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1El profeta Eliseo llamó a uno de la comunidad de profetas y le ordenó:
—Prepárate, llévate esta alcuza de aceite y vete a Ramot de Galaad.
2Cuando llegues allí, busca a Jehú, el hijo de Josafat y nieto de Nimsí. Entra donde esté, sácalo de entre sus compañeros y llévatelo a una habitación aparte.
3Toma entonces la alcuza de aceite y derrámala sobre su cabeza, diciendo: Así dice el Señor: «Yo te consagro como rey de Israel». Luego abres la puerta y escapas sin detenerte.[#ver 1 Re 19,15-16.]
4El joven profeta marchó a Ramot de Galaad.
5Cuando llegó encontró a los capitanes del ejército reunidos y dijo:
—Capitán, traigo un mensaje para ti.
Jehú preguntó:
—¿Para quién de nosotros?
Y él respondió:
—Para ti, capitán.
6Jehú se levantó, entró en la casa, y el joven profeta vertió el aceite sobre su cabeza, diciéndole:
—Así dice el Señor, Dios de Israel: Yo te consagro como rey de Israel, el pueblo del Señor.
7Eliminarás a la familia de Ajab, tu señor, y yo vengaré así en Jezrael la sangre de mis siervos, los profetas, y la sangre de todos los siervos del Señor.
8Toda la dinastía de Ajab perecerá y le exterminaré a todo israelita varón esclavo o libre.[#1 Re 21,21-23.]
9Trataré a la dinastía de Ajab, como traté a la dinastía de Jeroboán, el hijo de Nabat, y a la dinastía de Baasá, el hijo de Ajías.
10En cuanto a Jezabel, será devorada por los perros en los campos de Jezrael y no tendrá sepultura.
Luego el profeta abrió la puerta y escapó.
11Cuando Jehú salió a reunirse con los oficiales de su señor, uno le preguntó:
—¿Qué sucede? ¿Por qué ha venido a verte ese loco?
Él les respondió:
—Ya conocen a ese tipo de personas y sus monsergas.
12Pero ellos insistieron:
—¡Mentiroso! Venga, cuéntanoslo.
Entonces Jehú contestó:
—Pues me ha dicho lo siguiente: «Así dice el Señor: Yo te consagro como rey de Israel».
13Inmediatamente cada uno tomó su manto, lo puso a los pies de Jehú sobre los escalones, hicieron sonar el cuerno y aclamaron:
—¡Viva el rey Jehú!
14Jehú, hijo de Josafat y nieto de Nimsí, tramó una conspiración contra Jorán. Resulta que Jorán estaba defendiendo con todo el ejército israelita Ramot de Galaad ante el ataque de Jazael, rey de Siria.[#Ver 1 Re 22,3.]
15El rey Jorán se había retirado a Jezrael para curarse de las heridas recibidas de los sirios en el combate con Jazael, rey de Siria. Entonces Jehú dijo:
—Si están de acuerdo, que no salga nadie de la ciudad para ir a dar la noticia en Jezrael.
16Jehú montó en su carro y marchó a Jezrael, donde Jorán estaba convaleciente. Ocozías, el rey de Judá, había bajado a verlo.
17El centinela que estaba en la torre de Jezrael vio venir al grupo de Jehú y dio el aviso:
—Veo venir un grupo.
Jorán ordenó:
—Elige a un jinete y mándalo a su encuentro a preguntarles si traen buenas noticias.
18El jinete fue a su encuentro y le dijo:
—El rey pregunta si traen buenas noticias.
Jehú le respondió:
—A ti no te importa. Ponte detrás de mí.
El centinela informó:
—El centinela ha llegado hasta ellos, pero no vuelve.
19El rey envió otro jinete que al llegar a ellos dijo:
—El rey pregunta si traen buenas noticias.
Jehú contestó:
—A ti no te importa. Ponte detrás de mí.
20El centinela volvió a informar:
—Ha llegado hasta ellos, pero no vuelve. La manera de conducir es la de Jehú, el hijo de Nimsí, pues conduce a lo loco.
21Entonces Jorán ordenó:
—Engancha el carro.
Engancharon su carro y Jorán, el rey de Israel, y Ocozías, el rey de Judá, salieron cada uno en su carro al encuentro de Jehú y se encontraron con él en la heredad de Nabot, el de Jezrael.
22Cuando Jorán vio a Jehú le preguntó:
—¿Traes buenas noticias, Jehú?
Pero Jehú respondió:
—¿Qué buenas noticias puede haber mientras tu madre, Jezabel, siga con sus prostituciones y sus brujerías?
23Inmediatamente Jorán dio la vuelta para escapar, gritando a Ocozías:
—¡Traición, Ocozías!
24Pero Jehú disparó su arco e hirió a Jorán por la espalda. La flecha le atravesó el corazón y cayó desplomado en su carro.
25Entonces Jehú ordenó a su asistente Bidcar:
—Bájalo y tíralo en el campo de Nabot, el de Jezrael. Recuerda que cuando tú y yo cabalgábamos juntos con su padre Ajab, el Señor pronunció este oráculo contra él:
26«Ayer vi la sangre de Nabot y la sangre de sus hijos. Pues en este mismo campo te daré tu merecido —oráculo del Señor—». Así que, bájalo y arrójalo a la heredad de Nabot, como dijo el Señor.
27Cuando Ocozías, el rey de Judá, vio lo que pasaba, salió huyendo en dirección a Ben Hagán. Pero Jehú lo persiguió y ordenó:
—Mátenlo también a él.
Lo hirieron sobre su carro en la cuesta de Gur, cerca de Jibleán; pero él logró huir hasta Meguido, donde murió.
28Sus oficiales lo llevaron en carro a Jerusalén y lo enterraron con sus antepasados en la ciudad de David.
29Jorán había comenzado a reinar en Judá el año undécimo de Jorán, el hijo de Ajab.
30Jezabel se enteró de que Jehú llegaba a Jezrael. Entonces se pintó los ojos, se arregló el pelo y se asomó a la ventana.
31Cuando Jehú entraba a la ciudad, Jezabel le dijo:
—¿Cómo estás, Zimrí, asesino de su señor?
32Jehú miró a la ventana y preguntó:
—A ver, ¿quién está conmigo?
Se asomaron dos o tres cortesanos
33a los que Jehú ordenó:
—¡Tírenla abajo!
La tiraron y su sangre salpicó sobre las paredes y los caballos, que la pisotearon.
34Jehú entró a comer y a beber y luego ordenó:
—Ocúpense de esa maldita y entiérrenla, pues es hija de reyes.
35Cuando fueron a enterrarla solo encontraron su cráneo, sus pies y sus manos.[#9,10; 1 Re 21,23.]
36Volvieron a informar a Jehú, y él comentó:
—Así se cumple la palabra que el Señor pronunció por medio de su siervo Elías, el de Tisbé: «Los perros devorarán el cuerpo de Jezabel en los campos de Jezrael,
37su cadáver será como estiércol sobre el campo y nadie podrá reconocerla».