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11 (1b) Oh Dios,
¿por qué nos has abandonado para siempre?
¿Por qué se ha encendido tu furor
contra las ovejas de tu prado?
2Acuérdate de tu pueblo,
el que adquiriste desde el principio,
el que rescataste para hacerlo tribu tuya;
acuérdate del monte Sión, donde has vivido.
3Ven a ver estas ruinas sin fin;
¡el enemigo lo ha destruido todo en el santuario!
4Tus enemigos cantan victoria en tu santuario;[#74.4 A los ojos del salmista, los enemigos de Israel son enemigos de Dios. Por eso en su plegaria pone de relieve estas dos ideas: la humillación que ha sufrido Israel es una afrenta para el mismo Dios (vv. 10,18), y al salir en defensa de su pueblo, el Señor defiende su propio honor (vv. 22-23). Cf. Lm 1.10. Véase Enemigo en el Índice temático .]
¡han puesto sus banderas extranjeras
5sobre el portal de la entrada!
Cual si fueran leñadores
en medio de un bosque espeso,
6a golpe de hacha y martillo
destrozaron los ornamentos de madera.
7Prendieron fuego a tu santuario;
¡deshonraron tu propio templo,
derrumbándolo hasta el suelo!
8Decidieron destruirnos del todo;
¡quemaron todos los lugares del país
donde nos reuníamos para adorarte!
9Ya no vemos nuestros símbolos sagrados;[#74.9 Lit. signos o señales. Podría referirse a ciertos estandartes religiosos o militares, como las banderas del v. 4. Otros ven en esa expresión una referencia a los milagros, que son «signos» o «señales» de la presencia del Señor en medio de su pueblo.]
ya no hay ningún profeta,
y ni siquiera sabemos lo que esto durará.
10Oh Dios,
¿hasta cuándo nos ofenderá el enemigo?
¿Hasta cuándo seguirá hablando mal de ti?
11¿Por qué escondes tu mano poderosa?
¿Por qué te quedas cruzado de brazos?
12Desde tiempos antiguos, tú eres mi Rey.[#74.12 La profesión de confianza en el Señor, que es un elemento típico de los salmos de súplica, aparece aquí bajo la forma de un himno o canto de alabanza al poder de Dios manifestado en la creación y en la historia (vv. 12-17). Véase Señor en el Índice temático .]
Tú, oh Dios, alcanzaste muchas victorias
en medio de la tierra:
13tú dividiste el mar con tu poder,
les rompiste la cabeza a los monstruos del mar,
14aplastaste las cabezas del monstruo Leviatán[#74.14 nombre de un monstruo mitológico, que en Is 27.1 se describe como la serpiente enroscada, la serpiente tortuosa y el dragón que está en el mar. Los antiguos israelitas, como sus vecinos cananeos, veían en este monstruo la representación simbólica de las fuerzas del caos. Cf. Job 3.8; Sal 104.26.]
y lo diste por comida a las fieras del desierto.
15Tú hiciste brotar fuentes y ríos,
y secaste los ríos inagotables.
16Tuyos son el día y la noche;
tú afirmaste la luna y el sol;
17tú marcaste los límites del mundo;
tú hiciste el verano y el invierno.
18Ten en cuenta, Señor, que el enemigo te ofende,
y que gente necia habla mal de ti.
19¡No te olvides tanto de nosotros!
Somos débiles como tórtolas;
¡no nos entregues a las fieras!
20¡Acuérdate de tu alianza,
porque el país está lleno de violencia
hasta el último rincón!
21No dejes que se humille al oprimido;
¡haz que te alaben el pobre y el humilde!
22¡Levántate, oh Dios! ¡Defiende tu causa!
¡Recuerda que los necios te ofenden sin cesar!
23No olvides los gritos de tus enemigos,
el creciente clamor de los rebeldes.