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1Este es el punto central de cuanto venimos diciendo: que tenemos, junto al trono celestial de Dios, un sumo sacerdote[#8,1: Lit. . Ver nota a 1,3.]
2que desempeña sus funciones en el santuario, en la verdadera Tienda de la presencia, construida no por seres humanos sino por el Señor.[#8,2: Introduce aquí el autor de Hebreos un tema que desarrollará en 9,11-12.24: es el tema del santuario israelita durante la estancia en el desierto (Ex 25,8-9) conocido como “Tienda del encuentro” (Ex 33,7-11) o “Tienda de la presencia” (con la variante de “la Morada” o el conocido también como “Tabernáculo”) en cuanto dicho santuario es figura del auténtico santuario que es el celestial.; #9,11—12,24.]
3Y como todo sumo sacerdote ha sido instituido para ofrecer dones y sacrificios, es preciso que también Cristo tenga algo que ofrecer.[#8,3: El texto original griego evita utilizar expresamente en este momento el nombre de Cristo (o de Jesús); lo hará a partir de 9,11. Por razones de claridad para los lectores actuales se explicita aquí el nombre que, en el presente contexto (ver 9,11.14.24.28), es preferentemente el de , aunque también se utiliza en este libro el de (2,9; 3,1; 4,14; 6,20; etc.) y con mucha menos frecuencia el de (10,10; 13,8).]
4Ciertamente aquí en la tierra su sacerdocio no tendría razón de ser, al existir ya otros sacerdotes que presentan las ofrendas prescritas por la ley de Moisés.
5Pero estos sacerdotes celebran un culto que es únicamente sombra y figura de las realidades celestiales. Así se lo dio a entender Dios a Moisés cuando este se disponía a construir la Tienda de la presencia: Mira —le dijo— hazlo todo según el modelo que te ha sido mostrado en el monte .[#8,5: Ver nota a 8,2.; #Ex 25,40.]
6En realidad, ahora Cristo ha recibido un ministerio tanto más excelso cuanto mayor es la alianza de la que es mediador y cuanto de más valor son las promesas en que está cimentada.
7No habría habido, en efecto, lugar para una segunda alianza, de haber sido perfecta la primera.
8De hecho, Dios recrimina así a los destinatarios de la primera:
He aquí que llega el tiempo —dice el Señor—
en que yo sellaré una alianza nueva
con el pueblo de Israel y el de Judá.
9No será como la alianza
que sellé con sus antepasados,
cuando los tomé de la mano
y los saqué de Egipto.
Como ellos quebrantaron mi alianza,
también yo los abandoné —dice el Señor—.
10Así que esta será —dice el Señor—
la alianza que sellaré con Israel
cuando llegue aquel día:
inculcaré mis leyes en su mente
y las escribiré en su corazón;
yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo.
11Ya nadie tendrá que enseñar a su vecino
ni tendrá que instruir a su hermano diciendo:
“reconoce al Señor”,
porque todos me conocerán,
desde el más pequeño hasta el mayor.
12Y yo perdonaré sus iniquidades
y no me acordaré más de sus pecados.
13Al llamar nueva a esta alianza, Dios está declarando vieja a la primera; y todo lo que se queda viejo y anticuado está a punto de desaparecer.