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1Jesús entró otra vez en la sinagoga; y había en ella un hombre que tenía una mano tullida.
2Y espiaban a Jesús para ver si lo sanaría en sábado, y así tener de qué acusarlo.[#3.2 Los judíos consideraban que la acción de sanar era un trabajo que se prohibía hacer en sábado.]
3Jesús le dijo entonces al hombre que tenía la mano tullida:
—Levántate y ponte ahí en medio.
4Luego preguntó a los otros:
—¿Qué está permitido hacer en sábado: el bien o el mal? ¿Salvar una vida o destruirla?
Pero ellos se quedaron callados.
5Jesús miró entonces con enojo a los que le rodeaban, y entristecido por la dureza de su corazón le dijo a aquel hombre:
—Extiende la mano.
El hombre la extendió, y su mano quedó sana.
6Pero en cuanto los fariseos salieron, comenzaron a hacer planes con los del partido de Herodes para matar a Jesús.[#3.6 Véase Mt 22.16 n.]
7Jesús, seguido por mucha gente de Galilea, se fue con sus discípulos a la orilla del lago.
8Cuando supieron las grandes cosas que hacía, también acudieron a verlo muchos de Judea, de Jerusalén, de Idumea, del oriente del Jordán y de la región de Tiro y Sidón.[#3.8 Mt 4.25. Idumea: región al sur de Judea, poblada por no judíos. Tiro y Sidón: ciudades no judías del norte de Palestina.]
9Por esto, Jesús encargó a sus discípulos que le tuvieran lista una barca, para evitar que la multitud lo apretujara.
10Porque había sanado a tantos, que todos los enfermos se echaban sobre él para tocarlo.[#Mc 4.1; Lc 5.1-3.]
11Y cuando los espíritus impuros lo veían, se ponían de rodillas delante de él y gritaban:
—¡Tú eres el Hijo de Dios!
12Pero Jesús les ordenaba severamente que no hablaran de él en público.[#3.12 Véase Mc 1.34 nota.]
13Después Jesús subió a un cerro, y llamó a los que le pareció bien. Una vez reunidos,
14eligió de entre ellos a doce, para que lo acompañaran y para mandarlos a anunciar el mensaje. A estos les dio el nombre de apóstoles,[#3.14 Véase Mt 10.1-2 n. Algunos mss. omiten A éstos les dio el nombre de apóstoles .]
15y les dio autoridad para expulsar a los demonios.
16Estos son los doce que escogió: Simón, a quien puso el nombre de Pedro;[#3.16 Mt 16.18 nota.]
17Santiago y su hermano Juan, hijos de Zebedeo, a quienes llamó Boanerges (es decir, «Hijos del Trueno»);[#3.17 Esta expresión semítica puede traducirse como hombres tempestuosos, en el sentido de personas de carácter impulsivo (cf. Lc 9.54) o ambicioso (cf. Mc 10.35-37).]
18Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás y Santiago, hijo de Alfeo; Tadeo, Simón el cananeo,,[#3.18 Véase Mt 10.3 nota.; #3.18 celoso o ferviente. Véanse Mt 10.4 n. y Lc 6.15 nota.]
19y Judas Iscariote, que después traicionó a Jesús.
20Después entró Jesús en una casa, y otra vez se juntó tanta gente, que ni siquiera podían comer él y sus discípulos.[#3.20 Puede tratarse de la casa de Simón en Cafarnaúm. Véanse Mt 9.1 n.; Mc 2.1 n., y cf. también Mc 1.29.]
21Cuando lo supieron los parientes de Jesús, fueron a llevárselo, pues decían que se había vuelto loco.[#3.21 Jn 10.20. Parientes: o amigos (Lit. los de junto a él ); pero cf. vv. 31-32.]
22También los maestros de la ley que habían llegado de Jerusalén decían: «Beelzebú, el propio jefe de los demonios, es quien le ha dado a este hombre el poder de expulsarlos.»[#3.22 Mt 9.34; 10.25. Beelzebú: el diablo, jefe de los demonios; véase Mt 12.24 n.]
23Jesús los llamó, y les puso un ejemplo, diciendo: «¿Cómo puede Satanás expulsar al propio Satanás?
24Un país dividido en bandos enemigos, no puede mantenerse;
25y una familia dividida, no puede mantenerse.
26Así también, si Satanás se divide y se levanta contra sí mismo, no podrá mantenerse; habrá llegado su fin.
27»Nadie puede entrar en la casa de un hombre fuerte y robarle sus cosas, si no lo ata primero; solamente así podrá robárselas.
28»Les aseguro que Dios dará su perdón a los hombres por todos los pecados y todo lo malo que digan:
29pero el que ofenda con sus palabras al Espíritu Santo, nunca tendrá perdón, sino que será culpable para siempre.»[#Mt 12.32; Lc 12.10.]
30Esto lo dijo Jesús porque ellos afirmaban que tenía un espíritu impuro.[#3.30 esto es, atribuían la expulsión de los demonios al mismo jefe de ellos (v. 22). Por esta razón Jesús habla de la actitud comúnmente llamada el «pecado imperdonable». Cf. 2 Ts 1.8-9; Heb 6.4-6; 10.26-29; 1 Jn 5.16-17.]
31Entre tanto llegaron la madre y los hermanos de Jesús, pero se quedaron afuera y mandaron llamarlo.
32La gente que estaba sentada alrededor de Jesús le dijo:
—Tu madre, tus hermanos y tus hermanas están afuera, y te buscan.
33Él les contestó:
—¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?
34Luego, mirando a los que estaban sentados a su alrededor, añadió:
—Estos son mi madre y mis hermanos.
35Pues cualquiera que hace la voluntad de Dios, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre.