Salmos 36

Salmos 36

La misericordia de Dios

1La maldad habla al corazón del impío;

en su opinión, no hay por qué temer a Dios.

2Vive halagándose a sí mismo,

seguro de que su maldad no es condenable.

3Sus palabras son malvadas y fraudulentas;

dejó de ser sabio y de practicar el bien.

4Aun acostado hace planes malvados;

va por el mal camino, y disfruta de su maldad.

5Pero tu misericordia, Señor, llega a los cielos;

¡tu fidelidad se extiende hasta las nubes!

6Tu justicia es como las grandes montañas;

tus sentencias son como el mar profundo;

¡tú, Señor, cuidas de hombres y animales!

7Dios mío, ¡cuán preciosa es tu misericordia!

¡La humanidad se acoge a la sombra de tus alas!

8En tu templo se sacia de ricos alimentos;

tú apagas su sed en un río de aguas deliciosas.

9En ti se halla el manantial de la vida,

y por tu luz podemos ver la luz.

10Muestra tu misericordia a los que te conocen;

muestra tu justicia a los de recto corazón.

11No dejes que los soberbios me aplasten,

ni que el poder de los impíos me sacuda.

12Vean allí, caídos, a los que practican el mal;

¡rodaron por el suelo, y no volvieron a levantarse!

Reina Valera Contemporánea™ © Sociedades Bíblicas Unidas, 2009, 2010.
Published by: United Bible Societies