SABIDURÍA 1

I.— LA VIDA HUMANA EN LOS PLANES DE DIOS (1—5)

El amor a la justicia

1Gobernantes de la tierra, amen la justicia,[#1,1: El tema de la justicia, fundamental en el libro de la Sabiduría (ver Introducción), se hace presente ya en la primera afirmación. Nótese, además, que el pasaje comienza y termina con la explícita evocación de la justicia (1,1.15).]

piensen con rectitud acerca del Señor

y búsquenlo con sencillez de corazón.

2Pues se deja encontrar por quienes no le exigen pruebas,

se revela a quienes no desconfían de él.

3Los pensamientos torcidos apartan de Dios,

y el poder divino, cuando es desafiado,

confunde a los insensatos.

4La sabiduría no entra en un alma perversa

ni habita en un cuerpo sometido al pecado.

5Pues el santo espíritu educador se aleja de lo falso,

se separa del pensamiento insensato

y se retira cuando la injusticia se hace presente.

6La sabiduría, espíritu amigo del ser humano,

no dejará sin castigo los labios blasfemos;

porque Dios, que es testigo de los sentimientos,

examina conforme a la verdad el corazón

y escucha cuanto dice la lengua.

7El espíritu del Señor llena la tierra,

da consistencia a todas las cosas

y conoce cuanto se dice.

8No podrá ocultarse quien hable perversamente,

ni podrá escapar a la justicia acusadora.

9Los pensamientos del impío serán investigados:

hasta el Señor llegará el eco de sus palabras

y la prueba de sus malas acciones.

10Hay un oído celoso que todo lo escucha,[#1,10: En el sentido de que Dios de ninguna manera está dispuesto a renunciar a sus derechos absolutos de creador y dueño de todo el universo.; #Ex 20,5; Dt 29,19.]

ni el más leve cuchicheo se le escapa.

11Por tanto, eviten murmuraciones inútiles

y guarden su lengua de toda maledicencia,

pues ni aun la palabra más secreta se dice en vano

y la boca que calumnia hace morir al alma.

12No busquen la muerte con una vida descarriada,

ni se acarreen la ruina con sus acciones;

13porque no fue Dios quien hizo la muerte,

ni se alegra destruyendo a los vivientes.

14Él creó todas las cosas para que subsistan,

todos los seres del universo son saludables.

No hay en ellos veneno mortal,

ni el reino de la muerte domina la tierra.

15Porque la justicia es inmortal.

El pensamiento de los impíos

16Con gestos y a gritos llaman los impíos a la muerte.

Teniéndola por amiga, la buscan con empeño;

han hecho con ella un pacto y compartirán su suerte.

La Biblia Hispanoamericana (BHTI) Traducción Interconfesional versión hispanoamericana Copyright © Sociedad Bíblica de España, 2011 Utilizada con permiso
Published by: Bible Society of Spain