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1¡Escuchen, reyes, y entiendan!
¡Aprendan, gobernantes del mundo entero!
2Atentos, los que dominan muchedumbres
y presumen de sojuzgar muchas naciones.
3Porque del Señor han recibido el poder,
del Altísimo procede la autoridad.
Él examinará sus acciones
y juzgará sus intenciones.
4Porque, siendo ministros de su reino,
no juzgaron con rectitud, ni respetaron la ley,
ni cumplieron la voluntad de Dios.
5Se lanzará, pues, contra ustedes
de manera terrible y repentina,
y un juicio implacable herirá a los prepotentes.
6Porque él tiene misericordia de los humildes,
pero a los poderosos les pedirá cuentas con rigor.
7El Señor de todos no retrocede ante nadie,
ninguna grandeza lo intimida,
porque él hizo al pequeño y al grande
y de todos se preocupa por igual;
8pero los poderosos serán examinados con rigor.
9A ustedes, pues, soberanos, dirijo mis palabras,
para que aprendan sabiduría y no caigan en falta;
10quienes observan santamente las leyes santas,
serán reconocidos también ellos como santos;
quienes las aprendan, tendrán quien los defienda.
11Ansíen por lo tanto mis palabras,
búsquenlas con empeño y recibirán instrucción.
12Radiante e inmarcesible es la sabiduría;[#6,12: En todo este pasaje se describe a la “sabiduría” no como un conjunto de cualidades y actitudes que deben adornar al ser humano, sino más bien como un atributo singular estrechamente emparentado con la divinidad. Casi se identifica con el mismo Dios que quiere entrar en íntimo contacto con sus criaturas y ser conocido por ellas.]
se deja descubrir por los que la aman
y quienes la buscan terminan encontrándola;
13y es que para aquellos que la anhelan,
ella misma se anticipa a darse a conocer.
14No se fatigará quien la busque de madrugada,
pues la encontrará sentada ante su puerta.
15Meditar en ella es prudencia consumada;
quien por ella no ahorra desvelos,
se verá pronto libre de inquietudes.
16Porque ella misma busca con afán
a quienes considera dignos de su favor;
se les manifiesta benévola en todos los caminos
y les sale al encuentro en todos sus proyectos.
17Su comienzo es el sincero deseo de instrucción;[#6,17-20: Utiliza aquí el autor, con cierta libertad, un recurso retórico griego llamado “sorites” en el que se van encadenando los distintos términos de la argumentación hasta llegar a la conclusión final.]
el deseo de instrucción significa amarla;
18amarla supone cumplir sus leyes;
cumplir sus leyes es garantía de inmortalidad;
19y la inmortalidad hace que nos acerquemos a Dios.
20Por tanto, desear la sabiduría conduce al Reino.
21Así pues, soberanos de los pueblos,
si estiman los tronos y los cetros,
honren la sabiduría y reinarán por siempre.
22Les indicaré qué es la sabiduría y de dónde procede
sin ocultarles ninguno de sus secretos.
Desde sus remotos orígenes rastrearé sus huellas
y la daré a conocer abiertamente,
sin faltar en nada a la verdad.
23No dejaré que me guíe la envidia corrosiva,
que nada tiene en común con la sabiduría.
24Cuando hay muchos sabios el mundo está a salvo,
un rey prudente da estabilidad a su pueblo.
25Dejen, pues, que mis palabras los instruyan,
y de ellas sacarán provecho.