The chat will start when you send the first message.
1Moisés pastoreaba el rebaño de Jetró, su suegro, sacerdote de Madián. Conduciendo el rebaño a través del desierto, llegó al Horeb, el monte de Dios.[#3,1: La tradición lo identifica con el actual monte Sinaí, que los árabes llaman situado en el sur de la península del mismo nombre. Sin embargo, su ubicación se discute y se han propuesto otros lugares, como el , situado más al oeste, o algún otro monte al noroeste de Arabia. Ver Ex 19,1-2; Dt 1,2; Ga 4,24-26.— Es probable que el monte Horeb sea llamado “monte de Dios” porque ya antes de la revelación del Señor a Moisés se lo consideraba como un lugar sagrado.]
2Allí se le apareció el ángel del Señor como una llama de fuego, en medio de una zarza. Se fijó y quedó sorprendido al ver que la zarza ardía, pero no se consumía.[#3,2: En este contexto es el Señor mismo que se manifiesta y hace sentir su presencia para comunicar un mensaje. Ver Gn 16,7; Jue 6,11.22-23; 13,21-22.; #Hch 7,30-34.]
3Entonces Moisés se dijo:
— Voy a acercarme para observar este extraño fenómeno, y ver por qué no se consume la zarza.
4Al ver el Señor que Moisés se acercaba a mirar, lo llamó desde la zarza:
— ¡Moisés! ¡Moisés!
— Aquí estoy, respondió Moisés.
5Dios le dijo:
— No te acerques; quítate las sandalias, porque estás pisando un lugar sagrado.
6Y añadió:
— Yo soy el Dios de tus antepasados, el Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob.
Moisés, sintió miedo de mirar a Dios y se tapó la cara.
7El Señor continuó diciendo:
— He visto la angustiosa situación de mi pueblo en Egipto, he escuchado los gritos de dolor que le causan sus opresores y conozco sus calamidades.
8Ahora he decidido librarlos del poder de los egipcios y sacarlos de ese país para conducirlos a una tierra fértil y espaciosa, a una tierra que mana leche y miel, al país de los cananeos, hititas, amorreos, fereceos, jeveos y jebuseos.[#3,8: Esta es una expresión frecuente en el Pentateuco para aludir a la fecundidad y abundancia del país prometido; ver Dt 8,7-9.]
9El lamento de los israelitas ha llegado a mí, y he visto cómo los tiranizan los egipcios.
10Ve, pues; yo te envío al faraón para que saques de Egipto a mi pueblo, a los israelitas.
11Entonces Moisés preguntó a Dios:
— ¿Quién soy yo para presentarme al faraón y sacar de Egipto a los israelitas?
12Dios le contestó:
— Yo estaré contigo, y esta es la señal de que soy yo quien te envía: cuando hayas sacado de Egipto al pueblo, me adorarán en este monte.
13Moisés le respondió:
— De acuerdo, me presentaré ante los israelitas y les diré: “El Dios de sus antepasados me envía a ustedes”; pero si ellos me preguntan cuál es su nombre, ¿qué les responderé?
14Dios dijo a Moisés:
— Soy el que soy.
Y añadió:
— Esto responderás a los israelitas: “Yo soy” me envía a ustedes.
15Les dirás también: “Yahweh, el Dios de nuestros antepasados, el Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob, me envía a ustedes. Este es mi nombre eterno: así me llamarán de generación en generación”.[#3,15: Yahweh es la transcripción literal del vocablo hebreo con el que Dios revela su nombre a Moisés. Como excepción, por ser este un pasaje significativo, hemos mantenido aquí el vocablo . En el resto de la traducción lo hemos sustituido sistemáticamente por . Por lo demás, es de advertir que después del destierro babilónico se introdujo entre los judíos la costumbre de no pronunciar directamente el nombre divino de . Como recurso sustitutivo más habitual, las cuatro consonantes de YHWH (el llamado tetragrámaton divino) se acompañaban con las vocales de (mi Señor) y así se pronunciaba el nombre divino original. Las consonantes de pronunciadas con las vocales de dan lugar a la forma “Jehová”, nombre que se ha mantenido en ciertos ambientes, sobre todo protestantes.]
16Reúne, pues, a los ancianos de Israel y diles: “El Señor, el Dios de sus antepasados, el Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob, se me ha aparecido y me ha dicho: Los he visitado y he observado cómo los tratan los egipcios;[#3,16: Esta es la primera vez que se menciona a los ancianos como institución del pueblo de Israel; ver Nm 11,16. Se trataba de personas de una cierta edad que eran reconocidas como jefes en sus respectivos clanes y tribus.— Este verbo, cuando va referido a Dios, puede tener dos sentidos en la Biblia: uno positivo, de ayuda, protección y cuidado; y otro negativo, de juicio y castigo. Ver nota a Lc 1,68.]
17así que he determinado acabar con sus penalidades y llevarlos al país de los cananeos, hititas, amorreos, fereceos, jeveos y jebuseos, a una tierra que mana leche y miel”.
18Ellos te harán caso. Entonces, tú y los ancianos de Israel se presentarán al rey de Egipto, y le dirán: “El Señor, el Dios de los hebreos, ha salido a nuestro encuentro. Permítenos que nos adentremos durante tres días por el desierto para ofrecer sacrificios al Señor, nuestro Dios”.
19Yo sé que el rey de Egipto no los dejará marchar, a no ser por la fuerza.
20Pero yo desplegaré mi poder y heriré a Egipto valiéndome de toda clase de prodigios, hasta que el faraón los deje marchar.
21Además, haré que este pueblo se gane el favor de los egipcios, de modo que cuando salgan no lo hagan con las manos vacías,
22sino que cada mujer pedirá a su vecina o a las dueñas de la casas donde se alojan, objetos que sean de plata y oro, y ropas para vestir a sus hijos e hijas. Así será como despojarán a los egipcios.[#11,2-3; 12,35-36; Gn 15,14.]