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1Tú que habitas al amparo del Altísimo,
tú que vives al abrigo del Todopoderoso,
2dí al Señor: “tú eres mi refugio,
mi baluarte, mi Dios en quien confío”.
3Él te librará de la red del cazador[#91,3: Imagen de las trampas y asechanzas de los enemigos.]
y de la peste asoladora;
4con sus plumas te resguardará,
bajo sus alas te dará cobijo,
escudo y armadura será su lealtad.
5No temerás el terror de la noche,[#91,5: Según creencias populares de trasfondo mitológico, este terror indefinido estaría causado por maleficios o espíritus malignos.]
ni la flecha que ondea de día,
6ni la peste que surca la niebla,
ni la plaga que devasta a pleno día.
7Que caigan mil a tu lado,
diez mil a tu diestra,
¡a ti no podrán alcanzarte!
8Sólo con abrir los ojos
verás el escarmiento del malvado,
9porque el Señor es tu refugio,
y has hecho del Altísimo tu amparo.
10No vendrá sobre ti la desgracia,
ni mal alguno alcanzará tu tienda,
11pues él ordenará a sus ángeles
protegerte en todas tus sendas.
12Te llevarán en las palmas de sus manos
para que tu pie no tropiece en la piedra.
13Caminarás sobre el león y la víbora,
pisarás al león y al dragón.
14Voy a salvarlo pues se acogió a mí;
lo protegeré, pues me conoce.
15Me llamará y le responderé,
estaré con él en la angustia,
lo libraré y lo engrandeceré;
16le daré una larga vida,
le haré ver mi salvación.