APOCALIPSIS 1

1Esta es la revelación que Dios confió a Jesucristo en relación con los inminentes sucesos que era preciso poner en conocimiento de sus servidores. El ángel enviado por el Señor se la comunicó por medio de signos a Juan, su servidor.

2Y Juan es testigo de que todo lo que ha visto es palabra de Dios y testimonio de Jesucristo.[#1,9; 6,9; 20,4 (ver 12,17; 19,10).]

3¡Dichoso quien lee y dichosos los que prestan atención a este mensaje profético y cumplen lo que en él está escrito! Porque la hora final está al caer.

I. Siete cartas para siete iglesias (1,4‒3,22)

Presentación y saludo

4Juan a las siete iglesias de la provincia de Asia. Gracia y paz de parte del que es, del que era y del que está a punto de llegar; de parte de los siete espíritus que rodean su trono,[#1,8; 4,8 (ver 11,17; 16,5); 3,1; 4,5; 5,6 (ver Is 11,2).]

5y de parte de Jesucristo, el testigo fiel, el primogénito de los resucitados y el dominador de todos los reyes de la tierra.

Al que nos ama y nos ha liberado con su muerte de nuestros pecados,

6al que ha hecho de nosotros un reino y nos ha constituido sacerdotes para su Dios y Padre, a él la gloria y el poder por siempre. Amén.[#5,10; 20,6; Ex 19,6; Is 61,6; 1 Pe 2,5-9.]

7¡Miren cómo viene entre las nubes!

Todos lo verán,

incluso quienes lo traspasaron,

y todas las naciones de la tierra

prorrumpirán en llanto por su causa.

Sí. Amén.

8«Yo soy el Alfa y la Omega —dice el Señor Dios—, el que es, el que era y el que está a punto de llegar, el dueño de todo».[#4,8; 11,17; 15,3; 16,7.14; 19,6.15; 21,22.]

Visión de Cristo glorioso

9Yo soy Juan, hermano de ustedes; unido a Jesús, participo con ustedes en el sufrimiento y en la espera paciente del Reino. Me hallaba desterrado en la isla de Patmos por haber proclamado la palabra de Dios y por haber dado testimonio de Jesús,

10cuando el día del Señor caí en éxtasis y oí a mi espalda una voz poderosa, como de trompeta,

11que ordenaba:

—Escribe en un libro todo lo que veas y envíalo a estas siete iglesias: a Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardes, Filadelfia y Laodicea.

12Volví la cabeza para ver quién me hablaba; al volverme vi siete candeleros de oro,

13y en medio de ellos vi una especie de figura humana, vestida con larga túnica y una banda de oro ciñéndole el pecho.[#Dn 7,13; 10,5-6 (ver Ez 1,28).]

14Los cabellos de su cabeza eran blancos como la lana blanca y como nieve; su mirada, como llama de fuego;

15sus pies, semejantes al bronce que se está fundiendo en el horno; y su voz, como fragor de aguas caudalosas.

16En su mano derecha tenía siete estrellas y de su boca salía una cortante espada de dos filos y su rostro era como el sol cuando brilla con todo su resplandor.[#19,15; Is 49,2; Heb 4,12.]

17Apenas lo vi, caí fulminado a sus pies; pero él me tocó con su mano derecha y me dijo:

—No temas; yo soy el primero y el último.

18Yo soy el que vive. Estuve muerto, pero ahora vivo para siempre y tengo en mi poder las llaves de la muerte y del abismo.[#Heb 7,25.]

19Escribe, pues, lo que has visto, lo que está sucediendo y lo que sucederá después.

20En cuanto al misterio de las siete estrellas que has visto en mi mano derecha y de los siete candeleros de oro, las siete estrellas son los ángeles de las siete iglesias y los siete candeleros son las siete iglesias.

La Palabra (BLPH) versión hispanoamericana Copyright © Sociedad Bíblica de España, 2010 Utilizada con permiso
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