LUCAS 10

Los setenta y dos enviados

(Mt 9,37)

1Después de esto, el Señor escogió también a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos delante de él a todos los pueblos y lugares a donde él pensaba ir.[#10,1: Numerosos mss., entre ellos varios de reconocido valor, dicen Sea cual sea la lectura correcta, Lc podría simbolizar en este pasaje la misión a los pueblos paganos que, según la interpretación que el judaísmo hacía de Gn 10, serían, bien setenta según el texto hebreo, bien setenta y dos según la versión griega de los LXX.; #9,1 y par; Jn 4,35.]

2Les dijo:

— La mies es mucha, pero son pocos los obreros. Por eso, pídanle al dueño de la mies que mande obreros a su mies.

3¡Póngase en marcha! Yo los envío como corderos en medio de lobos.

4No lleven monedero, zurrón, ni calzado; y no se detengan tampoco a saludar a nadie en el camino.[#10,4: E1 anuncio del Reino es la tarea prioritaria y no debe ser obstaculizada por los saludos, a veces interminables, de quienes se cruzaban en el camino (ver 2 Re 4,29).]

5Cuando entren en alguna casa, digan primero: “Paz a esta casa”.

6Si los que viven allí son gente de paz, la paz del saludo quedará con ellos; si no lo son, la paz se volverá a ustedes.

7Quédense en la misma casa, comiendo y bebiendo de lo que tengan, porque el que trabaja tiene derecho a su salario. No vayan de casa en casa.[#Mt 10,10; 1 Co 9,6-18; 2 Co 11,7-11; 1 Tm 5,18.]

8Cuando lleguen a un pueblo donde los reciban con agrado, coman lo que les ofrezcan.[#1 Co 10,27.]

9Curen a los enfermos que haya en él y anuncien: “El reino de Dios está cerca de ustedes”.[#10,11; 11,20; 17,21; 19,11; 21,31; Mt 3,2; 4,17; 12,28; Mc 1.15.]

10Pero si entran en un pueblo donde se nieguen a recibirlos, recorran sus calles diciendo:

11“¡Hasta el polvo de este pueblo, que se nos ha pegado a los pies, nos lo sacudimos contra ustedes! Sin embargo, sepan que el reino de Dios ya está cerca”.[#9,5.]

12Les digo que, en el día del juicio, los habitantes de Sodoma serán tratados con más clemencia que los de ese pueblo.[#10,12: Ver nota a Mt 10,15.]

Lamento por las ciudades rebeldes

(Mt 10,40; 11,20-24)

13¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran realizado los milagros que se han realizado en medio de ustedes, ya hace mucho tiempo que sus habitantes se habrían convertido y lo habrían demostrado llevando luto y ceniza.[#10,13: ver primera y segunda nota a Mt 11,21.— Ver tercera nota a Mt 11,21.]

14Por eso, Tiro y Sidón serán tratados en el juicio con más clemencia que ustedes.

15Y tú, Cafarnaún, ¿crees que vas a ser encumbrada hasta el cielo? ¡Hasta el abismo , serás precipitada ![#10,15: Ver segunda nota a Mt 4.13.— Ver nota a Mt 11.23.; #Is 14,13-15.]

16El que los escuche a ustedes, es como si me escuchara a mí; el que los rechaze a ustedes, es como si me rechazara a mí; y el que me rechace a mí, es como si rechazara al que me envió.[#Mt 18,5 y par.; Jn 5,23; 12,44; 13,20; 15,23.]

Regreso de los setenta y dos enviados

17Los setenta y dos volvieron llenos de alegría, diciendo:

— ¡Señor, hasta los demonios nos obedecen en tu nombre!

18Jesús les contestó:

— He visto a Satanás que caía del cielo como un rayo.

19Les he dado a ustedes autoridad para que pisoteen las serpientes, los escorpiones y todo el poder del enemigo, sin que nada ni nadie pueda dañarlos.[#Gn 3,15; Sal 91,13; Mc 16,18.]

20Pero, aun así, no se alegren tanto de que los espíritus malignos los obedezcan como de que los nombres de ustedes estén escritos en el cielo.[#10,17.20: Ver nota a Mt 8,16.]

