Éxodo 19

Éxodo 19

Los israelitas llegan al Sinaí

1Los israelitas llegaron al desierto del Sinaí al tercer mes de haber salido de Egipto.[#19.1 Los israelitas llegan al Sinaí y no partirán de allí hasta el momento indicado en Nm 10.11-12. La permanencia en el Sinaí abarca entonces la parte final de , todo y el comienzo de .]

2Después de salir de Refidim, llegaron al desierto del Sinaí y acamparon allí mismo, frente al monte.[#19.2 Véase Ex 3.1 n.]

3Allí Moisés subió a encontrarse con Dios, pues el Señor lo llamó desde el monte y le dijo:[#19.3 Moisés va a estar en contacto, alternativamente, con el Señor, arriba en el monte (vv. 9,23-24) y con el pueblo que se ha quedado abajo. Este ir y venir pone de relieve su papel de mediador entre Dios e Israel. Cf. Ex 20.19; Dt 5.5; Heb 8.6.]

—Anúnciales estas mismas palabras a los descendientes de Jacob, a los israelitas:

4“Ustedes han visto lo que yo hice con los egipcios, y cómo los he traído a ustedes a donde yo estoy, como si vinieran sobre las alas de un águila.[#19.4 Cf. Dt 29.2.; #19.4 Cf. Dt 32.11.]

5Así que, si ustedes me obedecen en todo y cumplen mi alianza, serán mi pueblo preferido entre todos los pueblos, pues toda la tierra me pertenece.[#19.5 Un pacto o alianza puede ser un acuerdo entre dos personas o grupos de personas situados en un plano de igualdad (Gn 31.44; 1 R 15.19), o bien puede ser ofrecido o impuesto por un superior a un inferior. En este último caso, el superior exige lealtad a su aliado y se obliga, al mismo tiempo, a protegerlo, como en el pacto de Josué con los gabaonitas (Jos 9.8,15). La alianza del Señor con Israel se asemeja a esta segunda forma. El Señor se presenta a sí mismo como el libertador de su pueblo (v. 4) y lo invita a participar de su alianza. Israel, por su parte, reconoce el derecho del Señor a ser su soberano y se compromete a cumplir lo que el Señor le ordena (v. 8; Ex 24.3). De este modo se cumple la promesa de Ex 6.7: Los tomaré a ustedes como pueblo mío, y yo seré su Dios. Véase Gn 9.8-11 n.; #19.5 Lit. mi propiedad exclusiva. El término hebreo correspondiente a esta expresión sugiere la idea de algo muy precioso, que uno reserva para sí con especial cariño. Cf. Dt 7.6; 14.2; 26.18; Sal 135.4; Mal 3.17; cf. también Tit 2.14.]

6Ustedes me serán un reino de sacerdotes, un pueblo consagrado a mí.” Diles todo esto a los israelitas.[#19.6 Lit. una nación santa. En el lenguaje bíblico, el adjetivo santo evoca la idea de separación del uso ordinario y profano. Israel es un pueblo que vive apartado, distinto de los otros pueblos (Nm 23.9), para rendir culto al verdadero Dios. Cf. 1 P 2.9; Ap 1.6.]

7Moisés fue y llamó a los ancianos del pueblo, y les expuso todo lo que el Señor le había ordenado.

8Entonces los israelitas contestaron a una voz:

—Haremos todo lo que el Señor ha ordenado.

Moisés llevó entonces al Señor la respuesta del pueblo,

9y el Señor le dijo:

—Mira, voy a presentarme ante ti en medio de una nube espesa, para que la gente me oiga hablar contigo y así tengan siempre confianza en ti.

Moisés le repitió al Señor la respuesta del pueblo,

10y el Señor le dijo:

—Ve y prepara al pueblo hoy y mañana para que me rinda culto. Deben lavarse la ropa

11y prepararse para pasado mañana, porque pasado mañana bajaré yo, el Señor, al monte Sinaí, a la vista de todo el pueblo.

12Pon límites alrededor del monte para que la gente no pase, y diles que respeten el monte y que no suban a él ni se acerquen a sus alrededores, porque todo el que se acerque será condenado a muerte.

13Pero nadie debe ponerle la mano encima, sino que tendrán que matarlo a pedradas o a flechazos. No importa si es un hombre o un animal, no se le deberá dejar con vida. La gente podrá subir al monte solo cuando se oiga el toque del cuerno de carnero.[#19.12-13 Citado en Heb 12.18-20. El cuerno de carnero (heb. ), que a veces se traduce por trompeta (v. 19), tenía un carácter ceremonial y se tocaba en las grandes festividades religiosas (cf. Lv 25.9; Jos 6.4-20; Jue 6.34; 2 S 6.15; Sal 47.5[6]). Los judíos lo usan todavía en sus celebraciones litúrgicas.]

14Moisés bajó del monte a preparar al pueblo para que rindiera culto a Dios. La gente se lavó la ropa,

15y Moisés les dijo:

—Prepárense para pasado mañana, y mientras tanto no tengan relaciones sexuales.

16Al amanecer del tercer día hubo relámpagos y truenos, y una espesa nube se posó sobre el monte. Un fuerte sonido de trompetas hizo que todos en el campamento temblaran de miedo.[#19.16 Cf. Ap 4.5, y véase Ex 9.23 nota.]

17Entonces Moisés llevó al pueblo fuera del campamento para encontrarse con Dios, y se detuvieron al pie del monte.

18Todo el monte Sinaí echaba humo debido a que el Señor había bajado a él en medio de fuego. El humo subía como de un horno, y todo el monte temblaba violentamente.[#19.16-18 Cf. Dt 4.11-12; 5.4 .]

19El sonido de trompetas fue haciéndose cada vez más fuerte; Moisés hablaba, y Dios le contestaba con voz de trueno.

20El Señor bajó a la parte más alta del monte Sinaí, y le pidió a Moisés que subiera a ese mismo lugar. Moisés subió,

21y el Señor le dijo:

—Baja y adviértele a la gente que no pase del límite ni trate de verme, no sea que muchos de ellos caigan muertos.

22Aun los sacerdotes, que pueden acercarse a mí, deberán purificarse, no sea que yo haga destrozos entre ellos.

23Moisés le contestó al Señor:

—El pueblo no se atreverá a subir a este monte Sinaí, pues tú nos ordenaste ponerle un límite y declararlo sagrado.

24Pero el Señor le dijo:

—Anda, baja; después subirás con Aarón. Pero los sacerdotes y el pueblo no deben pasar del límite para subir a donde yo estoy, no sea que yo haga destrozos entre ellos.

25Moisés bajó y repitió esto a los israelitas.

Texto © Sociedades Bíblicas Unidas, 1994.
Published by: United Bible Societies