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1Tobit dijo entonces:
2¡Bendito sea Dios, que vive para siempre,[#13,1: Esta oración está formada por la yuxtaposición de un doble himno: 13,1-8 es una plegaria de alabanza por la soberanía de Dios y utiliza motivos clásicos de los salmos; 13,9-18, a su vez, constituye un himno de alabanza por la nueva Jerusalén, emparentado con Is 60.]
y bendito sea su reino!
Porque él castiga, pero tiene compasión;
hace bajar hasta el reino de la muerte,
pero hace subir de la gran perdición.
Nadie puede escapar de su mano.
3¡Alábenlo, hijos de Israel,
ante todas las naciones!
Porque él los ha dispersado en medio de ellas,
4y les ha mostrado su grandeza.
¡Exáltenlo ante todos los seres vivientes,
pues él es nuestro Señor, nuestro Dios,
nuestro Padre y Dios por toda la eternidad!
5Él los castiga por sus maldades,
pero tendrá misericordia de todos ustedes
y los reunirá de todas las naciones
entre las cuales los había dispersado.
6Si se vuelven a él con todo su corazón
y con toda su alma,
y si se portan sinceramente en su presencia,
entonces él se volverá a ustedes
y nunca más les ocultará su rostro.
7Miren lo que ha hecho con ustedes
y alábenlo en alta voz.
¡Bendigan al Señor que actúa con justicia
y exalten al Rey eterno!
8Yo lo alabo en el país de mi cautividad,[#13,8: Desde aquí hasta la segunda parte del versículo 11 el texto largo presenta una laguna que subsanamos siguiendo el texto breve.]
manifestando su fuerza y su grandeza
a unas gentes pecadoras.
¡Conviértanse, pecadores,
y obren rectamente delante de él!
¡Quizás él se volverá a ustedes
y tendrá de ustedes misericordia!
9Yo ensalzo a mi Dios, el Rey del cielo,
y mi alma se alegra en su grandeza.
10¡Que todos lo celebren
y lo alaben en Jerusalén!
Jerusalén, ciudad santa,
Dios te castigó por las obras de tus hijos;
pero de nuevo tendrá misericordia
de los hijos de los justos.
11Alaba debidamente al Señor,
y bendice al Rey eterno
para que su Templo sea reconstruido con alegría;
12para que Dios alegre en ti a todo desterrado,
y muestre su amor a tus humillados por siempre.
13Una luz brillante resplandecerá
hasta el último rincón de la tierra.
Muchas gentes vendrán a ti de lejos;
habitantes de todos los confines de la tierra
vendrán a invocar tu santo nombre,
trayendo en sus manos dones al Rey del cielo.
Generación tras generación
encontrará en ti su alegría,
y el nombre de la ciudad elegida
permanecerá eternamente.
14¡Malditos sean los que te insulten!
¡Malditos todos los que te destruyan,
los que derriben tus muros,
los que derrumben tus torres,
los que incendien tus casas!
Pero benditos serán para siempre
todos los que te honran.
15Entonces te alegrarás y regocijarás
por los hijos de los justos,
porque todos ellos se reunirán
y bendecirán al Señor eterno.
¡Dichosos los que te aman,
dichosos los que se alegran por tu paz!
16¡Dichosos los que se afligen
a causa de tus desgracias,
porque luego se alegrarán por ti
al ver para siempre toda tu felicidad!
17Porque Jerusalén será reedificada
y su Templo permanecerá eternamente.
“¡Dichoso de mí, si me queda
algún descendiente
que pueda ver tu gloria
y alabar al Rey del cielo!”.
Las puertas de Jerusalén se construirán
con zafiros y esmeraldas,
y con piedras preciosas sus murallas.
Las torres de Jerusalén serán de oro,
y sus baluartes, de oro puro;
las plazas de Jerusalén se pavimentarán
con rubíes y piedras de Ofir.
18Entonces las puertas de Jerusalén
entonarán cantos de alegría,
y todas sus casas dirán:
¡Aleluya, bendito sea el Dios de Israel!
Y los elegidos bendecirán su nombre santo
ahora y por todos los siglos.