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1Tú tienes razón, Señor,
cuando discuto contigo;
pero quiero exponerte un caso:
¿Por qué prospera la conducta del malvado?
¿Por qué viven tranquilos los traidores?
2Los plantas, y echan raíces,
se desarrollan, dan fruto.
Estás presente en su boca,
pero lejos de sus sentimientos.
3Tú, Señor, me conoces y me ves,
has examinado mi actitud hacia ti.
Ponlos aparte como ovejas
destinadas al matadero,
sepáralos para el día de la matanza.
4¿Hasta cuándo guardará luto la tierra
y permanecerá agostada la hierba del campo?
Por la maldad de los que habitan en él,
desaparecen aves y animales.
Porque llegaron a decir:
“El Señor no verá nuestro futuro”.
5Si corres con la infantería y te cansas,
¿cómo vas a competir con los caballos?
Si en lugares tranquilos no te sientes seguro,
¿qué harás en la maleza del Jordán?
6Incluso tus hermanos, tu familia,
han sido contigo traidores;
te van calumniando a tus espaldas.
Tampoco te fíes de ellos,
aunque te digan buenas palabras.
7He abandonado mi casa,[#12,7: En este doloroso anuncio por parte del Señor sorprende la variedad de sinónimos utilizados por el poeta para referirse a Israel: casa, heredad (vv. 7-9), viña, parcela (v. 10), país (vv. 11-12). Sorprende también el número de veces que se alude a su destrucción y desolación (vv. 10-12). Y llama, sobre todo, la atención el violento contraste de los sentimientos del Señor: (v. 7) y (v. 8).]
he desechado mi heredad;
he puesto al amor por quien suspiro
en manos de sus enemigos.
8Mi heredad era para mí
igual que un león en plena selva:
lanzaba contra mí su rugido,
por eso llegué a detestarla.
9¿Es mi heredad una cueva de hienas,
con los buitres rondando junto a ella?
¡Reúnanse, fieras del campo,
vengan todas a comer!
10Muchos pastores destrozaron mi viña,
han pisoteado mi parcela;
convirtieron mi hermosa parcela
en una estepa desolada;
11la han convertido en desolación
y se duele desolada ante mí.
Todo el país está desolado
y nadie reflexiona sobre ello.
12Por todas las dunas de la estepa
van llegando depredadores,
la espada del Señor devora
el país de punta a cabo,
nadie puede vivir en paz.
13Sembraron trigo, cosecharon cardos;
acabaron cansados sin sacar provecho;
quedaron decepcionados de su cosecha,
por la cólera ardiente del Señor.
14Así dice el Señor a todos los malos vecinos que se apoderaron de la herencia que di a mi pueblo Israel: Voy a arrancarlos de su tierra y arrancaré también de en medio de ellos a Judá.[#12,14: Son, sin duda, los del v. 12. Habremos de pensar en la noticia de 2 Re 24,2, donde se dice que, aprovechando la debilidad de Judá, el país fue atacado por arameos, sirios, moabitas y amonitas.]
15Pero después de arrancarlos, me compadeceré otra vez de ellos y los haré volver a su heredad, cada cual a su terruño.[#18,7-10; Is 56,3-8.]
16Y si, igual que enseñaron a mi pueblo a jurar por Baal, aprenden ahora en serio a jurar por mi nombre diciendo: “Por vida del Señor” según tiene costumbre mi pueblo, entonces vivirán entre mi pueblo.
17Pero a la nación que no me escuche, la arrancaré en serio y la destruiré —oráculo del Señor—.