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1Muy poco tiempo después, Lisias, tutor y pariente del rey y encargado del gobierno, muy preocupado por los últimos acontecimientos,[#11.1 1 Mac 3.32-33; 6.17; 2 Mac 13.2.]
2reunió cerca de ochenta mil hombres de infantería y toda su caballería, y avanzó contra los judíos. Su intención era convertir a Jerusalén en ciudad de residencia de los griegos,
3hacer que el templo pagara impuestos como los templos de las demás naciones, y vender cada año la dignidad de sumo sacerdote.[#11.3 2 Mac 4.7. Vendiendo cada año el cargo de sumo sacerdote, el fisco se aseguraba unos ingresos considerables.]
4Pero no contaba con el poder de Dios, sino que confiaba en sus millares de soldados de infantería y caballería y en sus ochenta elefantes.
5Penetrando en Judea, se acercó a Bet-sur, fortaleza que distaba unos veinticinco kilómetros de Jerusalén, y la atacó.[#11.5 Véase 1 Mac 4.29 n.]
6Cuando Macabeo y sus soldados supieron que Lisias estaba atacando la fortaleza, se reunieron con todo el pueblo, y con gemidos y lágrimas pidieron al Señor que enviara un ángel bueno para salvar a Israel.[#11.6 Ex 23.20; Jos 5.13-15; Jue 6.11-24; 2 R 19.35; Tb 5.21; 2 Mac 15.23.]
7Macabeo, que fue el primero en tomar las armas, animó a los demás para que todos juntos hicieran frente al peligro y fueran en ayuda de sus hermanos. Todos ellos, llenos de entusiasmo, se pusieron en marcha.
8Estando todavía cerca de Jerusalén, se apareció, a la cabeza de la tropa, un jinete vestido de blanco, agitando unas armas de oro.
9Entonces todos alabaron a Dios misericordioso, y tan fortalecidos se sintieron en su ánimo que estaban dispuestos a atacar no solo a los hombres, sino a las fieras más salvajes y a murallas de hierro.
10Marcharon en orden de batalla, con su defensor celestial, ayudados por la misericordia del Señor.
11Se lanzaron como leones sobre los enemigos, y derribaron por tierra a once mil soldados de infantería y a mil seiscientos de caballería, y a los demás los hicieron huir.[#11.11 En 1 Mac 4.34 el número de los muertos sólo llega a cinco mil.]
12La mayoría de ellos se escaparon heridos y sin armas. Lisias se salvó huyendo vergonzosamente.
13Pero Lisias, que no era tonto, reflexionó sobre la derrota que había recibido, y comprendió que los hebreos eran invencibles porque tenían como aliado a Dios todopoderoso. Entonces les envió mensajeros
14para proponerles la paz en condiciones justas, y les prometió usar de su influencia para que el rey fuera amigo de ellos.
15Macabeo, en consideración al bien común, aceptó todo lo que Lisias proponía, y el rey concedió todo lo que Macabeo pidió por escrito a Lisias en favor de los judíos.
16Las cartas escritas por Lisias a los judíos estaban concebidas en estos términos:[#11.16 Interrumpiendo el relato, se colocan aquí cuatro documentos que hablan de concesiones hechas a los judíos.]
22La carta del rey decía lo siguiente:
27La carta del rey al pueblo judío decía así:
34También los romanos enviaron a los judíos una carta en los siguientes términos: