Salmos 32

Salmos 32

Experiencia de la dicha del perdón

1Bienaventurado aquel

cuya transgresión ha sido perdonada

y ha sido cubierto su pecado.

2Bienaventurado el hombre a quien el SEÑOR no atribuye iniquidad,

y en cuyo espíritu no hay engaño.

3Mientras callé se envejecieron mis huesos en mi gemir todo el día.

4Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano;

mi vigor se convirtió en sequedades de verano. Selah

5Mi pecado te declaré

y no encubrí mi iniquidad.

Dije: “Confesaré mis rebeliones al SEÑOR”.

Y tú perdonaste la maldad de mi pecado. Selah

6Por eso orará a ti todo fiel

en el tiempo en que puedas ser hallado.

Ciertamente en la inundación las caudalosas aguas no llegarán a él.

7Tú eres mi refugio;

me guardarás de la angustia

y con cánticos de liberación me rodearás. Selah

8“Te haré entender y te enseñaré

el camino en que debes andar.

Sobre ti fijaré mis ojos.

9No sean sin entendimiento

como el caballo o como el mulo,

cuya boca ha de ser frenada con rienda y freno;

de otro modo, no se acercan a ti”.

10Muchos dolores tendrá el impío;

pero la misericordia cercará al que espera en el SEÑOR.

11Oh justos, alégrense en el SEÑOR y gócense;

canten con júbilo todos los rectos de corazón.

Copyright © 2015 by Editorial Mundo Hispano
Published by: Editorial Mundo Hispano