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1Al maestro del coro. Salmo de David.
2Señor, en ti confío,[#31,2: En esta primera sección del salmo (31,1-9), la petición de ayuda (31,2-5) se refuerza con distintas motivaciones que subrayan la confianza del orante y reflejan la certeza de que su ruego será escuchado.]
que no quede jamás defraudado;
¡líbrame con tu fuerza salvadora!
3Acerca hacia mí tu oído,
date prisa en socorrerme.
Sé para mí fortaleza protectora,
morada inaccesible que me salve,
4pues tú eres mi bastión, mi baluarte;[#31,4: Títulos divinos con los que se apela al Dios fiel que ofrece protección y refugio.]
honrando tu nombre, guíame y condúceme.
5Libérame de la trampa que me tienden,[#31,5: Imagen que alude a las asechanzas y ataques de los enemigos.]
porque tú eres mi refugio.
6A tus manos encomiendo mi vida;[#31,6: Lit. , es decir, mi aliento vital, mi vida. Según la tradición lucana estas son las últimas palabras pronunciadas por Jesús en la cruz (Lc 23,46).]
tú, Señor, Dios fiel, me has rescatado.
7Odio a quienes sirven a ídolos falsos,
en Dios pongo mi confianza.
8Por tu amor me alegro y me regocijo,
porque tú has mirado mis pesares,
tú conoces mis angustias.
9No me entregaste al enemigo,
me mantuviste en lugar seguro.
10Apiádate de mí, Señor,
que soy presa de la angustia;
se consumen de pena mis ojos,
todo mi ser y mis entrañas.
11Se agota mi vida en el dolor,
en gemidos mi existencia,
se debilita mi fuerza por mi maldad
y mis huesos se consumen.
12Soy la burla de mis adversarios
y, aún más, la de mis vecinos,
el horror de los que me conocen;
quien me ve por la calle, huye de mí.
13He sido olvidado como un muerto,
soy como un cacharro roto.
14Puedo oír a muchos difamando,
hay terror por todas partes;
contra mí conspiran juntos,
traman arrebatarme la vida.
15Pero yo, Señor, en ti confío,
yo he dicho: “Tú, Señor, eres mi Dios”.
16Mi destino está en tus manos,
líbrame de mis rivales y de quienes me persiguen.
17Muéstrate favorable con tu siervo,
por tu amor ponme a salvo.
18Señor, a ti te invoco,
que no quede defraudado;
queden así los malvados,
que en el abismo sucumban.
19Enmudezcan los labios mentirosos
que se insolentan contra el justo
llenos de orgullo y desprecio.
20¡Qué inmensa es la bondad[#31,20-25: La sección final de este salmo es un canto de acción de gracias por la bondad que Dios manifiesta hacia quienes se acogen a él, una bondad que se plasma en su actuación a favor del salmista.]
que reservas a quien te venera!
La ofreces a quienes en ti confían,
y todo el mundo es testigo.
21Tu rostro los ampara y protege
de las conjuras humanas;
los resguardas en tu Tienda
de las lenguas pendencieras.
22¡Bendito sea el Señor
que me demostró su amor
en momentos de angustia!
23Yo, azorado, llegué a pensar:
“Me has apartado de tu presencia”.
Pero tú oías mi voz suplicante
mientras a ti clamaba.
24¡Amen al Señor todos sus fieles!
El Señor cuida a quienes son leales
y a los arrogantes castiga con creces.
25¡Manténganse firmes, sigan con ánimo
cuantos en el Señor tienen esperanza!