Alegría de Jesús

(Mt 11,25-27; 13,16-17)

21En aquel mismo momento, el Espíritu Santo llenó de alegría a Jesús, que dijo:

— Padre, Señor del cielo y de la tierra, te alabo porque has ocultado todo esto a los sabios y entendidos y se lo has revelado a los sencillos. Sí, Padre, así lo has querido tú.

22Mi Padre lo ha puesto todo en mis manos y nadie sabe quién es el Hijo, sino el Padre; y nadie sabe quién es el Padre, sino el Hijo y aquellos a quienes el Hijo quiera revelárselo.[#Jn 10,15.]

23Luego se volvió hacia sus discípulos y les dijo aparte:

— ¡Felices los que puedan ver todo lo que ustedes están viendo!

24Les digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes están viendo, y no lo vieron; y oír lo que ustedes están oyendo, y no lo oyeron.

El mandamiento más importante

(Mt 22,35-39; Mc 12,28-31)

25Por entonces, un doctor de la ley, queriendo poner a prueba a Jesús, le hizo esta pregunta:

— Maestro, ¿qué he de hacer para alcanzar la vida eterna?

26Jesús le contestó:

— ¿Qué está escrito en la ley de Moisés? ¿Qué lees allí?

27Él respondió:

— Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu inteligencia; y a tu prójimo como a ti mismo.

28Jesús le dijo:

— Has respondido correctamente. Haz eso y vivirás.

Parábola del buen samaritano

29Pero el maestro de la ley, para justificar su pregunta, insistió:

— ¿Y quién es mi prójimo?

30Jesús le dijo:

— Un hombre que bajaba de Jerusalén a Jericó fue asaltado por unos ladrones, que le robaron cuanto llevaba, lo hirieron gravemente y se fueron, dejándolo medio muerto.

31Casualmente bajaba por aquel mismo camino un sacerdote que vio al herido, pero pasó de largo.

32Y del mismo modo, un levita, al llegar a aquel lugar, vio al herido, pero también pasó de largo.[#10,32: Los levitas (pertenecientes, como indica el nombre, a la tribu de Leví) eran los encargados del canto, de la preparación de los sacrificios y de la vigilancia interna en el Templo de Jerusalén.]

33Finalmente, un samaritano que iba de camino llegó junto al herido y, al verlo, se sintió conmovido.[#10,33: Ver nota a Mt 10,5.; #9,52-53.]

34Se acercó a él, le vendó las heridas poniendo aceite y vino sobre ellas, lo montó en su propia cabalgadura, lo condujo a una posada próxima y cuidó de él.[#10,34: Eran remedios utilizados por aquel entonces para calmar el dolor y desinfectar las heridas (ver Is 1,6).]

35Al día siguiente, antes de reanudar el viaje, el samaritano dio dos denarios al posadero y le dijo: “Cuida bien a este hombre. Si gastas más, te lo pagaré a mi vuelta”.[#10,35: . Para el valor del denario, ver TABLA DE PESAS, MEDIDAS Y MONEDAS y notas a Mt 17,24 y 20,2.]

36Pues bien, ¿cuál de estos tres hombres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de ladrones?

37El maestro de la ley contestó:

— El que tuvo compasión de él.

Y Jesús le replicó:

— Pues vete y haz tú lo mismo.

Jesús visita a Marta y María

38Mientras seguían el camino, Jesús entró en una aldea, donde una mujer llamada Marta le dio alojamiento.

39Marta tenía una hermana llamada María, la cual, sentada a los pies del Señor, escuchaba sus palabras.

40Marta, en cambio, andaba atareada con los quehaceres domésticos, por lo que se acercó a Jesús y le dijo:

— Señor, ¿te parece bien que mi hermana me deje sola con todo el trabajo de la casa? Por favor, dile que me ayude.

41El Señor le contestó:

— Marta, Marta, andas angustiada y preocupada por muchas cosas.

42Sin embargo, una sola es necesaria. María ha elegido la mejor parte y nadie se la arrebatará.

La Biblia Hispanoamericana (BHTI) Traducción Interconfesional versión hispanoamericana Copyright © Sociedad Bíblica de España, 2011 Utilizada con permiso
Published by: Bible Society of Spain