananías—, muchas personas me han hablado acerca de ese hombre y del daño que ha causado a tus fieles en Jerusalén.[#9,13: Lit. Ver nota a Rm 1,7.; #8,3; 9,1.]
14Y aquí mismo tiene plenos poderes de los jefes de los sacerdotes para prender a todos los que te invocan.
15— Tú vete —replicó el Señor—, porque he sido yo quien ha elegido a ese hombre como instrumento para que anuncie mi nombre a todas las naciones, a sus gobernantes y al pueblo de Israel.
16Yo mismo le mostraré lo que habrá de sufrir por mi causa.[#2 Co 11,23-28.]
17Ananías partió inmediatamente y tan pronto como entró en la casa, tocó con sus manos los ojos de Saulo y le dijo:
— Hermano Saulo, Jesús, el Señor, el mismo que se te apareció cuando venías por el camino, me ha enviado para que recobres la vista y quedes lleno del Espíritu Santo.
18De repente cayeron de sus ojos una especie de escamas y recuperó la vista. A continuación fue bautizado,[#Tb 11,10-15.]
19tomó alimento y recobró fuerzas.
Saulo se quedó algún tiempo con los discípulos que residían en Damasco,
20y bien pronto empezó a proclamar en las sinagogas que Jesús era el Hijo de Dios.[#9,20: Título cristológico característico de la teología paulina (ver Rm 1,4.9; Ga 1,16; 2,20; 4,4; 1 Ts 1,1). En Hechos reaparece en 13,33.]
21Todos los que lo oían comentaban llenos de asombro:
— ¿No es este el que en Jerusalén perseguía con saña a los creyentes? ¿Y no ha venido aquí expresamente para llevarlos presos ante los jefes de los sacerdotes?
22Pero Saulo se crecía más y más y, con argumentos irrefutables, demostraba a los judíos de Damasco que Jesús era el Mesías.[#2,36; 17,3; 18,5.28.]
23Algún tiempo después, los judíos se propusieron matar a Saulo.[#23,12.16.]
24Pero alguien lo puso al corriente de tales propósitos y, aunque los judíos vigilaban día y noche las puertas de la ciudad con intención de asesinarlo,
25los discípulos de Saulo lo descolgaron una noche por la muralla, metido dentro de un cesto.[#2 Co 11,32-33.]
26Cuando Saulo llegó a Jerusalén, trató de unirse al grupo de los discípulos; pero todos lo miraban con recelo, pues no acababan de creer que fuera uno de ellos.
27Entonces, Bernabé lo tomó consigo y lo presentó a los apóstoles. Les contó cómo Saulo había visto al Señor en su viaje hacia Damasco, de qué manera le había hablado el Señor y con qué valentía había hablado en Damasco acerca de Jesús.[#4,36; 9,4.20; 26,14; 1 Co 9,1; 15,8; Ga 1,18-19.]
28A partir de entonces, Saulo se movía libremente por Jerusalén en compañía de los apóstoles, y hablaba sin miedo acerca del Señor.
29Pero pronto entró en polémica con los judíos de lengua griega, que comenzaron a tramar planes para matarlo.[#9,29: Ver segunda nota a 6,1.]
30Al enterarse, los hermanos lo escoltaron hasta Cesarea y después lo encaminaron a Tarso.[#9,26-30: Pablo parece referirse a estos mismos sucesos en Ga 1,19-24. Pero existen significativas diferencias: por una parte, Gálatas no habla de la intervención de Bernabé; y por otra, Hechos esquematiza bastante los acontecimientos, hablando del contacto de Pablo con los apóstoles en general, y no sólo con Pedro y Santiago, el hermano del Señor, como se dice en Ga 1,19.; #11,25; Ga 1,21.]
31La Iglesia gozó de un período de paz en toda Judea, Galilea y Samaría. Fueron días en que, impulsada por el Espíritu Santo y plenamente fiel al Señor, iba consolidándose y extendiéndose cada vez más.[#9,31: Esta es la lectura del texto alejandrino representado por los mejores y más antiguos mss. El texto (ver Introducción) dice:; #2,41.47; 4,4; 5,14; etc.]
32Pedro, que recorría incansable todos los lugares, fue también a visitar a los fieles de Lida.[#9,32: Lit. Ver nota a Rm 1,7.]
33Allí encontró a un hombre llamado Eneas, a quien la parálisis tenía postrado en cama desde hacía ocho años.[#3,1-10.]
34Pedro le dijo:
— Eneas, Jesucristo va a curarte; levántate y haz tu cama.
Eneas se levantó inmediatamente.
35Y cuando los habitantes de Lida y de toda la llanura de Sarón lo vieron sano, se convirtieron al Señor.
36Había en Jope una mujer creyente llamada Tabita, nombre que significa “Gacela”. Se dedicaba por entero a hacer buenas obras y a socorrer a los necesitados.[#9,36: Lit. Ver nota a 6,1.— Tabita es el nombre hebreo; el equivalente griego es Dorcas (y así figura en el texto griego); ambos nombres significan “gacela”.; #10,2; Tb 4,7-11;; Mt 6,1-4; Lc 11,41; 12,33.]
37Pero uno de aquellos días cayó enferma y murió. Lavaron su cadáver y lo depositaron en la habitación del piso de arriba.
38Los discípulos de Jope, ciudad próxima a Lida, se enteraron de que Pedro se hallaba en esta última ciudad y enviaron urgentemente dos hombres con este ruego:[#9,38: Jope era una ciudad costera (al sur de la actual Tel-Aviv, con la que hoy está unida); Lida, en cambio, estaba situada tierra adentro, a unos 20 km al este de Jope.]
— Ven a nuestra ciudad sin pérdida de tiempo.
39Pedro partió con ellos en seguida. Al llegar a Jope le hicieron subir a la habitación donde estaba la difunta. Allí se vio rodeado de viudas que, anegadas en lágrimas, le mostraban los vestidos y mantos que Gacela les hacía cuando estaba con ellas.
40Pedro hizo salir a todos y, arrodillándose, se puso a orar. Se acercó después al cadáver y dijo:[#Mc 5,40-41; Lc 7,14-15.]
— ¡Tabita, levántate!
Ella abrió los ojos y, al ver a Pedro, se incorporó en el lecho.
41Él la tomó de la mano y la ayudó a ponerse en pie; llamó luego a las viudas y a los fieles, y se la presentó con vida.
42La noticia corrió por toda Jope, y fueron muchos los que creyeron en el Señor.
43Pedro se quedó una temporada en Jope, en casa de un tal Simón, que era curtidor.