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1Ella dio éxito a tu pueblo en sus avatares
bajo la dirección de [Moisés], profeta santo.
2Atravesaron un desierto solitario
y en lugares intransitables montaron sus tiendas.
3Hicieron frente a sus enemigos
y rechazaron a sus adversarios.
4Cuando tus fieles tuvieron sed, te invocaron:
una roca escarpada les proporcionó agua,
una piedra dura sirvió para calmar su sed.
5Lo mismo con que se castigó a sus enemigos,[#11,5: El autor de Sb enuncia aquí un principio general que va a ir desarrollando en adelante a base de proponer una amplia serie de contrastes entre el comportamiento de Dios con los egipcios, por una parte, y con los israelitas, por otra. Toda esta última parte del libro de la Sabiduría es un buen ejemplo del modo de comentar la Escritura puesto en práctica por las escuelas rabínicas.]
fue bueno para ellos en momentos de angustia.
6En lugar del caudal permanente
de un río turbio y sucio de sangre
7con que castigaste a los culpables
de promulgar un decreto infanticida,
a tu pueblo le diste, sin esperarlo, agua en abundancia.
8De este modo les mostrabas, al hacerles pasar sed,
cómo habías castigado a sus enemigos.
9Pues al sufrir la prueba de una corrección hecha con amor,
se hacían idea de qué tormentos soportan los impíos
cuando la ira divina los castiga.
10A tu pueblo, en efecto,
lo probaste como padre que reprende;
con los egipcios, en cambio, te portaste
como rey implacable que condena.
11Tanto si se encontraban cerca como lejos,
padecieron las mismas aflicciones:
12fueron doblemente atribulados[#11,12: A saber, por el propio castigo recibido, y por la contemplación de los beneficios que Dios concedió a los israelitas.]
y se lamentaban al recordar su conducta pasada;
13pues al enterarse de que los castigos recibidos
redundaban en beneficio de tu pueblo,
cayeron en la cuenta de que era el Señor quien actuaba.
14Y al que antes habían abandonado a merced de las aguas
y más tarde rechazaron con desprecio,
ahora lo admiraron cuando todo concluyó,
al tener que experimentar una sed
muy distinta a la que sintieron los justos.
15Sus razonamientos perversos e insensatos
los inducían al error de rendir culto
a reptiles irracionales y a animales despreciables;
por eso tú les mandaste como castigo
una multitud de bestias irracionales,
16a fin de que aprendieran que uno es castigado
con las mismas cosas que usa para pecar.
17Porque nada impedía a tu infinito poder
—que de una materia caótica formó el universo—
enviar contra ellos manadas de osos o de feroces leones;
18o nuevas especies de fieros animales creados al efecto,
que lanzaran llameantes resoplidos,
o rugieran despidiendo una pestilente humareda
y arrojando por los ojos rayos espantosos;
19bestias capaces no sólo de aniquilarlos con sus zarpas,
sino de hacerlos morir con su sola espantosa presencia.
20Pero sin llegar a esto, bastaba para exterminarlos un soplo,
perseguidos por tu justicia, barridos por tu soplo poderoso.
Pero tú lo has dispuesto todo con medida, número y peso.
21En cualquier momento puedes desplegar tu inmenso poder
y nadie puede resistir la fuerza de tu brazo.
22El mundo entero es ante ti como un peso insignificante,[#11,22: Lit. que por tanto no ejerce ninguna influencia en el peso.]
como gota de rocío que cae al amanecer sobre la tierra.
23Porque todo lo puedes, de todos te compadeces,[#11,23: Las ideas expuestas en este pasaje (11,23—12,2) están, por supuesto, presentes en otros textos bíblicos, pero aquí adquieren una fuerza y una belleza incomparables; tienen, además, la peculiaridad de estar formuladas en forma de razonamiento, sin duda bajo la inspiración de la retórica griega.]
y no miras los pecados de los seres humanos,
a ver si se arrepienten.
24Amas cuanto existe y nada de lo que has hecho aborreces:
si algo te resultara odioso, no lo habrías creado.
25¿Cómo podría subsistir algo que tú no quisieras?
¿Cómo permanecería si no lo hubieras llamado a existir?
26Pero tú eres indulgente con todo lo creado,
porque todas las cosas son tuyas, Señor que amas la vida.