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1Si el Señor no es el que construye la casa, es inútil el trabajo de los albañiles. Si el Señor no guarda la ciudad, el trabajo de los guardias no tiene sentido.
2Es inútil levantarse temprano por la mañana e ir a trabajar, y quedarse hasta altas horas de la noche, preocupado por ganar lo suficiente para comer, cuando el Señor es el que da el descanso a los que ama.
3Ciertamente los hijos son un regalo del Señor, porque la familia es una bendición.[#127:3 Literalmente, “la recompense del fruto del vientre”.]
4Como flechas en las manos de un guerrero son los hijos en la juventud.
5¡Feliz es el que llena su aljabau con ellos! Tales padres no se avergonzarán cuando enfrenten a sus enemigos en las puertas de la ciudad.[#127:5 “Puertas de la ciudad”. El lugar donde se hacían los juicios, igual que una corte.]