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1Mirando fijamente al Concilio Supremo, Pablo comenzó: «Hermanos, ¡siempre he vivido ante Dios con la conciencia limpia!».[#23:1 En griego al Sanedrín ; similar en 23:6, 15, 20, 28.]
2Al instante, Ananías, el sumo sacerdote, ordenó a los que estaban cerca de Pablo que lo golpearan en la boca.
3Pero Pablo le dijo: «¡Dios te golpeará a ti, hipócrita corrupto! ¿Qué clase de juez eres si tú mismo infringes la ley al ordenar que me golpeen así?».[#23:3 En griego a ti, pared blanqueada .]
4Los que estaban cerca de Pablo le dijeron:
—¿Te atreves a insultar al sumo sacerdote de Dios?
5—Lo siento, hermanos. No me había dado cuenta de que él es el sumo sacerdote —contestó Pablo—, porque las Escrituras dicen: “No hables mal de ninguno de tus gobernantes”.[#23:5 Ex 22:28.]
6Pablo se dio cuenta de que algunos miembros del Concilio Supremo eran saduceos y que otros eran fariseos, por lo tanto, gritó: «Hermanos, ¡yo soy fariseo, al igual que mis antepasados! ¡Y estoy en juicio porque mi esperanza está en la resurrección de los muertos!».
7Esto dividió al Concilio —puso a los fariseos contra los saduceos—,
8porque los saduceos dicen que no hay resurrección, ni ángeles, ni espíritus, pero los fariseos sí creen en todo esto.
9Así que hubo un gran alboroto. Algunos de los maestros de la ley religiosa que eran fariseos se levantaron de un salto y comenzaron a discutir enérgicamente. «Nosotros no encontramos nada malo en él —gritaban—. Tal vez algún espíritu o ángel le habló».
10Como el conflicto se tornó más violento, el comandante tenía temor de que descuartizaran a Pablo. De modo que les ordenó a sus soldados que fueran a rescatarlo por la fuerza y lo regresaran a la fortaleza.
11Esa noche el Señor se le apareció a Pablo y le dijo: «Ten ánimo, Pablo. Así como has sido mi testigo aquí en Jerusalén, también debes predicar la Buena Noticia en Roma».
12A la mañana siguiente, un grupo de judíos se reunió y se comprometió mediante un juramento a no comer ni beber hasta matar a Pablo.[#23:12 En griego siguiente, los judíos se reunieron y se comprometieron .]
13Eran más de cuarenta los cómplices en la conspiración.
14Fueron a los sacerdotes principales y a los ancianos y les dijeron: «Nos hemos comprometido mediante un juramento a no comer nada hasta que hayamos matado a Pablo.
15Así que ustedes y el Concilio Supremo deberían pedirle al comandante que lleve otra vez a Pablo ante el Concilio. Aparenten que quieren examinar su caso más a fondo. Nosotros lo mataremos en el camino».
16Pero el sobrino de Pablo —el hijo de su hermana— se enteró del plan y fue a la fortaleza y se lo contó a Pablo.
17Pablo mandó llamar a uno de los oficiales romanos y le dijo: «Lleva a este joven al comandante; tiene algo importante que decirle».[#23:17 En griego los centuriones ; similar en 23:23.]
18Entonces el oficial lo hizo y explicó: «El prisionero Pablo me llamó y me pidió que le trajera a este joven porque tiene algo que decirle».
19El comandante lo tomó de la mano, lo llevó a un lado y le preguntó:
—¿Qué es lo que quieres decirme?
20El sobrino de Pablo le dijo:
—Unos judíos van a pedirle que usted lleve mañana a Pablo ante el Concilio Supremo, fingiendo que quieren obtener más información.
21¡Pero no lo haga! Hay más de cuarenta hombres escondidos por todo el camino, listos para tenderle una emboscada. Ellos han jurado no comer ni beber nada hasta que lo hayan matado. Ya están listos, solo esperan su consentimiento.
22—Que nadie sepa que me has contado esto —le advirtió el comandante al joven.
23Entonces el comandante llamó a dos de sus oficiales y les dio la siguiente orden: «Preparen a doscientos soldados para que vayan a Cesarea esta noche a las nueve. Lleven también doscientos lanceros y setenta hombres a caballo.
24Denle caballos a Pablo para el viaje y llévenlo a salvo al gobernador Félix».
25Después escribió la siguiente carta al gobernador:
31Así que, esa noche, tal como se les había ordenado, los soldados llevaron a Pablo tan lejos como Antípatris.
32A la mañana siguiente, ellos regresaron a la fortaleza mientras que las tropas a caballo trasladaron a Pablo hasta Cesarea.
33Cuando llegaron a Cesarea, lo presentaron ante el gobernador Félix y le entregaron la carta.
34El gobernador la leyó y después le preguntó a Pablo de qué provincia era.
—De Cilicia —contestó Pablo.
35—Yo mismo oiré tu caso cuando lleguen los que te acusan —le dijo el gobernador.
Luego el gobernador ordenó que lo pusieran en la prisión del cuartel general de Herodes.