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1Abre, Líbano, tus puertas
y que el fuego devore tus cedros.
2Gime, ciprés, de dolor,
porque ha caído el cedro
y han sido abatidos los poderosos.
Laméntense, encinas de Basán,
porque han talado
el bosque impenetrable.
3Oigan el lamento de los pastores
porque ha sido arrancado
el esplendor de sus praderas;
Escuchen cómo rugen
los cachorros de león
porque ha sido asolada
la espesura del Jordán.
4Así dice el Señor, mi Dios:
— Apacienta estas ovejas destinadas al matadero,
5las que degüellan impunemente sus compradores mientras dice el que las vende: “Bendito sea el Señor que me ha hecho rico”. Ni sus propios pastores se compadecen de ellas.[#11,5: Probable alusión a los invasores extranjeros.— En todo este pasaje los términos se usan para designar a los gobernantes, tanto civiles como religiosos de la comunidad israelita, si bien es difícil precisar de qué gobernantes, en concreto, se trata.]
6Pues bien, tampoco yo tendré compasión de los que habitan esta tierra —oráculo del Señor—; voy a entregar a todos y cada uno a merced de sus vecinos y de sus reyes que devastarán el país sin que yo los libre de sus manos.
7Me puse a apacentar las ovejas que los tratantes habían destinado al matadero. Así que tomé dos cayados: al uno lo llamé “Gracia” y al otro “Concordia”. Seguí apacentando al rebaño[#11,7: Así según la versión griega; el texto hebreo dice: , lectura manifiestamente oscura.]
8y en un solo mes despedí a tres pastores, pues yo no los pude aguantar y ellos se cansaron de mí.[#11,8: Según esta traducción el texto hablaría de los pero no faltan quienes piensan que habla de las y por tanto habría que traducir:]
9Entonces dije:
— No los apacentaré más; la que haya de morir, que muera; la que haya de perecer, que perezca; y las que sobrevivan, que se devoren unas a otras.
10Tomé luego mi cayado “Gracia” y lo quebré en señal de que rompía el pacto sellado con todos los pueblos.
11Quedó, pues, roto el pacto en aquel día y los tratantes de ovejas, que estaban observándome, reconocieron que era el Señor quien hablaba.[#11,11: Ver nota a 11,7. También cabría traducir en ambos casos:]
12Yo les propuse:
— Si les parece bien, denme mi salario; y si no, déjenlo.
Entonces pesaron lo que me correspondía como salario y me dieron treinta siclos de plata.
13El Señor, por su parte, me dijo:
— Echa al tesoro [del Templo] ese buen precio en que me han valorado.
Tomé los treinta siclos de plata y los eché en el tesoro del Templo del Señor.
14Quebré luego mi segundo cayado de nombre “Concordia”, como señal de que rompía la hermandad entre Judá e Israel.[#Ver 1 Re 12,16-33.]
15Y el Señor me dijo:
— Toma los aperos de un pastor irresponsable.
16Porque voy a suscitar en este país un pastor que no se preocupará de la oveja descarriada, ni buscará la extraviada, ni curará la que está herida, ni alimentará a la sana; al contrario, comerá la carne de las gordas y les arrancará hasta las pezuñas.
17¡Ay del pastor irresponsable
que abandona el rebaño!
¡Que la espada le cercene el brazo
y le salte el ojo derecho!
¡Que su brazo se seque del todo
y su ojo derecho se apague por completo!