EFESIOS 1

EFESIOS 1

Saludo

1Pablo, apóstol de Jesucristo por designio de Dios, a los miembros del pueblo de Dios que residen en Éfeso y creen en Cristo Jesús.[#Rm 7,1-7; 1 Co 1,1-3; Ga 1,1-3.]

2Que Dios, nuestro Padre, y Jesucristo, el Señor, les concedan gracia y paz.

I. El plan salvador de Dios en Cristo (1,3‒3,21)

Elegidos y bendecidos en Cristo

3Alabemos a Dios,

Padre de nuestro Señor Jesucristo,

que por medio de Cristo nos ha bendecido

con toda suerte de bienes

espirituales y celestiales.

4Él nos ha elegido en la persona de Cristo

antes de crear el mundo,

para que nos mantengamos

sin mancha ante sus ojos,

como corresponde a consagrados a él.

Amorosamente

5nos ha destinado de antemano,

y por pura iniciativa de su benevolencia,

a ser adoptados como hijos suyos

mediante Jesucristo.

6De este modo, la bondad

tan generosamente derramada sobre nosotros

por medio de su Hijo querido,

se convierte en himno

de alabanza a su gloria.

7Con la muerte de su Hijo,

y en virtud de la riqueza de su bondad,

Dios nos libera y nos perdona los pecados.

8¡Qué derroche de gracia sobre nosotros,

al llenarnos de sabiduría e inteligencia

9y darnos a conocer sus designios más secretos!

Los designios que benévolamente

había decidido realizar

por medio de Cristo,

10llevando la historia

a su punto culminante

y haciendo que todas las cosas,

las del cielo y las de la tierra,

recuperen en Cristo su unidad.

11El mismo Cristo en quien también nosotros

participamos de la herencia

a la que hemos sido destinados de antemano

según el designio del Dios

que todo lo hace de acuerdo

con los planes de su libre decisión.

12Así, nosotros, los que habíamos puesto

nuestra esperanza en el Mesías,

nos convertiremos en himno

de alabanza a su gloria.

13Y también ustedes,

los que han escuchado

el mensaje de la verdad,

el evangelio de salvación,

al creer en Cristo

han sido sellados

con el Espíritu Santo prometido,

14que es garantía de nuestra herencia,

en orden a la liberación

del pueblo adquirido por Dios,

para convertirse en himno

de alabanza a su gloria.

Supremacía de Cristo

15Por eso yo, al tener noticias de la fe que tienen en Jesús, el Señor, y del amor que dispensan a los creyentes,[#Rm 1,8-10; Col 1,3-4.9; 1 Ts 1,2; Flm 4-5.]

16los recuerdo en mis oraciones y no me canso de dar gracias a Dios por ustedes.

17Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre a quien pertenece la gloria, les otorgue un espíritu de sabiduría y de revelación que se lo haga conocer.[#Is 11,2; 1 Co 2,10.]

18Que les llene de luz los ojos del corazón para que conozcan cuál es la esperanza a la que los llama, qué inmensa es la gloria que ofrece en herencia a su pueblo[#4,4; Rm 8,24-25; Col 1,5.27.]

19y qué formidable la potencia que despliega en favor de nosotros los creyentes, manifestada en la eficacia de su fuerza poderosa.[#Rm 1,4; 8,11; 1 Co 6,14; Col 2,12; Flp 3,10.]

20Es el poder que Dios desplegó en Cristo al resucitarlo de la muerte y sentarlo en el cielo junto a sí,

21por encima de todo principado, potestad, autoridad y dominio, y por encima de cualquier otro título que se precie de tal, no solo en este mundo presente, sino también en el futuro.[#Mt 28,18; Flp 3,9; Col 1,15-20; 2,10; Heb 1,3-4.]

22Todo lo ha puesto Dios bajo el dominio de Cristo, constituyéndolo cabeza suprema de la Iglesia[#4,15; Sal 8,6; 1 Co 15,24-25.]

23que es el cuerpo de Cristo, y, como tal, plenitud del que llena totalmente el universo.[#4,10; Col 1,18-19; 2,9.]

La Palabra (BLPH) versión hispanoamericana Copyright © Sociedad Bíblica de España, 2010 Utilizada con permiso
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