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1Escúchenme, islas, en silencio;[#41,1: Ver nota a 11,11.]
pueblos, esperen mi reprensión.
Que se acerquen y entonces hablaremos,
comparezcamos juntos a juicio.
2¿Quién lo ha suscitado por oriente
y le ofrece la victoria a cada paso,
pone a su alcance a las naciones
y le somete a sus reyes?
Su espada los reduce a polvo,
su arco los avienta como paja;
3los persigue y avanza seguro,
y ni tocan sus pies el camino.
4¿Quién lo ha hecho y realizado?
El que llama al futuro desde el principio.
Yo soy el Señor, el primero;
y estaré presente con los últimos.
5Las islas lo contemplan temerosas,
tiemblan los confines de la tierra;
ya se acercan, ya están aquí.
6Cada cual ayuda a su compañero,
y dice al de al lado: “Ánimo”.
7El escultor anima al orfebre,
el forjador al que golpea el yunque;
le dice: “Va bien la soldadura”,
y la sujeta bien fuerte con clavos.
8Y tú, Israel, siervo mío,
tú, Jacob, mi elegido,
estirpe de mi amigo Abrahán,
9a quien tomé del confín de la tierra,
a quien llamé de lejanas regiones;
a quien dije: Tú eres mi siervo;
te he elegido, no te he rechazado.
10No temas, que estoy contigo;
no te angusties, que soy tu Dios.
Te doy fuerza y voy a ayudarte,
te sostiene mi diestra salvadora.
11Mira: se retraen avergonzados
todos los que se afanan contra ti;
en nada quedarán, perecerán
todos los que pleitean contigo.
12Buscarás pero no encontrarás
a la gente que te anda provocando;
en nada quedarán, sin valor,
todos los que te hacen la guerra.
13Porque yo, el Señor tu Dios,
soy quien te toma de la mano,
quien te dice: Nada temas,
porque yo soy tu auxilio.
14No temas, gusanito de Jacob;
no te angusties, cosita de Israel;
te voy a auxiliar —oráculo del Señor—.
Tu redentor es el Santo de Israel.
15Voy a convertirte en trillo cortante,
en trillo nuevo, lleno de dientes.
Trillarás, triturarás montañas,
reducirás a paja las colinas;
16los aventarás, el viento los dispersará,
el torbellino los arrebatará consigo.
Pero tú te alegrarás en el Señor,
te gloriarás del Santo de Israel.
17En vano los pobres buscan agua,[#41,17: Es decir, el pueblo desterrado en Babilonia y desposeído de su país. Su sed no es una sed física, sino de restauración.]
la sed reseca su lengua.
Yo, el Señor, les respondo;
como Dios de Israel, no los abandono.
18Abriré canales en cumbres peladas,
fuentes en medio de los valles;
transformaré la estepa en estanque,
la tierra desierta en manantiales.
19Llenaré la estepa de cedros,
de acacias, mirtos y olivos;
plantaré en el desierto cipreses,
y a la vez olmos y abetos.
20Para que así vean y entiendan,
y a la vez se fijen y aprendan
que lo ha hecho la mano del Señor,
lo ha creado el Santo de Israel.
21Presenten su causa, dice el Señor,
aduzcan sus pruebas, dice el Rey de Jacob;
22que se acerquen y nos digan
lo que va a suceder.
Dígannos cómo fue el pasado
y prestaremos atención;
anúnciennos el futuro
y lo reconoceremos cuando llegue;
23predigan los signos del futuro
y sabremos que son dioses.
Hagan algo, bueno o malo,
y que todos lo veamos admirados.
24Mas ustedes no son nada,
sus obras son vacío;
es detestable elegirlos como dioses.
25Del norte he suscitado
a uno que está llegando;
de oriente lo llamo por su nombre:
pisoteará príncipes como barro,
como pisa un alfarero la arcilla.
26¿Quién lo dijo de antemano
para que lo supiéramos por adelantado,
para que asintiéramos diciendo: “Es cierto”?
Pero nadie lo cuenta ni lo explica,
y nadie escucha sus palabras.
27Lo he anunciado primero en Sión,
he enviado un heraldo a Jerusalén.
28Miré, pero a nadie vi,
ni un consejero entre ellos
que pudiese responder a mi pregunta.
29Son todos pura nadería,
sus obras un cero a la izquierda,
viento y nulidad sus estatuas.