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1Me dijo el Señor:
—Hazte con una tablilla grande y escribe en ella con un punzón normal: «Maher Salal, Jas Baz».
2Me busqué dos testigos fidedignos, al sacerdote Urías y a Zacarías, hijo de Baraquías.
3Luego me acosté con la profetisa, que concibió y dio a luz un hijo. El Señor me dijo:
—Lo llamarás Maher Salal, Jas Baz,
4pues, antes de que sepa el niño decir «papá» y «mamá», serán llevados ante el rey de Asiria las riquezas de Damasco y el botín de Samaría.[#2 Re 16,9; 17,3-6; 7,16.]
5El Señor volvió a hablarme en estos términos:[#5,26-30.]
6—Este pueblo ha despreciado las aguas de Siloé, que corren mansas, y se ha alegrado ante el orgullo invasor de Rasín y del hijo de Remalías.[#7,1-2.]
7Por eso, el Señor va a hacer que los aneguen las aguas del Éufrates, poderosas y caudalosas:
se saldrán de su cauce,
correrán inundando riberas,
8penetrarán impetuosas por Judá,
llegarán hasta el cuello.
Sus límites se extenderán
hasta cubrir la anchura de la tierra.
¡Oh Dios-con-nosotros!
9Reúnanse, pueblos, y échense a temblar;
escuchen los de tierras lejanas:
aunque se ciñan las armas,
serán derrotados;
aunque se preparen para la guerra,
serán quebrantados.
10Si hacen un plan, fracasará;
su palabra no se sostendrá,
pues está Dios-con-nosotros.
11Así me dijo el Señor sujetándome con la mano e impidiéndome caminar con este pueblo:
12No llamen conspiración
a lo que este pueblo llama conspiración.
No teman ni se asusten
ante lo que él teme.
13Llamen «conspirador» al Señor del universo,
porque él será su temor y su miedo.
14Se convertirá en conspirador,
en piedra de tropiezo
y en obstáculo rocoso
para las dos casas de Israel,
en lazo y en trampa
para los vecinos de Jerusalén.
15Muchos tropezarán allí,
caerán, quedarán destrozados,
quedarán enlazados, atrapados.
16Guardo esta advertencia, pongo sello
a esta instrucción para mis discípulos.
17Seguiré esperando en el Señor;
aunque oculte su rostro a la casa de Jacob,
en él seguiré esperando.
18Yo y los hijos que me dio el Señor
seremos signo y presagio en Israel;
es cosa del Señor del universo,
que habita en el monte Sion.
19Ya verán como les dicen:
«Consulten a los espíritus,
a los adivinos que susurran y musitan.
¿No tiene un pueblo que evocar
a los muertos en favor de los vivos,
20en busca de advertencia e instrucción?».
Seguro que así les hablará
quien carece de poder para evocar.
21Andará por el país abatido y hambriento,
y a causa de su rabia y de su hambruna
maldecirá a su rey y a su Dios.
Volverá su cara hacia arriba,
22mirará después a la tierra:
verá persecución y tiniebla,
verá oscuridad angustiosa,
noche cerrada sin luz.
23Pues no hay escape posible
para quien se halla acosado.
En otro tiempo humilló
al país de Zabulón
y al país de Neftalí;
al final ensalzará
el camino de la mar,
cuando se cruza el Jordán:
Galilea de los paganos.